21. La casa de la bruja

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Una minifalda negra de cuero, unas botas de igual naturaleza hasta arriba de las rodillas, un conserje ajustado, una larga gabardina y una boina para rematar.

La tinta violeta en sus labios y el delineado en sus ojos acentuaban sus rasgos, además de la blancura de su piel.

Adoraba vestirse así, tener todas las miradas en él y llamar la atención con su sola presencia.

Era la primera vez que llegaba a ese mercado, famoso por los comercios dedicados a distintos artículos mágicos, justo lo que necesitaba. Claramente era necesario causar un gran primer impacto.

Y lo estaba logrando, captando la atención de todos... Aunque, quizás no de la forma o por las razones que desearía.

— ¿Ya viste a ese de allá?

— Sí, Kardia.- Asintió con un suspiro cansado.- Parece que tendremos más trabajo antes de lo esperado...

— Lo dicho, ¿por qué todo mundo se cree Merlin últimamente?

— Recuerda...

— Sí sí, despertar espiritual colectivo, y salvarle el culo a los novatos imbéciles. Ya sé.

Asmita solo sonrió por el refunfuño de Kardia, y se acercaron a donde se encontraba ese chico, revisando unos cuarzos.

— ¿Primera vez comprando cuarzos?

— Algo así.- Respondió con una sonrisa.- Estoy realmente emocionado por terminar el altar a mi deidad.

— Oh, ¿en serio?- Inquirió Asmita.- ¿Puedo saber qué deidad es?

— Thanatos, el Dios de la muerte.

Asmita sujetó de forma discreta la mano de Kardia, esperando que el íncubo reaccionara de una mala manera.

— Qué coincidencia. Yo también trabajé con él.- Sonrió.- Soy Asmita por cierto, y él es Kardia.

— Verónica.

— Un placer.- Sonrió Asmita, aceptando el saludo de mano.- Así que, ¿cómo se presentó ante tí?

— Yo pasé meses buscándolo en realidad.- Respondió Verónica.- Fue difícil, pero finalmente respondió. Me pidió un altar y algunas ofrendas, así que me puse a recolectar todo, y casi lo termino.

— Suerte entonces.- Asintió Asmita, entregándole una pequeña tarjeta.- Si necesitas ayuda, llámame. Siempre es un placer ayudar a un hermano.

— Muchas gracias.

Asmita y Kardia se despidieron, llevando consigo unos cuantos cristales hasta el mostrador, dónde Alberich parecía esperarlos al lado de cierto fantasma.

— ¿Se dieron cuenta?

— Por supuesto que lo hicimos.- Confirmó Kardia.- Otro imbécil que cae en la trampa...

— Es aterrador.- Murmuró Alberich, sintiendo una gota de sudor frío resbalar por su sien.- Lo que se le pegó es muy agresivo y malvado.

— Ya lo sabemos.- Resopló Kardia.- Pero tranquilo, tu familiar y tus deidades te protegen de cosas como esa. Así que deja de temblar como pavo gordo en vísperas de Navidad.

Alberich asintió, mirando de reojo a Mime. Ese par ya llevaba varios meses trabajando como equipo, y al final habían conseguido llevarse bien.

El fantasma pelirojo se había estado encargando de guiar a Alberich en su nueva visión del mundo, ahora que su tercer ojo estaba completamente abierto. Además de brindarle ayuda y protección en sus prácticas mágicas.

— En fin...- Suspiró Asmita.- Por algo lo mejor es esperar. Ya llegará el momento de actuar.

Kardia asintió, igual que Alberich y Mime, y tras despedirse, se marcharon de la tienda con sus nuevas adquisiciones.

Sin duda, más temprano que tarde tendrían que hacerse cargo de ese caso. El tal Verónica tenía todas las señas de terminar muy mal por ser demasiado ingenuo.

[...]

Meses habían pasado desde que finalizó su altar en su habitación, y cada día brindaba ofrendas al dios de la muerte, igual que pidiéndole favores.

Al inicio todo fue increíble, sentía la presencia del dios, le ayudaba en todo lo que le pedía, y obtenía respuestas... Pero lentamente, todo fue cambiando.

Repentinamente, despertaba sumamente agotado, después llegó a sentir agresiones, cómo su piel era rasguñada y golpeada, y las agresiones y manifestaciones iban en crescendo. Hasta que llegó al punto de sentir cómo era tocado durante las noches...

No comprendía qué sucedía, no entendía si había hecho algo mal o lo había hecho enfadar. Solo quería que ese calvario terminara.

Así fue cómo terminó llamando con desesperación a ese rubio.

— Vaya...- Asintió Asmita con tranquilidad, tras escuchar la historia. Había ocurrido lo que ya anticipaba que ocurriría.- Te haré una pregunta, ¿cómo sabes que es Thanatos a quien has estado ofrendando todos estos meses?

— Yo... Solo lo sé.

— ¿Has sentido su aroma?

— Bueno... A veces aparece un olor nauseabundo de la nada...

— ¿Has visto algún animal con frecuencia?

— Bueno... N-No realmente.

— ¿Cómo es la presencia de Thanatos?, ¿qué te ha llegado a decir?

— Bueno... Es un poco difícil de explicar, pero... Creo que llegó a ser romántica. Incluso me pidió engendrar un hijo juntos...- Respondió.- Es... Es bastante celoso. No le gusta que nadie más se me acerque, y... No entiendo nada.

— Que eres un perfecto idiota, eso es lo que pasa.

Finalmente fue Kardia quién tomó la palabra, harto de la situación.

— En primer lugar, por si no lo sabes, Thanatos tiene como esposa a Marcaría, la diosa de la muerte bendecida, una de las dos princesas del Inframundo. Y no tuvieron hijos, porque la vida no puede nacer de la muerte.- Inició su largo discurso.- En segundo lugar, Thanatos vive y gobierna los Campos Elíseos y las Islas de los bienaventurados. Su aroma es dulce y reconfortante, y es capaz de alejar a entes malignos.

— Yo...

— Y sus animales son las mariposas y las polillas.- Siguió.- Y por lo visto, no sabes que ninguna deidad te exige un altar ni ofrendas, porque no las necesitan en realidad. A las deidades reales les basta tu agradecimiento y fé.- Remató.- Lo que has estado alimentando y te ha causado tantos problemas es un muerto que se hizo pasar por el verdadero Thanatos.

Las palabras de Kardia lo hicieron estremecer, pero una parte de él se negaba a creer que fuera así...

No, no podía ser así. Había pasado muchos meses buscando la presencia del dios, no podía ser cierto...

— Me temo que es así, Verónica.- Murmuró Asmita.- Podemos ayudarte a tratar de quitarte eso de encima, pero no será fácil y podría llevar meses o incluso años.

— Entonces, ¿nada fue real?

— Por supuesto que no, imbécil.- Repuso Kardia.- Antes agradece que sigues vivo. Varios idiotas que cometen errores como estos terminan muertos.

Las declaraciones de Kardia solo conseguían ponerlo más y más nervioso. Asmita lo notó y de inmediato sujetó la mano del híbrido, pidiéndole silenciosamente que se controlara.

— Podemos ayudarte con esto, Verónica. Pero tienes que ser fuerte.- Repuso Asmita.- Podrían ocurrir muchas cosas.

El rubio se mordió los labios, derramando lágrimas silenciosas por la impotencia, el miedo y el sentimiento de humillación...

Sabía que no tenía muchas opciones. Era aceptar la ayuda o morir.

— Está bien.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora