XIII: Las consecuencias de un zorro

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kakashi asume su nuevo deber como líder de root

los shinobi de konoha lidian (algunos no tan bien) con las secuelas del incidente del kyuubi

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El asunto de ROOT es que es un secreto lo suficientemente grande como para ahogar a Konoha entera.

El conflicto interno que crearía sería un desastre político nunca visto en la historia de Konoha. Algo que sacudiría los cimientos de la propia Konoha. Entre todos los clanes, los civiles y los huérfanos...

El escándalo mancharía a Konoha para siempre. No habría vuelta atrás de esto.

Esta es la razón por la que no puede dejar que la Raíz sea conocida. No cuando Konoha aún se está reconstruyendo del Kyuubi. No cuando las otras aldeas están husmeando en busca de una debilidad. No cuando Kiri ansía otro objetivo; Kumo anhela líneas de sangre; Suna está desesperada por recursos; Iwa desea venganza.

No así. Kakashi no puede dejar que Raíz sea conocida. No puede permitir que se descubra su existencia. Podría significar un ataque a Konoha cuando está en su punto más débil, con sus jinchuuriki recuperándose y su Hokage pasado por la trituradora, cuando podría significar toda una nueva guerra cuando el polvo de la última apenas se había asentado.

Las ramificaciones de ROOT son precisamente eso, un problema que existe dentro de las raíces del viejo árbol que es Konoha. Un problema que se ha mantenido oculto bajo la tierra y entretejido en el tejido del suelo. Un problema que tiene sus manos en cada clan, incluso los civiles no son diferentes- con cada niño lo suficientemente conveniente como para ser tomado o para ser arrojado a ROOT sin conocimiento de lo que se va a hacer y en lo que saldrán convertidos.

Kakashi sabe lo mínimo de lo que se necesita para convertirse en un agente de la raíz, lo que sabe viene de observar a Tenzo. De observar los gestos del hombre, de ver su reacción, de juzgar sus observaciones del mundo que le rodea.

Es ver a Tenzo reaccionar al sol entrecerrando los ojos y frunciendo los labios, es ver a Tenzo saborear la comida en sus labios, como si cada bocado fuera un manjar que saborear, como si fuera su primera y pronto su última comida, es ver a Tenzo y darse cuenta de que sólo sabe cómo hacer que su Mokuton sea afilado y nunca florezca, es ver a Tenzo y a él durante los descansos, en los que se queda mirando a lo lejos, como si no supiera lo que es un descanso.

Es ver a Tenzo y darse cuenta de que ha sido criado como un arma más que como un shinobi.

No hay mucha diferencia entre los dos, a veces, cuando se trata de su propósito.

Pero hacer un arma efectiva debe haber sido más fácil que un shinobi efectivo, al menos... debe haberlo sido, para Danzo.

Las armas no tienen pensamientos, no hablan, no exigen nada más allá de lo estrictamente necesario, no pierden el tiempo en búsquedas frívolas, no tienen las exigencias de un ser humano en crecimiento.

Las armas pueden construirse, pueden afilarse.

Pero también se pueden desechar con la misma facilidad. Desmenuzadas y tiradas, cómodas, sencillas. Otra arma que se va. No hay niños detrás de esas máscaras. Sólo armas. Armas con distintos usos y funciones, listas para ser empuñadas a tu antojo.

Armas que desaparecen en cuanto dejan de ser útiles.

Es un estado de situación enfermizo.

Destrozar a los niños para rehacerlos. Crear talento con sangre y más sangre. Tirar los cuerpos una vez que se estrellan y arden y no hay más sangre que puedan dar a cambio de talento.

Rocks fall; Scene endDonde viven las historias. Descúbrelo ahora