setenta y tres

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Park Jisung era muy exigente y sensible incluso para pensar en sí mismo. Pero teniendo en cuenta su proceso de crecimiento, era un resultado natural. En los días en los que luchaba por sobrevivir solo sin la ayuda de su familia, necesitaba unos estándares diferentes a los de los demás.

Los principios fundamentales establecidos por él mismo pronto se convirtieron en un muro para proteger a la persona llamada Park Jisung. Sólo podía estar en paz dentro de los muros que había construido.

Sin embargo, Zhong Chenle fue la primera persona en romper ese sólido muro.

Se sorprendió él. Y estaba sorprendido también de Chenle. Su existencia era algo más que la de un omega llevando a su hijo.

Zhong Chenle era un intruso, el más dulce enemigo, y al mismo tiempo un compañero difícil.

Y era su primer amante.

Ni su misofobia, ni su extrema aversión a compartir la vida con los demás, o su melindrosa personalidad, fueron suficientes ante Zhong Chenle.

Siempre que se paraba frente a él, sentía un estremecimiento que hasta le debilitaba los huesos. Era como un perdedor que había perdido su armadura y abandonado su arma. Sin embargo, eso no le disgustaba.

A Jisung le gustaba que lo hiciera sentir de esa manera. Así fue como pudo darse cuenta por primera vez de como se sentía el derrumbarse.

“¿Te gustan los juegos de mesa?”

Un día, mientras miraba a Chenle leyendo un libro, este le preguntó.

“¿Juegos de mesa? Nunca los he jugado”.

“Cuando era joven, envidiaba a los niños que jugaban juegos de mesa con sus hermanos. Yo no tenía a nadie con quien jugar, pero igualmente los compraba.”

¿Está queriendo decir que quiere un juego de mesa? Jisung lo pensó por un momento, pero pronto se dio cuenta de que no era eso a lo que se refería.

Ha aprendido muchas cosas durante este tiempo viviendo con Zhong Chenle. Cosas como la forma de cuidar la salud de un omega embarazado, o cuál debe ser la primera prioridad a la hora de explorar las zonas remotas para sobrevivir.

Identificar y adaptarse a sus cambios de ánimo también fue una de las nuevas cosas que aprendió. No estaba muy acostumbrado a reconocer los estados de ánimo de los demás. Por lo que si las personas a su alrededor sentían emociones negativas hacia él, es muy probable que no lo supiera. Sin embargo, al quedarse con Chenle, aprendió por primera vez a leer las intenciones de la otra persona y a entender sus sentimientos.

Y ahora los juegos de mesa no eran importantes. Jisung aceptó el libro que le había dado y le entregó el siguiente de debajo de la cama.

“Cuando era joven, envidiaba a los que tenían hermanos”.

“¿De verdad? ¿Tú también?”

Cuando Chenle le preguntó con los ojos bien abiertos, Hwan asintió.

“Sí, nací como hijo único y pasaba la mayor parte del tiempo solo. A diferencia de Chenle, ni siquiera tenía amigos”.

Chenle sonrió ligeramente. Jisung también sonrió. Nunca había hablado de esto con nadie más.

“Cada vez que quieras jugar juegos de mesa, puedes decirme. Y si necesitas más gente, puedes llamar al secretario Kim o al Dr. Choi”.

“¡Bien! Acabo de recordar un juego de mesa que creo que te gustará. Es algo así como…”

Chenle comenzó a parlotear sobre el juego, mientras que Jisung le agarraba la mano con suavidad, le respondía y hacía preguntas con entusiasmo. Mientras le tomaba la mano, que era mucho más pequeña que la de él, y la acariciaba, Chenle parecía estremecerse.

ㅤㅤㅤㅤ99.99% 𝗹𝘃𝘀ㅤㅤ! 罪 ¡ㅤㅤ𝗃𝗂𝖼𝗁𝖾𝗇ㅤDonde viven las historias. Descúbrelo ahora