•Capítulo 12: No juegue con fuego•

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🍂 Octubre 🍂

Sebastian Morelli.

La observo encima de mí. A saber si fue por las copas que bebí, pero siento unas ganas inmensas de probar sus labios una vez más.

Coloca su pecho encima del mío, sin dejar de moverse sobre mí. Siento el calor de su cuerpo unirse al mío, y su respiración agitada.

Acerca sus labios a mi boca, siento el leve roce de ellos, y justo cuando estoy por tomarlos y así lograr apoderarme de ellos, se aparta de mí.

—No juegue con fuego—dice en mi oído para después ponerse de pie y salir a toda prisa de mi habitación.

Me pongo de pie, con dificultad por la erección que me ha provocado y que duele como la mierda y corro detrás de ella.

¿Cómo se atreve a dejarme así?

Escucho su risa por el pasillo y cierra la puerta de su habitación en mi cara antes de que pueda alcanzarla.

—¡Paula Beck!—levanto la voz, mientras toco la puerta con fuerza.

—Buenas noches, jefecito—le escucho reír.

Ya saldrá.

Regreso a mi habitación y me deshago de mi ropa. Una ducha con agua fría ayuda bastante.

Paula me las va a pagar. Solo tengo que encontrar el momento exacto para atacar.

Salgo de la ducha y me recuesto en mi cama. Vaya forma de pasar una noche de bodas.

(...)

A la mañana siguiente el ruido del reproductor musical invade mis oídos, pues está tan alto que aturde mis oídos. Me encuentro con la imagen de Paula bailando con el trapeador mientras limpia la sala de estar. Mueve sus caderas y tararea "You know my hips don't lie and i'm starting to feel you, boy"

Ahogo mis ganas de reír y tomo mi teléfono para grabarla. Ya me será útil.

Sale corriendo a la cocina en cuanto el sartén en el que estaba cocinando comienza a hacer un ruido extraño. Y se paraliza en cuanto me ve en el pasillo.

—Corre—le digo.

Comienza a correr alrededor de los sillones y es hasta ese momento en el que me doy cuenta de los cambios que ha hecho. Colocó nuevos cojines en los sillones, algunas decoraciones en las mesas de la sala, ha comprado cortinas y las ha colocado.

—¿Qué le hiciste a mi sala?—Cuestiono, alarmado.

—Necesitaba un poco de luz...—responde.

—Pudiste habérmelo dicho—comento.

—Su decoración era nula, y gris. Si voy a vivir aquí por lo menos tiene que tener mi esencia.

La alarma de incendio se activa y Paula corre nuevamente a la cocina.

—¡El desayuno!—grita, mientras sigue su camino a la cocina.

Tomo un trapo de la cocina y comienzo a provocar aire para desactivar la alarma. Lo último que quiero es a los bomberos en mi departamento.

—Eres un caos, Paulita—digo, en cuanto logro desactivar la alarma.

—Solo intentaba hacer el desayuno—solloza.

Sale de la cocina, y camino detrás de ella.

—Paula...—menciono.

"El caos que somos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora