Capítulo 16

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Heather


El santuario se erguía con imponente grandeza, un monumento a la historia y el poder que gobernaban Triveria. Las columnas de mármol se alzaban como gigantes silenciosos, sosteniendo un techo adornado con frescos que narraban las leyendas de antiguos reyes y villanos. Era un lugar sagrado, un escenario donde el destino de muchos se decidía, aunque solo unos pocos podían comprender su verdadera magnitud.

El ritual de reunión de las máximas autoridades era una tradición. Para algunos, era una mera formalidad, una excusa para mostrar su estatus y reafirmar su poder. Para otros, sin embargo, era una oportunidad única para observar de cerca a quienes realmente movían los hilos del reino. 

Para mí, era una ocasión inestimable.

Me encontré en medio de esa grandiosa sala, con el eco de las conversaciones reverberando entre las paredes doradas. Los líderes, ataviados con sus túnicas ceremoniales, se dispersaban en pequeños grupos, intercambiando palabras que parecían tan frívolas como cruciales. Cada uno de ellos representaba una facción, un interés, una amenaza.

Mis ojos se movían de un lado a otro, memorizando cada cara, cada detalle. Allí estaba el gran rey Aelric, con su sonrisa calculadora y su mirada fría como el hielo. A su lado, Lady Ravena, con una elegancia que disimulaba su astucia. Y más allá, el consejero Alistair, siempre en las sombras, siempre escuchando.

— Heather —una voz conocida me sacó de mis pensamientos. Me volví para encontrarme con Beatrice, quien había logrado quedarse junto a mi.

— ¿Lo has visto? —pregunté en un susurro, sabiendo que ella entendería a qué me refería.

Beatrice asintió ligeramente, indicándome con la mirada hacia un grupo en la esquina de la sala. Allí estaba Russell, hablando con varios de los líderes, su presencia imponente y su actitud desafiante. A pesar de sus heridas, se mantenía firme, como un lobo acechando a su presa.

Traté de evitarlo lo más posible, no quería tener que sostenerle la mirada, no después de aquella escena que había montado con aquella chica. La sensación de su sangre en mis manos aún me atormentaba, pero, al mismo tiempo, me aterraba darme cuenta de que no me sentía tan diferente de él. Había una oscuridad en mí que no podía ignorar, y lo peor de todo era que no me molestaba el haberla golpeado. Ni siquiera me importaba lo que dirían los demás de mí.

Mi corazón latía con fuerza, pero mi rostro permanecía impasible, una máscara de indiferencia que había aprendido a perfeccionar a lo largo de los años.

Vi a Russell de reojo, su figura imponente destacándose entre los líderes, como un lobo entre ovejas. Su sonrisa arrogante y su postura relajada me recordaban lo peligroso que era subestimarlo. Pero, aunque todo en mí quería alejarme, sabía que no podía. No ahora.

Beatrice, a mi lado, mantenía la compostura, aunque sabía que también estaba luchando con sus propios demonios. No podíamos mostrar debilidad.

— ¿Estás lista? —murmuró Beatrice, sin apartar la vista de Russell.

— Más que nunca —respondí, intentando infundir firmeza en mis palabras.

Nos acercamos a él, nuestras miradas fijas en el objetivo. Sentía cada músculo de mi cuerpo tenso, preparado para lo que pudiera suceder. Cuando finalmente estuvimos frente a él, Russell nos miró con desprecio.

— Vaya, miren quién decidió unirse a la fiesta —dijo, su voz cargada de sarcasmo.

— No es como si tuviera opción, ¿verdad? —dije, mirando a los rostros desconocidos a su lado, ancianos cuyos cabellos canosos eran señal de que habían pasado por mucho más de lo que yo jamás había experimentado— Quería hablar unos segundos contigo, antes de que no se pueda.

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2024 ⏰

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