14 | A las puertas de sus sueños

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14 | A LAS PUERTAS DE SUS SUEÑOS

*up all night - james bay, noah kahan & the lumineers

21 años

Penny

Mi lista de deseos era algo así como el pergamino más largo del mundo, y pese a haber muchas fantasías imposibles de alcanzar, también había cosas normales y corrientes como, por ejemplo, crear mi propio documental, formar algún día una familia, viajar...

Pero montarme en un avión no entraba en esa lista.

Heath soltó un suspiro con la cabeza ladeada y me agarró la mano.

—No es para tanto.

—Podríamos matarnos —gemí con angustia —. Yo creo que sí es para tanto.

—Y también podríamos saltar en paracaídas —añadió Fish a nuestro lado, que llevaba la melena rubia alborotada bajo la capucha gris de su sudadera. Al bostezar, una chica bajita y regordeta le lanzó una sonrisita, a lo que Fish anduvo de espaldas para devolvérsela con interés — o conocer al amor de nuestra vida —suspiró, volviendo a caminar junto a nosotros —, demasiadas cosas, Pen-Pen.

Mi miedo por las alturas no era novedad, pues, básicamente, le tenía miedo a todo.

—Vas a volar con nosotros —me recordó Heath —, así que piensa que, en el peor de los casos, si el avión fuese a estrellarse, haríamos que cayeses encima de nosotros.

Puse cara de circunstancias.

—¿Eso se supone que debe relajarme?

Se encogió de hombros, impasible.

—Nosotros moriríamos. Tú quizá sobrevivirías.

Le di un golpe en el hombro, haciéndole reír, y continuamos caminando hacia la puerta de embarque que nos correspondía.

Los últimos meses habían sido bastante decisivos para la relación entre Heath y yo después del incidente en el concierto de The Rock. Todavía seguía recordando alguna que otra noche cómo esnifaba la cocaína en ese lavabo antes de ingerir media botella de vodka a palo seco. Cómo le sangró la nariz después. La discusión que tuvimos los cuatro.

Había empleado mucho esfuerzo y había trabajado aquel momento mentalmente para intentar que no siguiera pudiendo conmigo y, aunque no había vuelto a drogarse, cosa que nunca había sido habitual en él más que un par de veces, o emborracharse hasta ese punto, me temía que seguía bebiendo.

Nos decía que no pero, honestamente, ya no podía confiar en él como antes. Si lo hacía, tenía la sensación de que iba a llevarme de nuevo una gran decepción, y estaba harta de vivir siempre en la ignorancia con tal de no aceptar la realidad y confiar demasiado. Una gran parte de mí me rogaba hacerlo, confiar en él, pero para hacerlo, iba a tener que ganarse mi confianza antes.

Por lo demás, estábamos bastante bien, teniendo en cuenta que estábamos a punto de cruzar el mundo para actuar en nada más y nada menos que en un concurso de teloneros para una gira internacional.

El corazón se me encogió en el pecho al ver a Ax y a Shannon, su madre, tratando de tranquilizar a Del, que caminaba de un lado a otro profundamente preocupada.

Los tres nos quedamos quietos un segundo.

—¿Preparados? —les pregunté divertida, al ver cómo ambos inhalaban lentamente.

—Delilah Fisher sí que está preparada para volvernos jodidamente locos —gimoteó Fish, cuando su madre dio con él y dio dos saltitos efusivos —. Y ahí vamos. Hola, mamá.

Un solo ritmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora