sesenta

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‘No pude entender lo que estaba diciendo de inmediato, pero en cuanto lo entendí, me quedé sin palabras y me reí a carcajadas’.

“Ahora que estoy aquí… ¿Me propones borrar al niño?”

Después de tanto escapar, finalmente me atraparon, así que decidí dar a luz porque ya no tenía otra opción, pero… ¿Qué tonterías está diciendo este hijo de puta?
Jisung se acercó. Apretó el puño y lo abrió, luego se cruzó de brazos y suspiró. Parecía ansioso.

“Eso no es lo que quería decir. Significa que si el cuerpo de Zhong Chenle está tan delicado y corriendo peligro, es una de las opciones que podemos considerar”.

“He pasado por esto toda mi vida”.

“Sr. Zhong Chenle…”

Al darse cuenta de que se había equivocado de palabras, Jisung trató de calmarlo tardíamente, pero los oídos de Chenle ya no podían escuchar nada. ‘Entonces, ¿qué es lo que he estado haciendo hasta ahora?’

“Pero ahora me dices que lo borre… ¿Qué tontería es esta?”

Al final, Jisung acabó por agarrar la muñeca de Haejin, que se asomaba fuera de la manta. Los ojos de Chenle, que habían entrado en pánico por el toque bastante fuerte, marcaron el límite.

“Sr. Zhong Chenle”.

Lo llamó con una voz grave tan potente como la mano que lo sostenía. Chenle parpadeó, e hizo contacto visual con Jisung, quien se arrodillo frente a él.

“Lo dejaré claro esta vez. No tengo ninguna intención de obligar a Zhong Chenle a hacer nada más ahora”.

‘…¿Era él originalmente una persona que podía verse así en primer lugar?’ Chenle, quien estaba fascinado por su mirada fija en lugar de las palabras que había dicho, lo miró sin comprender.

“También quiero que sepas que lo que me importa ahora no es el niño, sino Zhong Chenle”.

Una persona desconocida estaba diciendo cosas extrañas. Si fuera su amante de verdad, entendería la razón de ser tan dulce.

“…¿Por qué?”

Sin embargo, Chenle no tuvo más remedio que preguntar. De hecho, Park Jisung había estado actuando un poco extraño desde que lo encontró en el granero. Pensó que como necesitaba su cuerpo, era normal que bajara la cabeza por ahora.

Park Jisung estiró sus manos hacia la cara de Chenle. Estaba de rodillas.

La mano de Jisung, que se acercó como para envolver su mejilla, se detuvo justo antes de llegar.

Por un segundo, Chenle pensó que su cara parecía triste. Era una idea ridícula.

“Yo tampoco lo sé”.

Jisung volvió a levantar la mano. Y se puso de pie.

“De todos modos, no es una decisión que pueda tomarse precipitadamente, así que me gustaría discutirlo con el Dr. Choi. Pero quiero que sepas que aceptaré cualquier decisión que tomes…”

La forma arrogante de hablar aún perduraban. Incluso la postura que parecía mirar en menos a la gente. Pero por alguna razón, Chenle pensó que sólo sus ojos habían cambiado. Las largas pestañas y los ojos afilados seguían siendo los mismos.

“…Estaré en mi estudio, así que llámame si necesitas algo”.

Jisung entró en la sala de estudio y Chenle se acurrucó en el sofá del salón.

Hiciera o no bastante viento, las ramas de ginkgo, que están lejos de la ventana delantera, se agitaban mucho. El officetel era originalmente silencioso en los alrededores, y estaba insonorizado, por lo que el ruido de las afueras no se oía en absoluto.

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