4. El niño del lago

18 3 0
                                    

El cielo repleto de nubes, el aire frío, la mayoría de árboles sin su follaje, y la ligera brisa cayendo de las nubes evidenciaban la llegada del otoño.

El camino por carretera había sido sumamente largo y agotador, pero por fin habían logrado llegar a su nuevo hogar.

— ¿Todo bien, Hyoga?

La voz de su esposa logró sacarlo de su ensoñación con un poco de sobresalto.

— Disculpa, no quería asustarte.- Mencionó la mujer.- Es solo que has estado muy callado desde que salimos de la ciudad.

— No te preocupes, no es nada.- Afirmó con una sonrisa, luego de dejar un pequeño beso en su frente.- Creo que solo me da algo de nostalgia estar aquí de nuevo, luego de casi treinta años.

— Te fuiste de aquí cuando tenías la edad de Nati, ¿no es así?- Inquirió la chica de cabello esmeralda, él asintió.- Supongo que es normal tener varios recuerdos.

— Sí, pero solo espero que ella logre adaptarse a este entorno.- Expresó con un suspiro.- O al menos soportarlo mientras cumplo la promesa que hice a mi madre y podamos volver al ambiente al que está acostumbrada.

— ¿De qué hablas?- Expresó la fémina con una pequeña risa.- Nati está encantada con la idea de quedarse a vivir aquí un tiempo. ¿No has visto lo felíz que está jugando afuera?

Escuchar dónde se encontraba su hija logró alarmarlo lo suficiente para dejar cualquier caja en el olvido y correr hacia la entrada de la casa en busca de su pequeña.

— ¡Nati!

En cuanto llegó a la puerta principal, su vista se posó inmediatamente en el lago a unos metros de la casa. Llamó casi con desesperación a su hija por su nombre, hasta que escuchó su infantil voz.

— ¿Qué pasa, papá?

Al dirigir su vista al lugar del que provenía la voz infantil, se dió cuenta de que su hija estaba en el porche de la casa, justo enfrente de sus narices, mirándolo sin entender qué pasaba.

No fue capaz de decir nada, solo la alzó, abrazándola con fuerza, evitando que notara las pequeñas lágrimas que deseaban escapar de sus ojos.

Shaun le dió alcance después de salvar un par de cajas de estrellarse contra el suelo de madera, encontrándose con la escena, quedando tan confundida como la niña por la reacción del rubio.

— Papá, ¿qué pasa?

— No es nada.- Respondió, intentando sonreír, mientras volvía al interior de la casa, dónde bajó a la pequeña.- Es solo que ya está haciendo algo de frío y la lluvia no parece ir a parar pronto. Será mejor que entres a casa para que no te resfríes.

— Está bien, papá.

La niña estaba claramente confundida por la reacción y la excusa de su padre, pero se limitó a recoger sus juguetes y seguir la indicación que se le dió.

— Puedes ir a revisar las habitaciones de arriba y elegir cuál quieres, Nati.- Le dijo Shaun, obteniendo una pequeña sonrisa en respuesta.- No te preocupes por tu papá, está bien. Ya sabes cómo son los hombres, no hay quien los entienda.

— Ya sé, Shaun.- Rió bajito la niña.

— Entonces ve a elegir tu habitación, y nos vemos después. ¿Está bien?

La niña asintió con una pequeña sonrisa, y siguió la sugerencia de su madrastra, desapareciendo por las escaleras que conectaban al segundo piso de la casa.

Ambos adultos intercambiaron una mirada. Shaun sabía de sobra que esa reacción no se debía a algo tan simple como el clima, había algo más allá, y que Hyoga le estaba ocultando.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora