La noche había hecho su benévolo acto de presencia hace ya varias horas, otorgando a todos un merecido descanso luego de una larga jornada de trabajo.
Solo se escuchaba suavemente la música producida por los insectos nocturnos, junto a la suave brisa que mecía las copas de los árboles.
Hasta que los gritos provenientes de una de las cabañas interrumpieron su descanso.
De inmediato salió de la cama, tomó una linterna y corrió hasta el lugar tan rápido como le fue posible, temiendo que los niños bajo su cargo hubieran sufrido el ataque de algún animal salvaje.
Al llegar, encendió la luz de la rústica casa, observando a los cuatro huéspedes de esa cabaña en la parte alta de una de las dos literas.
— ¿Qué pasó, chicos?- Preguntó.- ¿Todo bien?
— ¡Dohko!
Los infantes al verlo, lograron calmarse un poco, pero ninguno quería bajar de la cama. Cuando les preguntó la razón, uno de los niños respondió.
— Una criatura entró por la ventana y trató de atacar a Okko, maestro.- Contó el pequeño azabache.- Pero Ikki se levantó para sacarlo de la cama y ayudarlo a subir a la mía, y también a Genbu. Así logramos escapar... Pero esa cosa ahora está debajo de la cama.
El consejero se mordió la lengua, buscando contener la risa. Vaya que los niños podían ser bastante ocurrentes. Pero debía calmarlos.
Se agachó, levantando las mantas y alumbrando bajo la cama que los niños señalaron, evidentemente, sin rastro de ningún monstruo.
— Bueno, chicos. Parece que el horripilante monstruo decidió no quedarse a la fiesta de pijamas después de todo.- Bromeó, alumbrando con la linterna, evidenciando que no había nada más que polvo.- Ahora bajen de ahí y vuelvan a dormir, que aquí no hay nada.
— ¿Pero y si regresa?
— Tranquilo, Okko. Probablemente solo fue su imaginación por las historias de terror que contamos durante la fogata.- Sonrió, buscando tranquilizar a los niños, mientras los ayudaba a bajar.- Pero me quedaré aquí hasta que se duerman para que estén más tranquilos. ¿De acuerdo?
Los niños asintieron, y volvieron a sus camas, para ocultarse bajo las mantas, y tratar de volver a dormir.
Dohko cumplió su palabra y se quedó sentado en una silla de madera, velando el sueño de los pequeños por un rato, hasta que los vió dormir, y todo seguía normal.
Después se marchó. Era normal que niños de esa edad se sugestionaran fácilmente, pero nada que no se pudiera resolver fácilmente. Era apenas la primera noche de las trece que pasarían ahí, así que debían mantener el espíritu en alto.
— Chicos, ¿qué le pasó en los brazos?
Al otro día, mientras desayunaban todos juntos, notó marcas violetas y arañazos en la piel de los cuatro niños que lo habían despertado durante la madrugada.
— No sabemos.- Respondió con un bostezo el mayor de los cuatro.
— ¿Cómo que no saben, Ikki?- Cuestionó, revisando las heridas junto a los otros dos consejeros.- Anoche ninguno tenía ninguna marca.
— Cuando despertamos ya estaban ahí.- Repuso el niño de ocho años.
— Ikki dice la verdad, maestro.- Añadió Shiryu, luciendo igual de cansado que sus compañeros de cabaña.- También tenemos más.
Preocupados por los niños, los tres adultos responsables los apartaron del grupo, llevando consigo a un par de los chicos más grandes del campamento como testigos para evitar malos entendidos.
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Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]
Hayran KurguUn brujo vidente en la era moderna, encargado de buscar y neutralizar amenazas paranormales con ayuda de su espíritu familiar. ¿Qué aventuras les esperan a esta peculiar dupla de cazadores?