Un solo ritmo

13 | Cumplir con tus palabras

13 | CUMPLIR CON TUS PALABRAS

*big girls don't cry - Fergie

20 años

Penny

The Rock estaba en su máximo esplendor mientras los chicos se lucían al fondo del local.

A las afueras de Brisbane, un pequeño pub que ofrecía gratuitamente poder actuar todos los viernes me dio el visto bueno tras contactar con ellos. Lo que no nos esperábamos ninguno de nosotros era ver tanta gente, teniendo en cuenta que apenas llegábamos a los quinientos seguidores en redes sociales.

Me deslicé hacia la parte izquierda y enfoqué a Fish, concentrado en el estribillo de la canción pero con tiempo de sobra para dedicar alguna que otra sonrisilla furtiva hacia el público. Negué, divertida, y después fotografié a Heath. Lo bueno de que fuesen tres chicos tan anatómicamente perfectos y fotogénicos era que mi trabajo nunca podía decepcionarme. Todas las fotos que sacaba en cada una de sus actuaciones eran simplemente fantásticas.

Y me parecía que las chicas que quedaban a mis espaldas también opinaban lo mismo.

A través del visor capté a Ax, alzando los brazos y aporreando la batería como si el resto del mundo no existiera. Llevaba una bandana negra atada a la muñeca. Sus brazos, bronceados y brillantes por la ligera pátina de sudor que también surcaba su frente y hacía que se le pegaran los mechones ondulados delanteros a su piel, le daba un toque especial a la fotografía. Realismo, crudeza.

Suspiré y me mordí el labio, sonriendo cuando salió de aquel lugar al que se transportaba siempre que tocaba la batería y me devolvió la mirada. Una lenta sonrisa se instaló en su rostro e inclinó hacia atrás la cabeza al llegar al final de la última canción.

Apreté los muslos disimuladamente.

La voz de Heath, mucho más ronca y grave que cuando lo conocí, me puso la piel de gallina como todas las veces que había escuchado el último verso de su versión de Misery Business. Me sumé a los vitoreos del público. El estilo de la clientela de ese bar era bastante similar al de los chicos; ropa oscura, maquillajes oscuros y fijación por la música que hacía vibrar todo tu cuerpo. Las paredes de ladrillo del local, llenas de pegatinas de grupos, cuadros de todos aquellos que habían actuado allí y alguna que otra guitarra colgada, era parte de su esencia, y también lo que hizo que Ecstasy se sintiera especialmente cómodo esa noche.

Me froté los ojos y ahogué un bostezo, tratando de sonreír. Me había pasado la noche anterior colgando fotos nuevas y actualizando todas las redes sociales de los chicos, además de revisar los correos electrónicos, foros y comentarios tanto en YouTube como en el resto de plataformas y editando los covers que subían.

Formar parte del grupo aportando lo poco que me era posible me hacía sentir de alguna manera útil y una más. Jamás me habían pedido hacer nada, salvo ayuda para editar los covers.

Fue idea mía, en realidad. Puede que no supiera a qué me estaba enfrentando, y eso que todavía los correos y los comentarios que recibían eran pocos, pero lo cierto era que aquello significaba sumar una tarea más a la lista, y a veces se me hacía imposible lidiar con todo ello, especialmente la noche anterior, ya que uno de sus vídeos se viralizó bastante, alcanzando las quince mil visitas, y muchos de ellos dejaron sugerencias y preguntas en los comentarios, por lo que después de hacerme cargo de la casa y de los niños, me dediqué a contestar todos ellos, a programar publicaciones y enviar más correos a distintos locales.

Normalmente no ganábamos nada, aunque había veces que teníamos la suerte —como esta noche— que nos daban algo de propina. Pero era una buena forma de darse a conocer y que ellos se saciaran con su pasión.