20. Encuentro con la muerte

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Oscuridad total, sentir el frío del agua mojando su piel, hasta sumergirlo completamente, cortando de a poco su respiración, hasta soltar su último aliento...

Antes de abrir los ojos, siendo recibido por una fuerte luz blanca, y al aclararse la vista, observar un radiante campo verde, repleto de flores hermosas y coloridas, inexistentes en la Tierra.

Ya sabía en dónde se encontraba, y al percibir ese suave aroma floral, supo la razón.

— Es un honor volver a vernos, señor Thanatos.- Mencionó con calma, aspirando el aroma del campo en el que estaba.- ¿Cuál es la razón por la que me convocó en los Campos Elíseos?

Ante él, apareció la figura luminosa de un hombre alto y delgado, de cabellos y ojos plata, envuelto en una túnica blanca. Ya se habían encontrado en ocasiones anteriores, sabía que no había porqué temer.

— También es bueno volver a verte, Asmita.- Respondió con serenidad.- Te convoqué porque creo que eres apto para una misión.

— ¿Qué misión?

Ambos comenzaron una amena caminata por el prado, contemplando el pequeño río de aguas cristalinas que atravesaba el verde campo, mientras pequeñas mariposas revoloteaban alrededor.

— Llevamos años trabajando juntos, señor.- Añadió el rubio.- Sé que no me mandaría a llamar hasta este sagrado lugar si no fuera algo importante.

— Lo sé, Asmita. Pero este asunto podría empeorar y afectar a muchas personas si alguien no le pone un alto.

— Entonces explíqueme.

— Quizás ya te has dado cuenta de la creciente cantidad de nuevos practicantes de magia en la ciudad.- Comenzó a hablar.- Es bueno que varios mortales comiencen a despertar su lado espiritual y a trabajar en él. Pero muchos no se molestan en prepararse adecuadamente y terminan dañandose a sí mismos y a otros en el proceso.

— He notado que hay muchos brujos recién iniciados.- Confirmó el blondo.- Y también los errores que muchos cometen, como ir directamente a hacer invocaciones o buscar trabajar con deidades sin estar preparados aún.

— No es un secreto para nadie el estigma que carga la muerte ante los ojos de muchos humanos.- Asintió.- Varios recién iniciados en la magia buscan trabajar con deidades del Inframundo, y terminan engañados por espíritus.

— ¿Hay alguno en particular que esté dando problemas?

— Por el momento ninguno, pero es cuestión de tiempo para que alguno de esos espíritus tome la fuerza suficiente y lastime a alguien.

Asmita se tomó un par de segundos para aspirar el dulce aroma del lugar y contemplar la brillante luz, únicamente existente en ese sitio. Ya tenía una idea de la misión que le esperaba y no sería precisamente sencilla.

— Ya encontrarás a las posibles víctimas.

— Bien. Me haré cargo entonces.- Accedió.- Ahora debo marcharme de vuelta al mundo mortal, ¿no es así?

Thanatos asintió, y la misma luz blanca se hizo presente una vez más, cegando su vista por segundos, sumiendolo de nuevo en la oscuridad.

Lentamente, el aroma de las flores se hacía cada vez más distante, igual que esa sensación de validez y profunda paz, hasta quedar completamente lejos...

— Asmita...

Al escuchar la voz de Kardia, abrió con algo de pesadez sus ojos, contemplando al íncubo a su lado, con ligera preocupación en el rostro.

— Descuida. Estoy bien.- Mencionó con una sonrisa.- Solo tenemos una misión.

— Vaya que debió ser algo importante para dejarte muerto por unos minutos.- Bufó el híbrido, abrazándose a su pecho.

Asmita solo soltó una pequeña risa, acariciando los largos cabellos de Kardia. Ya sabía cómo era ese íncubo, pero no podía dejar de amarlo.

Esperó hasta que Kardia consiguiera calmarse lo suficiente para contarle sobre la misión puesta en sus hombros, y como esperaba, Kardia se mostró fastidiado y apático al respecto.

— ¿Por qué últimamente todo mundo está obsesionado con jugar a ser Merlin, Nostradamus o un exorcista?

— Recuerda que estamos en medio de una etapa de despertar colectivo para muchos humanos, Kardia.- Mencionó, acariciando su cabello.- Los que ya tenemos experiencia y dominio sobre los dones, debemos proteger y guiar a los recién iniciados.

— Creo que me gustaba más cuando la magia era un tabú y solo unos pocos la practicaban.- Resopló.- Al menos en esa época no tenía que andar salvandole el culo a adolescentes imbéciles por jugar a ser Harry Potter.

Asmita dejó escapar una pequeña risa, antes de dejar un pequeño beso en los labios de Kardia, siendo rápidamente correspondido.

De cierto modo entendía la postura de Kardia, para él también era cansado lidiar con tantas anomalías y problemas, y contener tantas amenazas. Pero entendía que era una tarea necesaria. Solo así podrían impedir que novatos salieran heridos o lastimaran a alguien más.

Ese era el propósito de su vida, al fin y al cabo.

Aún recordaba su primer encuentro con Thanatos. Fue un poco antes de conocer a Kardia, cuando era apenas un adolescente y estuvo al borde de la muerte en la sala de emergencias de un hospital después de un accidente.

En ese momento se sintió completamente desahuciado, sin la más remota posibilidad de vivir para ver un día más. Simplemente estaba listo para morir y vio su vida desfilar ante sus ojos.

Pero, repentinamente, todo el dolor se fue y sintió una profunda paz llenar todo su ser, reconfortando su alma. Sintió ese suave y dulce aroma floral por primera vez, y al abrir sus ojos, lo vió a los pies de la camilla.

Con su piel blanca, cabellos y ojos de color plata, envuelto en una túnica blanca, sosteniendo una guadaña brillante, y emitiendo una fuerte y cálida luz.

Comprendió qué se trataba del dios de la muerte, y estaba listo para partir con él... Pero la deidad solo sonrió de forma gentil y negó.

"Aún no. Todavía no puedes venir conmigo."

Esas palabras resonaron en el interior de su mente, la luz blanca lo cegó momentáneamente, y de pronto fue capaz de respirar con fuerza, despertando en la camilla.

Según los médicos, estuvo muerto por casi dos minutos a causa de sus heridas, pero lograron traerlo de vuelta con muchos esfuerzos.

Ese fue el último impulso para iniciar su andar en ese camino espiritual, para tomarlo en serio.

Thanatos se convirtió en su deidad y guía, quién lo acompañó y protegió en sus primeras prácticas, quedándose a su lado y trabajando en conjunto.

Después, conoció a otras deidades y continuó su andar por su cuenta, aunque nunca se apartó del todo del gobernante de las Islas de los bienaventurados y los Campos Elíseos.

Poco después, Kardia llegó a su vida como su espíritu familiar, y su vida siguió sufriendo innumerables cambios y giros, hasta donde estaba ahora.

— ¿En qué piensas?- Preguntó Kardia mientras comía una manzana.- De nuevo te quedaste sumido en tus pensamientos.

— ¿No se supone que puedes leer la mente de los humanos?

— De los que no tienen ninguna protección. Tú estás prácticamente blindado.- Replicó el híbrido.- Aunque quisiera, mis poderes son inútiles contra tí.

Asmita sonrió enternecido, dejando un beso en la frente de Kardia al verlo refunfuñar.

— Solo pensaba en lo afortunado que soy de tenerte como mi compañero.- Respondió con sinceridad.- En lo afortunado que he sido en varios aspectos.

— Estás un poco loco, pero también te quiero.- Bromeó Kardia, acercándose para besar sus labios, dejándole un ligero sabor a manzana.

Ambos intercambiaron una pequeña sonrisa cómplice, típica en ellos, antes de fundirse en un cálido beso.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora