29: 'Circe's Island'

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Percy se despertó.

Estábamos en un bote de remos con una vela improvisada con la tela gris de un uniforme confederado.

Annabeth, sentada a mi lado, iba orientando la vela para avanzar en zigzag.

Percy intentó incorporarse.

—Descansa —le dije—. Vas a necesitarlo.

—¿Y Tyson..?

Menee la cabeza.

—Lo siento mucho, Percy.

Guardamos silencio mientras las olas nos sacudían.

—Quizá haya sobrevivido —dijo Annabeth, aunque no muy convencida—. Ya lo sabes, el fuego no puede matarlo.

Las olas rompían contra el bote. Le enseñé algunas cosas que habíamos logrado salvar del naufragio: el termo de Hermes (ahora vacío), una bolsa hermética llena de ambrosía, un par de camisas de marinero y una botella de SevenUp. También habíamos encontrado su mochila, aunque los dientes de Escila la habían desgarrado por la mitad. La mayor parte de sus cosas se habían perdido en el agua, pero todavía tenía el bote de vitaminas de Hermes. Y también su espada Contracorriente, desde luego.

Navegamos durante horas. Ahora que estábamos en el Mar de los Monstruos, el agua relucía con un verde todavía más brillante, como el ácido de la hidra. El aire era fresco y salado, pero tenía además un raro aroma metálico, como si se aproximara una tormenta eléctrica, o algo aún más peligroso.

Sin importar en qué dirección virásemos, el sol siempre nos daba en la cara. Compartimos unos sorbos de SevenUp y utilizamos la vela por turnos para guarecernos un poco con su sombra. También hablamos de nuestro último sueño con Grover.

Según Annabeth, teníamos menos de veinticuatro horas para encontrarlo, y eso dando por supuesto que el sueño fuese fiable y que Polifemo no cambiara de idea e intentara casarse antes.

—Sí—dijo amargamente Percy—. Nunca puedes fiarte de un cíclope.

Annabeth fijó la vista en el agua.

—Lo siento, Percy. Me equivoqué con Tyson, ¿vale? Ojalá pudiera decírselo.

—Oigan chicas, ¿cuál es la profecía de Quirón?

Annabeth frunció los labios.

—Percy, no...

—Ya sé que Quirón prometio a los dioses que no me lo diría. Pero tú no lo prometiste, ¿verdad?

—Saber no siempre es bueno—respondió Annie.

—¡Tu madre es la diosa de la sabiduría!

—¡Ya lo sé! Pero cada vez que un héroe se entera de su futuro intenta cambiarlo, y nunca funciona.

—Los dioses están preocupados por algo que haré cuando crezca—aventuró Percy—. O sea, cuando cumpla los dieciséis. ¿Es eso?

Annabeth retorció entre las manos su gorra de los Yankees. Supe que se negaría a seguir discutiendo del tema, así que tuve que continuar yo con la conversación.

—No conozco la profecía entera, Percy, pero sí sé que alerta a los dioses sobre un mestizo de los Tres Grandes: el próximo que viva hasta los dieciséis años. Esa es la verdadera razón de que Zeus, Poseidón y Hades hicieran un pacto después de la Segunda Guerra Mundial y de que juraran no tener más hijos. El siguiente hijo de los Tres Grandes que llegue a cumplir los dieciséis se convertirá en un arma peligrosa.

—¿Por qué?

—Porque ese héroe decidirá el destino del Olimpo. Él o ella tomará una decisión y, con esa decisión, o bien salvará la Era de los Dioses o bien la destruirá.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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