24. Me arrastró debajo de la cama

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Una nueva noche, y un nuevo infierno con el que lidiar se desencadenaba.

Apenas escuchó gritar desesperado a su hijo, se levantó de la cama y corrió tan rápido como pudo a su habitación para derribar la puerta de un golpe y encender la luz.

— ¡Papá!

— ¡Angelo!

De inmediato se acercó a su pequeño, que había caído de la cama y sido arrastrado unos cuantos centímetros bajo el mueble.

El niño rompió en llanto en sus brazos, aferrándose con fuerza a su cuello, sin dejar de temblar. Estaba aterrado.

Manigoldo lo abrazó con fuerza, esforzándose por contener las lágrimas.

Habían pasado dos años desde que Angelo decidiera conservar sus habilidades comenzado a trabajar en ellas para dominarlas. Pero ese ente nunca se apartaba de su lado.

Su pequeño tenía ya cinco años, sabía que era un edad bastante vulnerable y debía estar alerta. Un descuido, un segundo tarde, un simple movimiento en falso podría costarle la vida a su hijo.

Cada noche era una angustia horrenda, era cuando esa cosa cobraba más fuerza y se acercaba a su hijo para lastimarlo y tratar de arrastrarlo bajo la cama.

No sabía, ni tampoco quería saber qué pasaría si lo lograba...

— ¿Pasó de nuevo?

— Sí, Reg.- Respondió a la pregunta de su visitante.- Llegué a tiempo de puro milagro.

Regulus soltó un profundo suspiro. Desde el incidente con su apartamento, se había hecho más cercano a Manigoldo y Angelo, al punto de pasar bastante tiempo con ellos.

Estaba enterado de todos los problemas que padre e hijo enfrentaban, las preocupaciones de Manigoldo y cómo nada parecía funcionar.

— Asmita no ha dicho nada.

— Ya sabes que terminó herido mientras contenía un espíritu hace un mes.- Respondió el mayor.- Necesita curarse por completo antes de viajar y enfrentar esto. Pero dijo que vendría tan pronto como el médico lo permitiera.

— Ya veo...

Ambos continuaron bebiendo algo de café y hablando sobre su preocupación por Angelo, hasta que escucharon al niño gritar y fuertes golpes provenientes de la habitación.

Corrieron escaleras arriba a toda velocidad, hasta llegar, pero la puerta Monse abría.

Sin embargo, la desesperación de Manigoldo fue tal, que terminó rompiendo la madera sin importar todo el daño físico que sufrió al hacerlo, logrando sujetar al niño justo a tiempo.

— ¡Papá!

— ¿Estás bien?

El niño asintió torpemente, abrazándose a su padre, mientras Regulus trataba de auxiliarlos a ambos.

En la sala, el joven maestro se encargó de revisar las heridas de  los dos. Angelo tenía varios rasguños en las piernas y los brazos, demasiado profundos para ser ignorados, además de marcas de golpes en el rostro. Manigoldo había terminado con algunos rasguños en los brazos y los nudillos sangrando.

No quedaba la menor duda de que era necesaria una solución definitiva.

[...]

— ¿Crees que logremos llegar a tiempo?

— No tenemos más opción que intentarlo.- Suspiró Asmita.- Si tardamos más, las consecuencias podrían ser desastrosas.

Kardia asintió, y luego de recoger el equipaje, continuaron el camino hasta la casa de Manigoldo.

El trayecto era el mismo de siempre, pero una extraña sensación en el ambiente no se iba. Era como si algo buscara advertirles de un suceso terrible.

Era una sensación incómoda, pero no podían hacer más que apresurarse y llegar.

Una vez frente a la puerta, llamaron al timbre, siendo recibidos por Manigoldo y Regulus.

Ambos adultos se sorprendieron por su llegada, y ellos por las heridas que Manigoldo presentaba. Aún así, les permitieron ingresar y procedieron a contarles lo que había ocurrido solo un par de horas atrás.

— Es peor de lo que pensé...

— Ya lo sé, Asmita.- Suspiró Manigoldo.- Pero no estás en condiciones de hacerte cargo de esto. Aún estás recuperándote de tus heridas.

Kardia chasqueó la lengua y bufó, cruzándose de brazos. Asmita solo suspiró... La réplica a sus palabras fue clara para Manigoldo.

— No me digas que...

— Sí.- Interrumpió Kardia.- El diablo apareció en la puerta de la casa sin ser llamado.

— ¿Qué fue lo que pidió a cambio?

— Nada.- Respondió Asmita.- Solo fue un pago de favores.

— ¿Qué quieres decir?

— Es una larga historia.- Suspiró el rubio, buscando algo en su equipaje.- Ahora lo importante es deshacernos de este problema de una vez por todas.

Asmita extrajo de su bolso el talismán que había custodiado con recelo desde Grecia, mostrando el enigmático objeto a todos.

Manigoldo y Regulus intercambiaron una mirada. Ambos habían sentido el mismo escalofrío al observar esa pieza.

No parecía ser más que un tipo de medallón antiguo, posiblemente de plata, con grabados y muchas piedras preciosas incrustadas... Pero desprendía una energía extraña, imponente, tenebrosa...

Angelo dijo necesitar usar el baño, y Regulus se ofreció a acompañarlo, dejando a Manigoldo, Kardia y Asmita en la sala, observando el medallón y debatiendo sus opciones.

— ¿Crees que sea seguro usarlo?

Apenas Manigoldo pronunció esas pregunta, un fuerte golpe resonó desde el baño, dónde Angelo se encontraba, y los gritos del niño no se hicieron esperar.

— Creo que no tenemos tiempo para hacer pruebas.- Exclamó Kardia, levantándose de su lugar, igual que los otros dos.

Asmita tomó el medallón, y fue hasta el frente.

En el pasillo solo vieron a Regulus inconsciente en el suelo y con una herida abierta en la frente.

— Manigoldo, quédate con él y protegelo.- Ordenó Asmita.- Kardia y yo nos encargamos de Angelo.

Manigoldo sujetó a Regulus en su regazo, y sin muchas opciones asintió. No podía ayudar en nada aunque quisiera, sin sus dones era peso muerto, solo sería un estorbo para Asmita y Kardia. Sentía su energía ser drenada a un ritmo horroroso, iba a desmayarse en cualquier momento. Solo podía esperar que tuvieran suerte.

Asmita y Kardia llegaron hasta la habitación, encontrándose con la aterradora imagen de Angelo siendo arrastrado bajo la cama por esa larguirucha silueta humanoide.

Kardia sujetó al niño, impidiendo que la sombra lograra su cometido, pero incluso él estaba presentando dificultades para retenerlo.

Asmita sabía que no quedaba tiempo, así que se apresuró a acercarse, a pesar de la pesadez cada vez más intensa en su cuerpo, hasta lograr alcanzar a su sobrino, y lanzar el talismán contra esa sombra.

Un lastimero chillido se escuchó, y la fuerza se desvaneció, lanzando a los tres contra la pared más cercana. Por suerte, Kardia logró sujetar al niño y evitar que sufriera mayores daños, pero no así Asmita.

La sombra se retorcía de dolor, gritaba y se deformaba de formas horribles, mientras parecía ser absorbida por el medallón, hasta ser tragada por el talismán.

La visión de Asmita se tornaba cada vez más borrosa y sus párpados se sentían cada vez más pesados... Pero al menos ese calvario había terminado.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora