Charly
Acababa de despertarme hace apenas unos segundos, pero me sentía como si estuviera sucumbido en un sueño. Había dormido la noche entera con Yeimy y con nuestro hijo, los tres compartiendo la misma cama, como una familia. Era algo cotidiano, pero después de todo lo que habíamos tenido que pasar, o más bien en lo que nos adentró Manín, aquellas pequeñas cosas, representaban todo un lujo para mí. Durante todo este tiempo, creí que me costaría más ganarme el perdón y la confianza de mi princesa, pero como siempre me sorprendió, demostrándome que tenía un corazón inmenso, y que pese a que no iba a olvidar todo lo que vivió por mí, era capaz de pasar la página, y esperaba que de darme una nueva oportunidad para recompensar todas las cagadas que me marqué.
Me di media vuelta sobre el colchón, apoyando el peso de mi cuerpo sobre mi antebrazo, contemplando embelesado a las dos personas que más amaba. Mateo se encontraba dormido sobre el cuerpo de Yeimy, con sus rizitos desparramados sobre el pecho de su madre, pasando uno de sus bracitos por la cintura de ésta, pero apenas lograba acoger la mitad del mismo, debido a la escasa longitud de sus extremidades superiores. Yeimy hacía lo mismo con él, abrazándolo por la espalda, atrayéndolo a ella, como si quisiera protegerlo de los peligros de la noche. Sonreí tiernamente, se veían hermosos, madre e hijo, juntos al fin, demostrándose cuánto se amaban y recuperando el tiempo que les robé, intentando salvarla de las garras de mi tío. Respiré profundamente, hacía varias semanas que había recibido aquel mensaje de su parte, y aunque no se había vuelto a pronunciar, me sentía inquieto, lo que menos quería era que se acercara a mi familia, conmigo se podía meter si así lo deseaba, pero a ellos que los dejara sanos. Cualquier persona, pensaría que el hecho de que estuviera callado, eran buenas noticias, pero yo lo conocía mejor que nadie, y sabía que tras ese silencio podría estar planeando un macabro plan. Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos, mi tío estaba lejos, no podía pisar Colombia porque la policía y la DEA lo tenían en busca y captura, y no lo creía tan imbécil de arriesgar su libertad, e incluso su vida, para venir a cobrarse mi traición. Ahora debía concentrarme en mi familia, y en ser feliz con ellos. Una estúpida sonrisa apareció en mi rostro, al recordar cómo la noche anterior Yeimy y yo hicimos el amor, por más que se empeñaba en negar sus sentimientos hacia mí, no los pudo ocultar por más tiempo al estar bajo los efectos del alcohol, y terminó dándole rienda suelta a lo que sentía, dándome el placer de fundirnos en uno solo, brindándome una de las noches más maravillosas de mi vida. Ya tenía la mitad del camino labrado, ahora solo faltaba que aceptara ser mi novia, y viviéramos lo que debimos haber empezado hace tres años, o más bien lo que nunca debió terminar.
— Buen día, príncipe. — Saludé a Mateo, cuando empezó a removerse inquieto sobre los brazos de su madre, restregándose los ojos con sus manitas, intentando volver a dormirse, pero por más adorable que se viera, no podía dejarlo hacerlo, pues se nos habían pegado las sábanas e íbamos a llegar tarde al kinder. — Mijo, tenemos que desayunar, que se nos va a hacer tarde para ir al prekinder.
— Mami, duerme. — Me informó, sentándose en la cama, arropando el cuerpo de Yeimy, antes de retirar sus rizos del rostro, resoplando con indignación, antes de girar su rostro hacía mí, estirando sus bracitos para que lo cargara. Sonreí, atrayéndolo hacia mi pecho, llenando su rostro de besos, así como lo hacíamos cada mañana, era nuestro ritual matutino, yo lo colmaba de atenciones, y él dormitaba algunos minutos más sobre mi cuerpo.
— Sí, dejemos a mami descansar y vayamos a desayunar. — Le pedí, levantándome de la cama, colocándolo sobre mi cadera, empezando a caminar hacia la cocina, sentándolo sobre uno de los taburetes, dándole libertad a mis brazos para sacar los ingredientes necesarios para preparar su desayuno. — ¿Querés tortitas de dinosaurios? — Pregunté, sirviéndole un vaso de leche, que introduje en el microondas, mientras mi pequeño hijo intentaba despertarse completamente, pero al parecer eso le estaba costando un mundo. Mate asintió, apoyando su cabeza en sus bracitos, observándome con curiosidad.
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Ganándome tú perdón
Hayran Kurgu¿Qué pasaría si Charly llega a visitar a Yeimy a la cárcel de New Jersey dispuesto a ayudar a Yeimy? Acompáñame a esta emocionante historia en la que cambiaremos el rumbo de la historia y veremos cómo Yeimy y Charly se la ingenian para criar a su pe...