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sesenta y nueve

Tanto Chenle como el niño en su estómago fueron revisados y se les dijo que no había ningún problema ni con el bebé ni con su cuerpo, pero Chenle seguía sufriendo de fatiga extrema y náuseas matutinas. Por lo general, las náuseas matutinas mejoran cuando el vientre ya está más abultado, pero en este caso no fue así porque su cuerpo era muy débil. Como su estómago ya era bastante grande, su cuerpo también comenzó a tener dificultades.

Además, debido a la depresión por el final del embarazo, Chenle a menudo se sentaba solo y con la mirada perdida.

Sentado sin hacer nada y mirando por la ventana hacia el otoño, pensaba en todo tipo de posibilidades… ‘¿Qué me pasará en el futuro, qué pasará si algo sale mal mientras doy a luz, qué haré después de dar a luz?’

Cada vez que miraba por la ventana con una expresión en blanco, Jisung se mostraba inquieto y le ofrecía esto y lo otro desde todos lados. Chenle permanecía en silencio incluso cuando le mostraba su documental o comida favoritos. Estaba a punto de volverse loco.

“Chenle, ¿qué tal si vamos a dar un paseo? Abrígate bien…”

“Estoy bien”.

“Entonces te serviré un tentempié. ¿Tienes algo que quieras comer…?”

“Estoy bien”.

Zhong Chenle rechazó todos sus favores como si no pudiera decir nada más que ‘Estoy bien’. Incluso hubiera estado mejor que despilfarrara todo su dinero como cuando se escapó, para aliviar el estrés, pero tampoco parecía interesado en gastar dinero.

Su estómago estaba voluminoso, pero debido a que no podía comer bien a causa de las náuseas matutinas, su cara estaba completamente seca y demacrada, al verlo Jisung sintió una terrible sensación de culpa al observar a Chenle así. ‘Si no hubiera tenido a mi hijo, Zhong Chenle no estaría sufriendo tanto. Todo es culpa mía. Pero no puedo volver atrás’.

Quería animarlo a que dijera lo que le gustaría hacer, pero de alguna manera pensó que Zhong Chenle respondería: ‘Creo que sólo necesito estar sin ti’, así que Jisung no pudo hacerlo y se limitó a mover sus pies a unos pasos de él.

Entonces, decidió hacer lo que pudiera. Y comenzó a registrar cuidadosamente el estado de Chenle. Comenzó a tomar notas una a una, como los rastros que veía en su cuerpo cuando lo lavaba o los sentimientos que se revelaban en su rostro para luego entregárselas al ginecólogo. Chenle también escribió un diario materno, pero el de Jisung tenía un registro cualitativo y detallista mucho más profundo.

Entonces, un día. Jisung echó aceite aromático en agua caliente para cambiar el estado de ánimo de Chenle, luego se arrodilló frente a él y le dio un baño de pies. La cara de Haejin, que había estado deprimida todo este tiempo, pareció iluminarse un poco cuando el agua tibia y fragante tocó sus pies.

Las manos que rodeaban el abultado vientre eran demasiado pequeñas, pero el corazón de Jisung se estremeció porque parecían más frágiles que antes. Sus mejillas también estaban delgadas. Cada vez que veía las mejillas de Chenle, que solían ser como pasteles de arroz de harina regordetes, suspiraba pensando en cómo volver a cocerlas al vapor.

Jisung le limpió y frotó meticulosamente los pies, tobillos y talones. Fue una pena que los pies de Chenle fueran mucho más pequeños que los suyos.

“No tienes que hacer esto…”

Parecía avergonzado. De repente Jisung tuvo el impulso de poner esos mullidos pies en su boca, pero se contuvo.

“No digas eso. Las personas embarazadas que han aumentado mucho de peso deben cuidarse bien los pies”.