Los gritos de Lucas mientras golpeaba sus manos con las almohadillas llevaban sonando desde las seis de la mañana. Sabía que tenía que entrenar duro, pero escuchar a mi entrenador gritarme por tres horas seguidas era algo que no estaba dispuesto a permitir. Especialmente después de haberme bebido unas siete copas de vino la noche anterior. Lancé un puñetazo con toda mi fuerza, logrando empujar a Lucas contra las cuerdas.
—¡BASTA! —solté un gruñido —¡NO HAS HECHO MÁS QUE GRITARME DESDE QUE LLEGASTE! ¿QUÉ COÑO TE PASA?
Lucas me empujó en el pecho.
—Estás distraído. Y no sabes controlarte. ¿Crees que llevando un par de semanas aquí ya sabes valerte por ti mismo? Estás haciendo el tonto.
—¿De qué cojones estás háblanos? —me quité los guantes sintiendo que la ira que afloraba me quemaba por dentro. Tenía unas ganas tremendas de golpearlo en la mandíbula para hacerlo callar.
—¿Piensas que por pasear de la mano con una chica ya está todo resuelto? —volvió a empujarme—. Estás muy equivocado. Nunca serás suficiente para ella. Siempre la vas a cagar, una vez detrás de otra. ¿Quieres estar con ella? Perfecto, pero yo te estoy dando casa, comida y trabajo, y estoy intentando que te lo tomes en serio.
—¡Estoy trabajando duro! ¡Entreno desde que me levanto hasta que me acuesto!
Se quedó mirándome, con con una expresión sombría.
—No hablo solo del boxeo. No tienes ningún control de tus emociones. Es la primera vez en tu vida que las experimentas y no sabes qué hacer con ellas.
—Ya lo sé, ¿te crees que no me he dado cuenta?
Suspiró profundamente.
—La mayoría de Los Caídos prefiere no involucrarse con los humanos porque no comprenden sus emociones. ¿Qué te hace pensar que tú eres diferente? ¿Que tú no vas a cometer los mismos errores que ellos?
—¡Porque yo no quería venir aquí!
—¿Crees que los demás sí? Nadie elige esta vida..
—Deja de hacerme preguntas —me agarré la cabeza con frustración, sintiendo el dolor de mis sienes extenderse hasta los ojos.
—Bien.
Me dejó las almohadillas en el pecho y pasó por mi lado para alejarse. Hice un par de respiraciones profundas, antes de seguirlo. Sabía que tenía razón. No quería echar a perder lo único que realmente me importaba, pero no sabía cómo manejar lo que estaba sintiendo. Seguí a Lucas por el gimnasio.
—Vale. ¿Qué sugieres que haga?
—Escucharme —se giró hacia mí—. No hay ninguno aquí que sepa más sobre estar en la Tierra que yo. No vas a aprender a controlarte con ella. Te vas a cargar todo intentando encajar en su vida ahora mismo.
—Lo sé —respondí con resignación—. Dime qué puedo hacer.
—La respuesta no va a gustarte.
—Déjame adivinar, vas a decirme que me aleje de ella.
—No exactamente. Te sugiero que no tengas tu primer contacto humano con la persona que de verdad te importa. Sal, conoce a otras chicas, aprende a controlar tus emociones con ellas. Entrena tu autocontrol. Trabaja duro para que seas el hombre que ella se merece. No tiene sentido que sigas atado a ella cuando apenas has empezado a entender tus propios sentimientos.
Me quedé en silencio, procesando sus palabras. No había contemplado mi vida de esa forma, ni había contado con la existencia de otras mujeres. Para mí, todo giraba alrededor de Hope. Siempre había sido así. Pero las palabras de Lucas eran como un golpe frío de realidad.
—Si te enfocas solo en ella y al final sale mal, te quedarás destrozado. Serás solo otro Caído más, de los que pelean por unos gramos de harina mágica. No te permitas fracasar en lo único que te importa sin antes haber aprendido con otras personas.
—No quiero hacer eso. —murmuré, sintiendo una punzada en el estómago.
—¡Seth! —gritó exasperado— Ahora mismo no tienes nada que ofrecerle. Sal ahí fuera, construye una vida primero. Podrás buscarla cuando estés listo y puedas ser lo que realmente ella necesita. Pero no ahora. No así.
—No puedo hacerle eso a Hope...
—Mira, lo que os une fue asignado por un señor que nos lanza a los lobos sin miramientos cuando el vínculo que él mismo ha creado se expande. Vas a hacerle mucho más daño si sigues engañándote a ti mismo.
No dije nada más. Estaba distorsionando la realidad en la que vivía, me dolía demasiado la cabeza. Me dejé caer en una de las sillas de plástico del gimnasio. Las venas de la sien se marcaban en mi piel, notaba un zumbido en los ojos cada vez que el corazón bombeaba sangre. Mis pensamientos se hacían un nudo. No podía negarlo, Lucas tenía razón. La idea de alejarme de Hope para estar con alguien más me resultaba insoportable, pero no podía seguir negando que el caos en mi interior estaba llevándome hacia un punto sin retorno.
—No me encuentro bien.
—Tomate el día libre. Te huele el aliento a vino todavía.
No le había dicho a Lucas que había bebido vino, pero él llevaba demasiados años en la tierra y yo apenas unos minutos en comparación. Tenía un buen recuerdo de la noche anterior, pero no me había sentado nada bien el alcohol. Las palabras de mi entrenador me mareaban, daban vueltas en mi cabeza una y otra vez.
La puerta del gimnasio de abrió con un golpe extremadamente fuerte que me hizo girarme.
—¡He vuelto, cabrones! —gritó Leo al adentrarse en el local.
Llevaba puntos de pegatina en la ceja, pero colgaban tres medallas de oro sobre su cuello.
—Bienvenido, campeón —Lucas se acercó a abrazarlo. Sin duda, Leo era su favorito.
—¿Me habéis echado de menos? Seguro que sí, este sitio es un muermo sin mí.
Chocamos las manos antes de acercarnos en un abrazo rápido.
—La verdad es que sí.
—¿Qué tal vas? ¿Progresas con la chica? —le seguí hasta la vitrina de los trofeos, que eran todos suyos.
—No sé qué se consideraría un progreso —me encogí de hombros.
Leo colgó sus medallas con las otras, y le sopló el polvo a un trofeo.
—Dímelo tú. ¿Te la has llevado a mi casa?
Negué con la cabeza, con una sonrisa forzada. Soltó una risa.
—¿Qué estás haciendo, Seth? ¿Por qué pierdes el tiempo de esa manera?
Solté un largo suspiro.
—Está empezando a no gustarme que me habléis así.
—Lo que necesitas es salir más. ¿Con cuántas personas has hablado esta semana?
—No muchas.
—Lo que suponía. Esta noche salimos a celebrar mi triunfo, ¿qué te parece?
Me encogí de hombros, todo el mundo parecía saber mejor que yo lo que necesitaba, así que dejé de intentar resistirme.
—¿Qué tienes pensado?
—Luego te recojo. Tú ponte guapo.
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Unholy Jail
General FictionHope nunca imaginó que una atracción prohibida la llevaría a los límites de lo desconocido. Seth no es solo el hombre misterioso que la atrae: oculta secretos que desafían todo lo que ella conoce. Entre la tentación y el peligro, ¿hasta dónde estará...