Sebastian Morelli.
Acudir a un lugar como este festival me hace recordar los viejos tiempos. Tenía años sin acudir a un evento como este.
No era común en la familia traerme a este tipo de eventos, sólo lo hice algún par de veces con mi madre. Era divertido subir a los juegos mecánicos y comprar comida en cada puesto de comida.
Al llegar al evento, colocan nuestras cintas fosforescentes alrededor de nuestras muñecas. La chica de la taquilla se toma más tiempo para colocar la mía. Le sonrío y sus mejillas se ponen rojas.
Ay, Rosita (es el nombre que trae en su gafete) si tan solo estuviera soltero...
¿Qué estoy diciendo? Técnicamente, estoy soltero.
En los baños... será.
Busco a Paula con la mirada y la observo en la entrada del festival. Camino rápidamente hacia ella cuando observo que le pregunta algunas cosas al tipo de seguridad. La hago a un lado cuando noto que el muy descarado le está viendo los pechos mientras le da instrucciones. Y a ella parece no importarle, pues sonríe coquetamente. ¿Como no va a sonreír si es un rubio de 1.80?
Paula se ve tan diminuta a su lado. El tipo deja de sonreír en cuanto me acerco y rodeo la cintura de Paula. Ella agradece su ayuda y el tipo se marcha.
—Tú tienes algo por los guardias, ¿no es así?—le pregunto, mientras caminamos en dirección a sus padres, quienes nos esperan al otro lado de la entrada del festival.
—Hay algo en su uniforme que... me prende—susurra en mi oído.
—¡Paula Morelli!—digo sorprendido.
—Beck...—corrige.
—Mientras lleves ese anillo en tu dedo, eres Morelli.
Niega y una sonrisa se escapa de su boca.
—¿Cuando vas a dejar de hacer eso?—pregunta.
—¿Qué cosa?
—Espantarme los galanes. Con este ya son dos.
—Solo te estoy cuidando—respondo—tengo un radar, y justo me indicó que ese tipo no te conviene... es mujeriego.
—¿Ah... entre tu especie se conocen?
—En efecto—río—pero cuando realmente vea a un tipo que de verdad te conviene... créeme que no haré ningún tipo de intervención.
Pasamos por las medidas de seguridad y nos adentramos en el lugar.
Es bastante colorido, comida por todos lugares, música bastante alta, y una gran cantidad de juegos mecánicos.
—Mira, Pauli—digo, en cuanto pasamos por la rueda de la fortuna al caminar—subamos a ese—señalo con mi dedo.
—¡Jamás!—responde de inmediato.
—Vamos... Es un buen entrenamiento para cuando tengamos que subir al avión el próximo mes.
—Vamos, Paula—impulsa su padre.
Su madre se nos une. Y entre los tres intentamos convencerla de subir.
Y en efecto... lo conseguimos.
—Vas a pagar muy caro esto que me estás haciendo Sebastian—reclama, a mi lado. Recarga su espalda dentro de la pequeña canasta y me toma fuerte de los brazos cuando el juego mecánico comienza a moverse.
La rueda de la fortuna comienza a subir cada vez más, y Paula cierra los ojos.
—Tranquila, estás conmigo—la tomo de la mano—abre los ojos.
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"El caos que somos"
RomantizmPaula Beck, secretaria de Sebastian Morelli, un importante y gruñón empresario. Quien además de ser egocéntrico es ambicioso, y con el objetivo de agrandar su fortuna debe contraer matrimonio lo antes posible y permanecer casado por lo menos seis me...