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Desperté sobresaltada, con el corazón latiendome en los oídos y la sensación de haber olvidado algo importante. El sueño se desvanecía rápido, pero la angustia permanecía en mi pecho. Miré el móvil esperando encontrar un mensaje de Arlo, o alguna señal que me dijera que todo seguía igual, que la ansiedad que sentía era solo un mal sueño. No había notificaciones. Eran poco más de las seis de la mañana. La sensación de vacío se hacía más pesada. Había algo en el aire, algo que no podía nombrar, pero que sabía que estaba ahí. Miré alrededor de mí por toda la habitación, buscando algo que me diera alguna pista. No había nada. Me volví a tumbar mientras soltaba el aire y me intentaba recomponer de la pesadilla. Ya ni siquiera recordaba qué pasaba en ella, ni por qué me había causado tanta angustia. No era la primera vez que tenía pesadillas y luego no las recordaba. Generalmente cuando eso sucedía era un buen momento para empezar a tomar de nuevo las pastillas para dormir. Cerré los ojos de nuevo para intentar dormir un par de horas más.
"¿Estás despierta?", escuché en mi cabeza.
"¿Tú qué crees?"
"Tal vez no sea buen momento para lo que tengo que decirte, pero no puedo alargarlo mucho más."
Fruncí el ceño. Mi cabeza estaba empezando a pasarse de la raya con imaginarse cosas, ya estaba cansada.
"Dispara."
"Voy a tener que dejarte sola."
"¿A qué te refieres?"
"No puedo seguir estando aquí. No sé cómo puedo explicarlo mejor."
"¿Esto es porque te ignoré en aquella fiesta?"
"No, no tiene nada que ver. Simplemente ya no puedo ayudarte."
"¿Cómo no vas a poder ayudarme? ¿Eres yo, no? Te he creado para sobrevivir, eso dijiste."
"Yo no dije eso."
Estaba empezando a desesperarme, no solo no estaba comprendiendo qué estaba pasando con mi vida en las últimas semanas, sino que ahora sentía que me estaba dejando tirada a mí misma. La sensación de haber estado siendo manipulada de repente se opacó por una sensación de miedo absurdamente real. Miedo a mí misma.
"Simplemente no puedo quedarme viendo cómo interfiero tanto en tus decisiones, no era lo que se suponía que tenía que hacer." Parecía estar nerviosa, perdiendo el control de lo que decía, como si en algún momento fuera a contarme un secreto que no debía decir a nadie. No quise preguntar más, decidí dejarla continuar. "Y lo peor es que ni siquiera has opuesto resistencia. Todo lo que te he ido diciendo lo has tomado como la verdad absoluta."
"Dijiste que tenías las respuestas a casi todo."
"Eso pensaba. Pero ya no puedo ayudarte, me estoy corrompiendo cada vez que intervengo."
"A ver si lo entiendo: ¿cómo te he hecho caso en todo ahora estás dudando de tu propia integridad? Se te ha difuminado la línea entre lo bueno y lo malo, ¿o qué?" Solté una risa en voz alta.
"Sí, Hope." Había demasiada seriedad en su tono, y se me erizó la piel cuando dijo mi nombre otra vez, como si no fuera yo la que hablaba sino alguien más.
"Necesito saber qué está pasando."
"Es mejor que no lo sepas. Tienes que continuar sin mí."
Se me encogió el corazón un segundo.
"¿Eso es un adiós?"
Hubo un silencio.
"Te estaré protegiendo, pero no de esta forma." Cuando dijo eso, sentí que me había revelado algo.
Y después no volví a escucharla hablar. Ni en ese día, ni en los siguientes. Desapareció completamente sin dejar rastro.

Invite a Arlo a venir con nosotras a tomar algo al final de la semana. Mi cabeza había sido mucho más caótica de lo normal. Se me empezaron a olvidar cosas importantes como el cumpleaños de mi madre, cerrar el coche, coger las llaves antes de salir de casa... Vivir se me había empezado a hacer cuesta arriba otra vez. Me pregunté varias veces durante la semana cómo vivía antes de la voz. Sí que me había hecho muy dependiente de ella y ahora era como si fuera imposible tener nada bajo control. Cualquier mínima situación se sentía como cuando dejas una olla en el fuego y el contenido empieza a hervir y a salirse por todas partes. Me miraba al espejo con aquel vestido ceñido verde oscuro, mientras intentaba subirme el ánimo. "¡Estás guapísima! Uhm... no, demasiado emotiva. Qué guapa estás. Tampoco. No suena bien. ¿Estás guapa? ¿Por qué me hago preguntas? Estás genial, venga. Voy a llegar tarde." Cogí el bolso y el abrigo de la percha y salí por la puerta.
—¡Joder! —exclamé, metiendo la mano en el bolso para comprobar que había cogido las llaves.
Suspiré cuando vi que estaban dentro, y comencé a andar hacia el bar. Esperaba que esa noche no hubiera más confusiones con Arlo, no soportaba su comportamiento fingiendo que no se acordaba de las cosas que hacíamos. Otro comentario diciendo que no se acordaba y empezaría a quemar cosas. Lo encontré en la puerta, con una de sus piernas apoyada en la pared, fumando. Arlo era muy guapo, tenía el pelo rubio, algo largo, dividido por la mitad; y vestía ropa ancha. Esa noche llevaba unos vaqueros rectos oscuros y una camiseta oversized beige. Le dediqué una sonrisa mientras me acercaba. Tiró el cigarro a medias cuando me vió.
—¡Wow! —exclamó sonriente, cogiéndome la mano para hacerme girar sobre mí misma — Estás guapísima.
Se acercó a darme un beso en la mejilla y puso su mano en mi espalda para entrar dentro. Avery, Iris, Paul y un par de chicos más estaban en nuestra mesa de siempre.
—Me debes 5 pavos —le dijo Avery a Iris.
—¿Qué habéis apostado? — dije mientras colocaba el abrigo en la silla, antes de sentarme.
—Iris decía que no ibas a venir.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Te acuestas a las tantas de la noche, te despiertas cuando sale el sol, tienes unas ojeras que se te caen al suelo y juraría que has empezado a leerte ese libro que te hace llorar cada vez — Iris enumeró todos los motivos por los que pensaba que estaba volviendo a caer en una depresión de caballo.
—No te juzgo, habría apostado lo mismo, pero necesitaba salir de mi casa.
—Además no podías dejarme tirado —dijo Arlo, tomando asiento a mi lado.
Henry nos trajo dos cervezas frías sin siquiera pedirlas. Los chicos empezaron a hablar de coches y me vi sumergida en decenas de conversaciones triviales que me hicieron sentir mucho mejor. Estar rodeada de gente hacía que me notase menos vacía y más segura. Iris y Paul habían congeniado muy bien, se notaba en el ambiente que estaban hechos el uno para el otro. Los otros dos amigos de Paul estaban peleándose por llevarse a Avery, y ella no parecía tener ningún problema con flirtear con ambos a la vez. Parecía cómoda soltando comentarios jocosos sobre la situación, riéndose de cómo dos chicos estaban por ella. La noche iba muy bien, Arlo no estaba muy hablador, pero supuse que era normal si tenía en cuenta que el resto de veces que nos habíamos cruzado él iba un poco pasado de rosca. A las doce atenuaron las luces del bar y cambiaron de música. Todos nos levantamos de la mesa para bailar y cantar. Arlo no parecía tímido, y con cada cerveza se acercaba un poco más a bailarme. Me gustaba, pero no sentía por la fuerte atracción sobrenatural que había sentido días atrás. No le di importancia, no era el momento, quería disfrutar. Y tenía que admitir que no tener una voz en mi cabeza protestando por todo se sentía liberador en aquel momento. Arlo me acompañó varias veces al baño, se quedaba esperando fuera siempre. La última vez que salí, tiró de mi muñeca antes de poder cruzar la puerta del pasillo que daba al bar.
—¿Te lo estás pasando bien? —me sonreía mientras colocaba mi pelo detrás de mis orejas.
—Sí, mucho —asentí con mi cabeza entre sus manos.
—¿Y no tienes ganas de darme un beso?
—Uhm... déjame pensarlo un minuto... —bromeé antes de sentir como se agachaba para besarme.
Sus labios eran ásperos porque los tenía cortados, y se movía algo torpe, como si no besara a chicas muy a menudo. Aunque eso no era posible, si fingía no conocerme al día siguiente era porque acostumbraba a hacerlo con otras y le funcionaba. Hubiera querido estar más presente en aquel beso, pero había algo que me impedía disfrutarlo. Cuando se separó, me besó la mejilla y tiró de mi mano hacia la multitud. Bailé y canté con mis chicas hasta que me quedé ronca; y bebimos hasta que Henry nos echó del bar. Decidimos bajar a un viejo Karaoke que había cerca de la estación del tren para continuar con la fiesta. Por el camino, Arlo me cogía la mano. Iris y Paul se paraban a besarse en cada esquina, mucho más atrás de los demás, y Avery todavía coqueteaba con los otros dos chicos.
—¿Con cuál de los dos crees que acabará la noche? —murmuró Arlo, refiriéndose a mi amiga.
—Probablemente con ninguno — me reí.
—¿De verdad? Yo diría que le gusta el moreno.
—Si se va casa con uno de los dos seguramente se quede dormida antes de que pase algo.
Arlo se rió un poco.
—¿Cómo estás tan segura?
—Es lo que pasó las últimas tres veces. Avery es una chica que está en la cama a las nueve para poder salir a correr a las seis. No aguanta mucho las fiestas. Acuérdate de la última vez.
—Sí, sobre eso... –se rascó la nuca— Seguramente estarás pensando que me lo invento, pero te juro que no. Últimamente tengo unos viajes muy raros cuando bebo o fumo. Diría que se sienten como experiencias divinas, ¿eso es posible?
Fruncí el ceño. ¿Experiencias divinas?
—Como si algo se apoderara de mi cuerpo y actuara por mí. ¿Sigue sonando a excusa? —me miró unos segundos —Por Dios, sí que suena a excusa. Lo siento Hope, vas a pensar que estoy loco.
—No... o sea, sí. Pero da igual —traté de restarle importancia, al final estaba a gusto, y la voz había dicho que estaría segura con él —, yo también siento a veces que estoy perdiendo la cabeza.
—Menos mal —me dejó un beso en la cabeza y me rodeó los hombros con su brazo —. Porque me dolería mucho que me dejaras de hablar por esto —se llevó una mano al corazón y fingió en su cara estar herido.
Me reí un poco y entrelacé mis dedos con los suyos, con la mano que caía sobre mi hombro. Entramos en el Karaoke, un lugar que olía a madera húmeda y cuero. El local se había hecho popular entre los adolescentes después de la pandemia porque les dejaban traer sus shishas y fumar solo por tomar una Coca Cola. Las paredes de aquel sitio estaban llenas de posters de grupos musicales, Había mesas normales y unas con unos sofás en forma de semicírculo que rodeaban el escenario. No había nadie haciendo uso del Karaoke a esas horas. Pedimos un par de cócteles y pedimos permiso para usarlo. Avery fue la primera en entrar en escena. Escogió una canción de Lady Gaga que no pudo acabar de cantar porque le dio por ponerse a bailar como una loca y todos nos moríamos de risa. Después subí yo, a cantar Summer nights de Grease, tomándolo tan enserio como podía. Iris no se atrevió a cantar sola, así que Avery nos propuso cantar las tres Súper Trouper de la película de Mamma Mia. Le pasó su móvil a Paul para que nos grabase un vídeo, Iris se moría de la vergüenza. Todas desafinamos lo más grande pero lo pasamos mejor que nunca fingiendo que estábamos dentro de la película. Cuando bajamos del escenario, Arlo había cambiado su gesto. Hacía unos minutos estaba cantando con nosotras y ahora parecía más serio que nunca, una sombra oscura cubría sus ojos. Me dejé caer en el asiento, recuperando el aire de la risa.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿por qué? —puso su mano en mi muslo y sonrió con sus labios, pero era una sonrisa diferente.
De repente volví a sentir una atracción irrefrenable hacia él, era una sensación que ya había sentido antes. Un deseo de acercarme más a él. Él se levantó.
—Me toca —me dijo, acercándose al escenario.
Lo observé trastear la tablet mientras buscaba su canción, y luego cogió el micro. El instrumental de Iris de The Goo Goo Dolls empezó a sonar por los altavoces. Me encantaba esa canción, la tenía en mi playlist favorita. Iris lanzó un pequeño chillido, y escuché como le decía a Paul que esa era su canción. Los primeros acordes suaves y melancólicos empezaron a llenar el ambiente. Cuando la voz de Arlo se unió a la música, sonó muy grave, como si no le perteneciera a él.
—And I'd give up forever to touch you, 'cause I know that you feel me somehow... you're the closest to heaven that I've even been...
La letra empezó a clavarse en mi pecho como un puñal, como si con esta canción él me estuviera mandando un mensaje que nadie más podía descifrar. Cada párrafo se me hincaba más profundo, me dolía. Podía sentir el dolor que él quería transmitirme con cada palabra.
"And all I can breath is your life", Esas palabras me resonaron de una manera extraña, casi familiar. Algo en ellas me hizo detenerme, como si ya las hubiera escuchado antes, pero no de Arlo. Traté de buscar en mi memoria, de dar con ese eco lejano, pero no hubo éxito, las palabras se desvanecían, sustituyéndose por otras: "I just want you to know who I am".
Miré a los demás. No sé muy bien si buscaba que alguien viera lo que yo veía o todo lo contrario. De alguna forma quería no ser la única que estaba sintiéndose así. Los demás disfrutaban de la canción, Iris cantaba bajito.
—Oye canta suuuuper bien tu amigo —me dijo con la sonrisa de haber tomado un poco más de cerveza de lo habitual.
Intenté dedicarle una sonrisa también, pero me quedé a medias. Todos ellos eran ajenos de lo que me estaba removiendo por dentro, el peso de las palabras que cantaba Arlo me iban hundiendo en un pozo oscuro que no podía explicar. Intenté apartar la mirada de él, pero era imposible, me sentía magnetizada. Cada vez que lo intentaba, su voz resonaba aún más fuerte en mi cabeza, mezclándose con ese eco familiar que me estaba volviendo loca. Como si ya no cantara solo ahí fuera para todos, sino también dentro de mi cabeza y para mí, devolviéndome una sensación con la que había estado acostumbrada a vivir. Sentí una ola de calor que me hizo remangarme, el corazón parecía que iba a salirme por la boca. Respirar se empezó a hacer difícil. El cambio en Arlo, su voz grave de repente, sus palabras... No era solo la canción, había algo más que se me escapaba. Todo parecía una pesadilla de la que era incapaz de despertar.
—¿Estás bien? —Paul me tocó el hombro.
—Sí, sí —asentí —, solo me emocionó la canción.
Pero la realidad era que no estaba prestando atención a lo que estaba pasando allí en ese momento. Solo entré en un bucle mental, preguntándome qué relación tenía todo esto con Arlo, por qué mi voz me había abandonado y por qué todo parecía estar viniéndose abajo sin control.

Unholy JailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora