2. Muñeco maldito

20 3 0
                                    

Un cálido día de verano en Atenas permitía observar el sol y sentir el cálido beso de Apolo en la piel.

Un día ordinario para la mayoría, pero muy especial para un jóven que recorría las tiendas de la ciudad en busca de un regalo.

Era el cumpleaños número 5 de su hermano menor. Sus padres habían decidido hacer una fiesta, sacando ventaja de la temporada vacacional, y Aioria estaba muy emocionado por el festejo.

Aioros, como el hermano mayor amoroso que era, estaba decidido a conseguirle un regalo al nivel de esa emoción. Pasó meses preguntando al pequeño qué le gustaría recibir, pero no fue de gran ayuda, la respuesta cambiaba cada semana.

Un mes antes de la fecha comenzó a buscar opciones, buscando en sitios de internet, en jugueterías... Pero nada lograba convencerlo.

Le quedaban solo un par de horas para conseguir el regalo perfecto. Había pasado toda la mañana recorriendo absolutamente todas las tiendas de la ciudad, sin obtener los resultados deseados.

Comenzaba a abrumarse, y a sentir la angustia invadirlo. Su hermano pequeño era su gran adoración, una de las personas más importantes de su vida desde que nació cuando él tenía catorce años.

Prácticamente había velado por él toda su vida. Su cariño era demasiado y quería llevarle el regalo perfecto.

Solo quedaba una tienda, al final del largo pasillo de locales comerciales, su última esperanza.

La fachada era bastante sobria y minimalista, pero no tenía más opciones, así que se decidió a entrar. No perdía nada haciendo el intento.

Al cruzar el umbral, se dió cuenta de que se trataba de una tienda de antigüedades. Estuvo por aceptar su derrota y marcharse resignado, cuando una extraña sensación lo hizo girar la vista, y enfocar un punto específico en un estante.

Se trataba de un muñeco de porcelana, con la piel blanca y mejillas rosadas, ojos de cristal de un profundo azul cielo, y cabello castaño y ondulado. La vestimenta consistía en una camiseta beige, un lindo overol verde olivo con una boina a juego, unos zapatos marrones, y unas simpáticas calcetas blancas.

Era el muñeco más lindo que había visto en su vida, y conociendo el apego que Aioria tenía hacia los muñecos, de inmediato pensó que era perfecto.

Buscó al encargado a toda prisa, ansiando hacerse con la pieza. El vendedor lo miró con ligera extrañeza por unos segundos, pero no le dijo nada, y simplemente se limitó a empacar el muñeco en una caja de madera y entregárselo.

Una vez con su adquisición en mano, Aioros abandonó la tienda y se dirigió de vuelta a casa a toda prisa, ansiando ver la reacción de Aioria.

El camino a casa fue tranquilo y sin ningún tipo de percance. En cuanto llegó, pudo ver que la fiesta ya había iniciado y Aioria corría de un lado a otro, jugando con sus amigos, hasta que lo vió llegar y dejó todo de lado oara ir a recibirlo.

— ¡Hermano!

— Hola, hermanito.- Sonrió el castaño mayor, alzando en brazos a su hermano.- Felíz cumpleaños, Aio.

El niño miró con curiosidad la caja de madera en cuanto Aioros lo bajó. Era una caja grande y que parecía sacada de una película por los detalles tallados. Pero igualmente la tomó, abriéndola impaciente por saber el contenido, igual que el resto de niños presentes.

Al ver al muñeco, todos los niños dejaron escapar un respingo de sorpresa, secundado por un suspiro. La opinión respecto a su belleza parecía unánime... Excepto por el cumpleañero.

— ¿Pasa algo, Aio?

— N-No, nada, hermano.- Negó el menor, intentando sonreír, mientras volvía a cerrar la caja.- L-Lo llevaré arriba con los demás regalos.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora