Final alternativo (pt, 3)

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Ni aunque el barco se hunda.

•••


Las siguientes semanas no pude ver a Jimin, solo familiares podían entrar a verlo, y yo me sentía desfallecer. Cada día sin él era como un año sin sol.

Mi corazón latía con ansiedad, mi mente estaba llena de preguntas. ¿Cómo estaba? ¿Se recuperaría? ¿Lo volvería a ver?

Pero sobre todo, me consumía la sensación de impotencia. No podía hacer nada para ayudarlo, para estar a su lado.

Entonces comencé a escribirle cartas, para contarle todo lo que sentía, todo lo que pensaba. Le contaba sobre mis días vacíos sin él, sobre mis noches insomnes.

Le escribía sobre los recuerdos que compartimos, sobre las risas y las lágrimas. Le decía cuánto lo amaba, cuánto lo extrañaba.

Y aunque no podía verlo, sabía que esas cartas llegarían a su corazón. Sabía que él sentiría mi amor, mi presencia.


Busqué trabajo de medio tiempo tratando de recomponer mi vida, más bien de enderezarla, si estaba buscando una oportunidad en la vida de Jimin tenía que mejorar la mía primero y debería empezar por nuevos hábitos, buenos hábitos. Había encontrado un trabajo muy bueno cerca no muy lejos de casa en una pequeña cafetería donde un anciano era el dueño. Al principio dudé sobre aceptar pero el señor resulto ser una persona generosa y amable, no pude negarme a quedarme.

El lugar es tranquilo y no hay tanta gente, solo tenía que atender y preparar café. El dueño solo se quedaba dos días a la semana, de ahí me tocaba a mí cerrar y dejar la llaves cerca de la entrada escondidas. Era un buen trabajo, podía ir a la escuela y trabajar por las tardes.

En todos esos momentos pensé demasiado en Jimin y en lo afortunado que era por a verlo conocido, después de todo él estaba siendo mi salvador.

Mi primer salario lo ocupé para comprar unas flores y un postre bonito para él y para mi madre. Fui al hospital esa tarde saliendo del trabajo para poder entrar o al menos que fuera capaz de que le entregaran mis obsequios a Jimin.

Cuando llegue me lleve una sorpresa, la enfermera de la otra vez me dijo que Jimin ya había sido dado de alta hace dos días y que probablemente estaba ya en su casa.

Me puse tan feliz de saber que él estaba mucho mejor, pero algo en mi pecho se retorcía con miedo, y es que era el recuerdo de las palabras del sr. Park era lo que ponía así. No quería pelear y mucho menos armar un alboroto con Jimin recuperándose, pero tampoco estaba dispuesto a quedarme de brazos cruzados. Solo esperaba con mi corazón que nada se complicara más, y su padre me dejara verlo.

Me fui a casa esa tarde tratando de esperar, tratar de pensar bien la situación en la que me encontraba y cuál de todas mis decisiones sería la correcta, no necesitaba más problemas, quería cambiar para ser un buen hombre, así que el Yoongi que hubiera ido y hecho un escándalo ya no estaba, solo alguien que deseaba tanto ser un poco más maduro por el bien de él y de la persona que ama.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano, había decidido no ir a la escuela para embarcarme en la misión de poder estar con Jimin ese día, o aunque sea la mañana. Me di un baño y corrí escalera abajo.
Mi madre para ese momento ya estaba despierta haciendo el desayuno para mis hermanos antes de ir a trabajar, desde la ida de mi padre ella tenía un rostro mucho más sereno y resplandeciente. Me alegraba que todo hubiera valido la pena.

Ella me miro con una sonrisa en sus labios y me saludo con un beso en la cabeza.

─ Ya casi termino el desayuno, siéntate.

─ Sí

Respondí.

Mis hermanos se movían de aun lado a otro jugueteando entre ellos, con la boca llena de crema batida. Se veían tan inocentes y felices.

Sí. Todo valio la pena.

Desayune rápido y me despedí de mi madre antes de tomar el ramo de flores del florero y la tarta de fresas que estaba en el refrigerador, me apresure a salir y tomar el rumbo hacía a casa de Jimin.

Tenía los nervios de punta en todo el camino, cada sonido y persona que pasaba a mi lado me hacía sentir una tensión terrible en el estómago, incluso comenzaba a doler un poco. La ansia me estaba carcomiendo y no sabía como tranquilizarme. Está era mi oportunidad de arreglar el desastre que había cometido con anterioridad, me abrumaba demasiado pensar que no habría vuelta atrás y que todo quedaría así.

Quería también pedirle perdón a Jimin por lo antes sucedido, pues gran parte de su accidente había sido mi culpa, y eso me podía mucho.

Cuando por fin llegue a su casa me paralicé unos minutos, ni siquiera podía mover los pies para seguir adelante, mi cerebro se encontraba atrapado en la nada y eso no me permitía dar la orden para moverme. Era extraño, pero era razonable, las circunstancias no daban para menos.

Me dispuse a caminar, hasta llegar a la puerta, y toqué el timbre.

Pasaron unos segundos cuando el padre Jimin apareció detrás del mosquitero, me miro confundido y empujo la segunda puerta transparentosa.

No parecía contento de tenerme ahí pero yo tampoco lo estaba por verlo, pero eso que más daba, estaba ahí por Jimin, no por él, ni por mí. Jimin era el que tenía que elegir. Al menos esperaba que esta vez le diera la oportunidad de escoger y no le impusiera sus ideales.

─ Min, ¿qué hace usted aquí?

Salió y cerro la puerta inmediatamente después de que había bajado el pequeño escalón que separaba la pequeña terraza de afuera con la parte de la entrada a la casa.

─ Yo estoy aquí por Jimin.

Dije firme.

─ Me encantaría verlo.

Él hizo una mueca de desagrado.

─ No creo que sea lo más adecuado ahora, mi hijo apenas se está recuperando y en todo caso creí que usted había aceptado lo que dije la anterior vez que tuvimos el placer de hablar.

─ Disculpe, sr. Park, pero yo no acepte nada. Lo menos que quería en ese momento era comenzar una discusión que no tendría fin, nuestros pensamientos son muy distintos. Jimin no merecía eso en ese momento y ahora tampoco.

Aclaré.

─ Pienso igual que usted, Min. Pero como le dije hoy no es el día adecuado, así que lo siento.

Abrió la puerta para entrar pero lo detuve.

─ Señor. No me iré hasta no ver a Jimin, lo siento pero esto no es su decisión.

Él me miro, sin expresión.

Yo no supe como interpretar sus gestos pues lo único que conocía del reverendo Park Sungan era el enojo en su rostro.

─ Bien. Pero escúcheme joven, si mi hijo lo rechaza con solo una vez, usted se marchara de su vida para siempre. Prométame eso.

─ Lo prometo.

─ Espero su palabra valga Min Yoongi.



Él jamás me rechazaría.






Él jamás me rechazaría

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LA DELICIA DEL PECADO. | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora