8 | No voy a soltarte

135 25 41
                                    

8 | NO VOY A SOLTARTE

*Hands down - Dashboard Confessional

16 años

Penny

Guardé la libreta de las comandas en el bolsillo del delantal y volví al mostrador, apilando los platos de tal forma que, cuando Jerry los recogiera para meterlos al lavaplatos, lo tuviese más fácil. Lo que parecía ser un fuerte resfriado, acabó siendo una operación de urgencia en el pulmón izquierdo, cosa que nos preocupó a todos por completo. No debía hacer movimientos arriesgados. No debería trabajar, pero al igual que el resto de las personas que trabajábamos en el restaurante, necesitábamos el dinero.

—Gracias, dulzura —me dijo con media sonrisa. Todo músculos y una panza generosa, Kevin y su habitual sonrisa me provocaron una sensación de calidez.

Le devolví la sonrisa.

—¿Te sientes mejor? —señalé la zona de su tórax donde debía tener la cicatriz de la operación.

Él asintió con una sonrisa cordial.

—Todo en orden —sabía que tan solo me lo decía por dejar de interrogarlo cada cinco minutos y para tranquilizarme, pero desistí. No quería ser molesta con una de las pocas personas que conseguían sonsacarme una sonrisa cada día —. Tienes gente en la mesa cuatro. Déjame encargarme de esto.

—¿Estás seguro de que puedes solo? —me mordí el labio, dudosa.

—Que seas tan buena y te preocupes tanto por todos a veces me hace sentirme un mal adulto —bromeó, dándome una palmada cariñosa en el hombro —. Te prometo que estoy bien.

—De acuerdo —asentí, tirando de mi coleta algo deshecha —. Bueno, pues entonces voy a atenderlos. Volveré a asegurarme de que estás bien en unos quince minutos, más o menos.

La risa grave de Jerry me hizo sonreír mientras me acercaba a la mesa en cuestión, cuando los rostros de las chicas que acababan de ocupar aquella mesa y sus reconocibles risas me dejaron petrificada.

Con la sonrisa más postiza del mundo, traté de actuar con normalidad a medida que me acercaba a ellas, con la libreta y bolígrafo en mano.

El grupo de amigas de Betty Grams estaba allí, charlando y riendo en voz baja. Reconocí a la chica de flequillo oscuro que me miraba con una ceja enarcada de inmediato. Era Lucy.

—Hola, Penelope —saludó cordialmente Betty, con una afable sonrisa. Llevaba el pelo perfecto; ni muy alborotado, ni demasiado lacio. Sus largos tirabuzones caían sobre el ajustado top que realzaba sus pechos, y un maquillaje tan asombroso como natural que le quedaba como un pincel. Reprimí un suspiro. Esa chica era perfecta —. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias —sonreí realmente agradecida por su simpatía. No acostumbraba a socializar con ella y sus amigas, por lo que no esperaba que me saludara —. ¿Qué deseáis tomar?

—Cinco aguas con gas —contestó Kelly Kyrgios, que también pertenecía al club de animadoras. Sus largas piernas bronceadas sobresalían bajo la mesa.

Comencé a anotar la comanda en la libreta con los dedos algo temblorosos.

—¿Desde cuándo trabajas aquí? —cuestionó directamente Lucy, rebosante de hostilidad.

Mantuve la compostura y me aclaré la voz.

—Desde hace un tiempo —le informé, un tanto incómoda —. ¿Y para comer?

—Unas patatas medianas —replicó Gillian Tubs, mascando chicle ruidosamente y mirándome con hastío. Madre mía, ¿solo una cajita de patatas para todas y agua con gas? Jamás había anotado un pedido tan sano en este local. Enrollaba un mechón rubio en su dedo y me miraba con los ojos entornados, cuando Gillian ladeó la cabeza —. ¿Ese amigo tuyo, Feeler...?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: a day ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un solo ritmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora