Capítulo 114

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Momentos después, el sanador entró y presentó sus respetos. Leon fue directo al grano.

—¿Cuánto tiempo tengo que esperar?

—¿...Qué? ¿A qué se refiere?

—Me refiero al coito. Va a ser difícil al principio, entonces, ¿es correcto esperar unos 3 meses?

El sanador respondió con una mirada avergonzada.

—En el caso del señor Lucas... Creo que necesita más tiempo que eso. Estará estable después de al menos seis meses. Debe tener cuidado después de los seis meses, pero eso no significa que no puedan tener relaciones.

—¿...Aunque tenga cuidado no puede ser una vez al mes?

El sanador dijo con firmeza.

—¡No, no! Sólo tómense de la mano.

El rostro de Leon se arrugó.

—No, tuvimos relaciones cuando no sabíamos que estaba embarazado y estuvo bien, pero ¿tengo que esperar ahora?

—Su Alteza, tenga paciencia durante seis meses. No es un Omega normal, ¿verdad? Además, es hombre, y también recesivo, el señor Lucas ahora está haciendo un milagro.

Leon, que parecía haber salido de su ensoñación, de repente se puso serio.

—Sí, es cierto. Lucas está haciendo un milagro.

—... Creo que estará bien.

Leon tomó el bolígrafo, calmando su excitación. Sobre el papel, estaban escrito nombres de hierba para las mujeres embarazadas.

—¿Hay algo particularmente dañino para Lucas?

El sanador, que miró atentamente los nombres de las hierbas uno por uno, respondió.

—No lo hay. ¿quiere que investigue sobre eso?

—Será mejor que hagas eso.

El sanador salió con el papel en el que estaban escritas las hierbas.


***


Leon personalmente cortó la rara fruta que recibió del país vecino y la llevó a la habitación de Lucas. Le preocupaba lo que pasaría si no podía comerlo, pero afortunadamente Lucas lo comió bien.

Leon se acercó a Lucas y le beso el vientre. Luego hizo un sonido de soplido. No era el sonido de la boca, sino el sonido producido por la garganta y la nariz. Curiosamente, cuando escuchó el sonido, su estómago, que había estado temblando por la comida, pareció hundirse y el agua tibia pareció subir a su corazón.

—¿...Qué hiciste?

Leon habló con una sonrisa.

—Se llama Prusten.

—¿Prusten?

—Una expresión de afecto que los tigres sólo hacen con sus seres queridos. Se utiliza principalmente cuando una madre calma a su hijo.

Lucas se rió tan fuerte que su cabeza quedó inclinada.

—¿Cómo sabes si el niño que tengo en el vientre es un tigre o no?

—Es probable que nazca con la misma habilidad que yo. Lo siento así.

Lucas cerró los ojos suavemente e imaginó un cachorro de tigre parecido a Leon. Sólo imaginarlo hizo que su corazón se derritiera.

—Por favor, espero que sea un tigre. Leon, haz ese ruido otra vez.

>Prrr, prrr...<

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