Heather
El sonido del lapicero raspando sobre el papel se volvió hipnótico, cada trazo repetido marcaba con mayor profundidad las palabras que ahora parecían casi un presagio.
"El juego final es el inicio de tu mala fortuna."
Me quedé mirando la línea, mis dedos tensos alrededor del lapicero, mientras un frío inquietante se colaba en mis pensamientos. Era como si el destino se burlara de mí, escribiendo las reglas con cada paso que daba, forzándome a seguir un camino que no había elegido.
El ambiente a mi alrededor se sentía más denso, casi como si una sombra oscura estuviera acercándose, acechando. ¿Sería este el desenlace que había estado intentando evitar? El "juego final" era un concepto que sonaba demasiado definitivo, como una sentencia que no podría esquivar.
Cerré los ojos un momento, respirando hondo, intentando disipar la inquietud.
— ¿Desperdiciando tiempo valioso leyendo? —preguntó con una sonrisa torva, cruzándose de brazos como si ya conociera la respuesta.
Aparté la mirada del papel, cerrando el lapicero entre mis dedos. Las palabras que había subrayado seguían resonando en mi cabeza, pero no las compartí. Levanté una ceja, incapaz de contener la ironía en mi voz.
— Estoy tratando de mantenerme cuerda.
Mis dedos, como por costumbre, se dirigieron hacia mi cuello, donde las tres gotas de sangre seguían marcadas en mi piel, inalteradas desde el momento en que aparecieron. Cada vez que las tocaba, sentía una extraña mezcla de ansiedad y urgencia, como si fuesen mucho más que simples marcas. Algo dentro de mí sabía que su presencia no era producto de mi imaginación, y cada vez que las rascaba, el temor de que desaparecieran me asaltaba, aunque nunca lo hacían.
— No puedo quitarme estas malditas marcas de la cabeza —murmuré, más para mí que para ella.
Beatrice me observó en silencio por un momento, sus ojos se deslizaron hacia las marcas en mi cuello antes de volver a mi rostro. Su voz, cuando habló, era más suave de lo que esperaba.
— Tal vez no estás destinada a quitártelas.
Estaba debatiendo si debía confiar en Beatrice o no. Lo que me había pasado durante el juego del "vigilante" no era algo que pudiera contarle a la ligera. Sabía que lo que había descubierto, lo que había vivido, era crucial, y compartirlo con alguien tan vulnerable como ella sería arriesgarlo todo. Beatrice, aunque fuerte en su propia manera, era un blanco fácil para su primo, alguien que no dudaría en manipularla para sus propios fines. Bastaría con un simple susurro en su oído para que todo mi plan se viniera abajo.
La miré de reojo, observando cómo intentaba mantener una fachada de fortaleza, pero en el fondo sabía que aún no había logrado liberarse del todo de la influencia de los suyos.
Su primo, en particular, era una amenaza.
— Beatrice —empecé con cautela, buscando las palabras correctas mientras mi mente seguía dudando— hay cosas que... han sucedido. Cosas que, si te contara, cambiarían todo.
Su mirada se volvió más alerta, expectante. Pero no podía arriesgarlo. No aún.
— Pero no es el momento. No ahora.
Ella frunció el ceño, claramente desconcertada por mi repentina reticencia.
No podía permitirme el lujo de confiar tan fácilmente. Las marcas en mi cuello palpitaban, recordándome que el tiempo era limitado, que cada decisión contaba.
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Triveria
ФэнтезиEn un rincón remoto y sombrío del mundo, donde la sombra de la tiranía envolvía al reino de Triveria, cada cien años tenía lugar un brutal evento conocido como los **Juegos de las Sombras**. Este macabro espectáculo, concebido como un tributo al rég...