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Enfermé unos cuantos días después de la fiesta. Mi cuerpo debió haber estado sometido a tanto estrés intentando comprender qué había pasado que la defensas habían dejado de funcionar correctamente. Aunque yo no era médica sabía que los altos niveles de estrés podrían llevar a tu cuerpo a forzar una escapada inminente de cualquier situación. Pasé en cama un par de días, prácticamente ocupé mi tiempo durmiendo o viendo comedias románticas cuando la fiebre bajaba. El viernes me sentí mejor, pero no lo suficiente como para realizar otro plan de bar y cervezas, así que las chicas habían organizado una quedada en mi casa para comer pizza, beber un vino barato y ver Friends. Era un plan recurrente de las tardes de invierno cuando éramos adolescentes, aunque el vino era sustituido por alguna bebida energética que nos tenía despiertas hasta las tantas de la madrugada. Apenas había mirado las redes sociales más allá de los grupos de mensajería, así que cuando entré en Instagram casi se me cayó la mandíbula al suelo. Arlo me había seguido, y me había mandado unos cuantos mensajes. Empecé a dar vueltas por la habitación.
"Joder, seguro que piensa que he estado ignorándolo estos días", me dije a mi misma, dándome golpecitos con el teléfono en la barbilla. Toqué la pantalla para leer los mensajes:
Arlo: Me ha costado encontrarte, pero aquí estás
¿Cómo está tu amiga? Espero que bien
No había más mensajes.
"¿Qué hago? ¿Le escribo?", pensé mirando fijamente la pantalla. "Joder, ¿dónde estás?".
Lancé la pregunta al aire en mi mente pero solo hubo silencio. Noté un nudo formándose en mi pecho al sentir que estaba sola. Empezaba a costarme respirar.
"No puedo estar teniendo un ataque de pánico ahora, ¡no ha pasado nada!"
Pero sí había pasado. La voz de mi consciencia que mantenía todo bajo control se había ido, y eso era un motivo para estar en pánico. ¿Qué iba a hacer si no había nadie al volante en mi cabeza? O peor aún, ¿que iba a hacer si era yo la que estaba al volante? Esa opción me daba más miedo. Tomar mis propias decisiones sin ayuda de una vocecita. Me dejé caer sentada en la cama, respirando hondo. No podía estar montando un drama por una voz imaginaria que yo misma había inventado. Podía inventar otra, una que no me sacara de quicio, tal vez. Me calmé progresivamente y comencé a teclear.
Yo: Hola. Siento no haber contestado, estaba enferma.
Esperaba que respondiera al segundo de ver mi mensaje, pero no fue así. No respondió en ese momento, ni en ningún momento contiguo a ese, ni en varias horas. Me encontré a mi misma mirando mi móvil compulsivamente cada cinco minutos mientras me mordía las uñas. Tener esa voz en la cabeza me hacía sentir que no estaba bien, pero no tenerla me hacía sentir completamente desquiciada. Empecé a rebobinar, buscando en qué momento exacto la había perdido, y cómo pensé que se estaba vengando de mí por ignorarla. Noté los ojos ardiendo; la fiebre volvía a subirme. Llené la bañera de agua fría y me metí sin siquiera quitarme la ropa. Hundí mi cabeza en el agua, con los ojos cerrados.
"Eso es, lo estás haciendo muy bien"
Saqué la cabeza de golpe y respiré hondo.
—¡¿QUÉ?! ¡¿Dónde diablos estabas?!
"Querías que te dejase en paz, y eso hice. ¿Qué pasa? ¿Me voy un momento y todo se viene abajo?", se estaba riendo de mí.
"Arlo me ha escrito. Y ahora no responde".
"Seguramente está ocupado".
"O me está ignorando porque he estado dos días sin contestarle"
"Por cierto, ¿Cómo te encuentras?"
Fruncí el ceño.
"¿Qué diablos es esa pregunta? ¡Tú sabrás, eres la que está dentro!"
Cerré los ojos, echando la cabeza hacia atrás en la bañera. Mi cuerpo se sentía cálido a pesar de estar bajo el agua fría. Las yemas de los dedos dejaron de sentirse congeladas, y los ojos dejaron de arder.
"Este baño te va a sentar de lujo, ya lo verás"
"¿Te ha gustado hacerme sufrir con tu ausencia?"
"En absoluto. No sabía que sufrirías tanto. Parece que has generado un poco de apego a esta voz", intenté descifrar el tono, algo en él me decía que no le gustaba esa idea.
"Bueno, para eso estás, ¿no?"
"No deberías depender de mí para llevar tu vida, Hope." La forma en que dijo mi nombre me hizo estremecer. Fruncí el ceño de nuevo. ¿Desde cuando me llamaba a mí misma por mi nombre?
"No comprendo nada. ¿Tú estabas la otra noche? ¿Viste cómo Arlo cambió drásticamente su forma de ser de un minuto a otro? Sin mencionar el hecho de que estaba completamente drogado cuando fui a hablar con él y de repente parecía que estaba más sobrio que nunca".
La voz no respondió.
"¿Eeeeoooo?"
"Lo siento, Hope. No estaba ahí"
"¿Cómo? Si estás en mi cabeza, podrás verlo."
"Bueno es que... no funciona así exactamente."
"¿El qué?"
"Se supone que yo solo aparezco cuando estás en momentos de peligro. Como ahora. Tú creas escenarios de pánico que me hacen aparecer. Y en ese momento estabas segura, con él. No había ninguna razón para estar ahí."
—No. Eso no es cierto —dije en voz alta—. Estaba muy confundida, no entendía qué estaba pasando y no sabía qué debía hacer. Te necesitaba.
"Te has convencido a ti misma, pero no es así"
—Y, además, ¿por qué de repente sí te gusta Arlo? El otro día no hacías más que sabotearme.
"A mí solo me gusta lo que a ti te gusta. Estabas segura con él, eso es lo que importa."
—Tú y ese maldito Arlo me vais a volver loca.
"Porque te resistes a todo. No te dejas aconsejar, no te dejas llevar, no te dejas fluir."
Solté un grito de rabia y salí de la bañera con la ropa mojada. Me la quité, me envolví en una toalla y la puse a secar. Volví a coger mi móvil, tenía un mensaje nuevo de Arlo.
Arlo: Hola Hope. Me alegro de leerte. ¿Te puedes creer que no recuerdo haberte mandado ningún mensaje? Bueno, a decir verdad no me acuerdo mucho ni de haberte buscado, hahaha.
"Esto no me parece nada divertido", pensé.
Yo: Vas a tener que dejar la droga, hahaha
Arlo: Sí, es muy probable que sea eso. ¿Cómo estás?
Yo: Bien, recuperándome. ¿Tú?
Arlo: De lujo Hope. Tengo muy buen recuerdo de ti la otra noche. No recuerdo todo, pero lo poco que sí, WOW.
Yo: Hahaha. Me halagas. Gracias por traernos a casa.
Arlo: ¿¡No me digas que también conduje en ese estado!? Empiezo a pensar que tengo superpoderes.
Yo: Parecías muy fresco.
Arlo: No lo estaba, me acordaría de eso.
"¿Te lo puedes creer? Yo creo que finge, no me creo que no se acuerde"
"Se acuerda, pero no de todo" La voz parecía distinta, más relajada de lo habitual, como si le costara esfuerzo mantener ese tono neutral. Algo dentro de mí se encogió, una sensación de alerta que no podía definir del todo.
"Estoy muy molesta. Primero tú desapareces, y ahora esto. No puedo más, estoy aborreciendo esta situación. Me siento manipulada."
"Esto no tiene nada que ver con la manipulación. Te has pillado por un chico que no conoce sus límites sobre las sustancias que toma." Noté un cambio, casi imperceptible, en la voz. ¿Un titubeo? Quizá solo estaba cansada, pero una pequeña duda se plantó en mi mente.
"Pero, ¿por qué parece tan sobrio cuando habla conmigo?"
"Las personas que se acostumbran a las sustancias desarrollan tolerancia. El cuerpo se hace inmune. Por eso cada vez toman más." Esa respuesta llegó más rápido de lo esperado, como si hubiera estado preparándose para esa pregunta.
"Me estás asustando."
"Es un buen chico, Hope. Se interesa por ti." Ese tono era suave. Demasiado suave. Ya no estaba segura si debía confiar en sus palabras o en lo que mi intuición me decía. Pero ambas cosas estaban dentro de mí, y era confuso no saber cuál estaba en lo cierto.
"Estás muy rara. Demasiado... suave."
"¿A qué te refieres?" Sonó casi ofendida, pero apenas noté una chispa de lo que normalmente sentía en su tono. Era como si algo o alguien la estuviera controlando, o como si ella misma estuviera intentando no revelarme algo.
"Se supone que estás aquí para protegerme, ¿no?"
"Sí."
"¿Me estás lanzando a los brazos de un chico que consume vete-a-saber-qué, qué apenas se acuerda de nuestros encuentros y que está enganchado? Tú no estás bien."
"Al final eres tú quien toma la última decisión sobre lo que quieres hacer. Yo solo puedo decirte lo que pienso."
Guarde el móvil en mi bolsillo sin enviar ninguna respuesta. La sensación de inquietud no se iba. Algo no encajaba, y no era solo el hecho de que Arlo no se acordara de nada otra vez. Era esa extraña calma que sentía en la voz de mi consciencia cuando debería haber estado confundida y molesta.
"Al final eres tú quien toma la última decisión sobre lo que quieres hacer. Yo solo puedo decirte lo que pienso." La voz resonó en mi cabeza una vez más, tan tranquila que casi llegaba a convencerme de que todo estaba bajo control. Pero no lo estaba. Sentía que algo iba más allá de mis emociones, algo que me empujaba hacia Arlo incluso cuando mis instintos me decían que no era lo correcto. Empezaba a ser una dificultad creer en mis instintos cuando la voz de mi cabeza se había encargado de dejarme claro unos días antes que no tomaba las mejores decisiones sola. Cerré los ojos, buscando un momento de claridad, pero solo vi un vacío incómodo. Ya no sabía qué pensamientos me pertenecían. Parecía que iba cayendo en una trampa que yo misma había ayudado a tejer..
Miré por la ventana, viendo cómo las luces de la calle titilaban en la distancia. Algo había cambiado, dentro de mí, dentro de Arlo... dentro de todo. Intenté no pensar en ello, pero la voz había vuelto a marcharse. Estaba cayendo, y no sabía cómo evitarlo.

Unholy JailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora