9. Posesión demoníaca

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El amanecer había llegado, y con él la hora de partir a una de sus batallas más difíciles, y que podría costarle la vida.

Ambos se encaminaron hasta la estación de autobús que los llevaría hasta el aeropuerto. Ahí abordaron el primer vuelo que encontraron disponible, y comenzaron su travesía hasta llegar a Creta.

El camino fue aparentemente tranquilo, pero una sensación de preocupación no lo dejaba en paz. El aroma de la muerte se hacía cada vez más fuerte, ese día alguien partiría al Inframundo, pero era imposible predecir quién.

Cuando finalmente llegaron a esa enorme casa, llamaron al timbre y fueron recibidos por alguien que no veían desde hace una década.

— Degel.

— Gracias por venir.- Murmuró el hombre, agachando la mirada.- Yo...

— Ahórrate las excusas y formalidades.- Interrumpió Kardia, abriéndose paso como si de su hogar se tratase.- ¿Dónde está el mocoso tonto?

Degel soltó un pesado suspiro, comenzando el lento andar, guiandolos hasta la sala dónde aguardaban los otros dos miembros de la familia.

Asmita notó al instante el cansancio en los ojos tanto de Degel como de su esposa. Ni hablar del estado del adolescente que temblaba en brazos de su madre.

— Vaya que la pequeña pulga creció.- Señaló Kardia.- ¿Qué edad tiene ya?, ¿catorce?

— Va a cumplir quince en febrero.- Respondió la mujer.

— A este paso no va a llegar a febrero, Seraphina.

La mujer de cabellos plata solo pudo agachar la mirada, cobijando en sus brazos a su unigénito, que no dejaba de temblar.

— ¿Qué fue lo que sucedió?- Preguntó Asmita, intentando mantenerse neutral.

Degel tuvo que respirar tan profundo como sus pulmones se lo permitieron, buscando calmarse y narró a Asmita lo que Camus le había contado.

El rubio permaneció en silencio, aunque sabía de sobra de qué ritual se trataba y lo peligroso que era para alguien inexperto y endeble.

El adolescente no dijo nada, sintiéndose amedrentado con la sola presencia de Kardia. Sabía que había cometido un error estúpido y ahora estaba en serios problemas. Aunque, algo en los recién llegados se le hacía familiar, pero no recordaba qué.

— El llamado de Mefistófeles.- Confirmó Asmita después de escuchar la historia.- Ese es el nombre del ritual, ¿no, Camus?

El adolescente asintió.

— Lo que hiciste fue bastante estúpido, niño.- Sentenció Kardia.- Ese demonio tiene paciencia infinita para reunir secuaces y esperar la hora de la batalla final, pero no tolera a los indecisos ni a los que hacen demasiadas preguntas.

— Yo no quería-

— ¿No querías hacer un trato en realidad y solo querías confirmar si estas cosas existen?- Interrumpió Kardia.- Debiste decirlo en vez de darle largas y hacer preguntas estúpidas.

— Pero yo-

— Pero nada, idiota. Pudiste haber evitado todo esto solo diciendo "no", o directamente, no jugando con cosas que no entiendes.

— Tenía una buena razón.

— ¿Te parece que conocer los secretos del pasado de tu familia, y saber si tienes ascendencia mágica es una buena razón para poner en riesgo tu vida y las de otros?- Cuestionó Kardia, sorprendiendo incluso al mismo Camus.- Quizás seas un genio a ojos de los humanos, pero para mí no eres más que un niño tonto e ingenuo que cree saberlo todo, con un ego tan alto y tan frágil, que colapsa al primer revés. Parece que solo cambiaste para peor estos últimos díez años.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora