STELLA WORKING..
Pensamientos...
Día uno... o quizás es el día mil. He perdido la noción del tiempo, si es que todavía existe. Aquí, en este espacio, no hay relojes ni sol. Solo estoy yo, y una sensación vaga de estar flotando en algo que no puedo describir. No estoy sola del todo. Hay algo más... algo dentro de mí que no es físico, pero me acompaña. Tal vez sea la conciencia, tal vez sean mis pensamientos, siempre conmigo.
Intento moverme. Una parte de mí lo desea con todo el corazón, pero mi cuerpo no responde. Es como si estuviera atada a algo invisible, algo que no puedo soltar. Pienso que podría estar soñando, pero este sueño no tiene principio ni fin. Es una realidad que cambia de forma constantemente, y no sé si alguna vez despertaré. Es raro. Estoy aquí, pero no lo estoy, como si mi cuerpo fuera una carcasa vacía.
Recuerdo el día del apuñalamiento. A veces vuelve a mí, pero de maneras que nunca esperé. Lo veo desde fuera, como si fuera una espectadora, observando mi propio cuerpo, el dolor, la sangre... pero otras veces lo siento de nuevo, no como un dolor físico, sino como una tristeza profunda. Es como si el filo del cuchillo no solo hubiera atravesado mi piel, sino algo más, algo más esencial.
Pienso en lo frágil que es el cuerpo humano. ¿Cuántas veces habré estado tan cerca de la muerte sin darme cuenta? Parece que la vida siempre fue más delicada de lo que creía, como una línea fina que atravieso sin verlo, sin sentirlo. Y ahora me pregunto si alguna vez aprecié esa fragilidad, o si siempre la ignoré.
Mis pensamientos viajan. Recuerdo cosas que parecen sacadas de otra vida, como si hubieran pertenecido a alguien más. Mi niñez, el amor por primera vez, los miedos, los días que parecían interminables. Hay momentos en que me veo riendo por tonterías, peleando por cosas que ahora me parecen insignificantes. Y me pregunto, ¿por qué me importaba tanto eso? Es como si el peso de lo cotidiano se disolviera aquí, en este espacio donde todo parece más claro.
Las voces llegan hasta mí a veces. Suaves, lejanas, pero llenas de emoción. Escucho a alguien, con su tono dulce, contándome sobre su día. A veces creo escuchar su risa, y eso me da paz. Otras veces siento el dolor en la voz de él... sus lágrimas, su culpa. Quiero decirle que lo escucho, que lo entiendo, que todo estará bien, pero no puedo. Mi boca no se mueve. Es frustrante, pero a la vez, extraño. Es como si sus palabras me sostuvieran, incluso en este silencio absoluto.
Pienso en el mundo. Me lo imagino, continuando sin mí. ¿La gente sigue yendo al trabajo? ¿Siguen riendo, llorando, amando? ¿El sol sigue saliendo todos los días, como siempre? Me pregunto si alguien notaría si no regreso. No es tristeza lo que siento al pensarlo, es una especie de calma. El mundo sigue girando, y eso es lo natural. La vida sigue, y aunque yo esté aquí, inmóvil, todo lo demás sigue en movimiento.
A veces, siento una presencia. Algo que me llama, como un suave empujón hacia la luz, algo que me dice que es hora de volver. Pero no siempre estoy lista. Hay momentos en que me siento cómoda aquí, en este espacio de pensamientos y recuerdos. Es como si todo fuera más simple, más fácil de entender. ¿Es esto lo que siente el alma cuando está en paz? No lo sé, pero en esos momentos, siento que todo encaja.
Otras veces, me pregunto si realmente despertaré. ¿Y si nunca lo hago? Hay una parte de mí que teme esa idea, pero otra que siente que tal vez no sería tan malo. Aquí no hay urgencias, no hay problemas que resolver, solo yo, flotando en algo más grande, algo que no puedo nombrar pero que me envuelve como un abrazo silencioso.
Y entonces, justo cuando me siento cómoda, la luz regresa. Es como una pequeña chispa, algo que rompe la oscuridad. Las voces son más claras ahora, más insistentes. Siento su calor, su amor, su desesperación. Y algo dentro de mí responde, un ligero movimiento, una conciencia que empieza a despertarse, aunque me pregunto, ¿es esto lo que quiero?
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Luces Cámara Y ACCIÓN
HumorDesde una pequeña obra de Caperucita hasta interpretar el papel de una de las novelas más esperadas del año. Era un sueño, ¿qué más podía pedir si lo tenía todo?. Fama, dinero, casa, ¡Todo!.. Pero la vida no es color de rosa. Nunca nadie le había di...