Con el paso de los días y luego semanas, la guerra contra la infección se volvió un sombrío recuento de pérdidas. Los héroes caían uno tras otro, y equipos enteros que una vez defendieron el mundo comenzaron a desmoronarse, incapaces de resistir la devastadora fuerza de sus propios aliados convertidos en zombis. Aquellos considerados los más fuertes, como la Liga de la Justicia, los Jóvenes Titanes y héroes de todas partes del mundo, se estaban quedando sin aliados. La pérdida de los más débiles en cada equipo dejaba a sus compañeros restantes desgastados y emocionalmente rotos.
En la Liga de la Justicia, héroes como Hawkman, Green Arrow y Black Canary fueron de los primeros en sucumbir. A pesar de su valor y sus habilidades, no lograron resistir los ataques implacables de sus compañeros infectados. Wonder Woman y Flash luchaban con ferocidad, tratando de mantener el equipo unido, pero sabían que estaban perdiendo. Aquaman y Cyborg habían dado sus vidas en combate, y Superman, con cada batalla, veía con horror cómo sus amigos caían sin remedio. En cada combate, la Liga de la Justicia se debilitaba más, y la esperanza de una victoria se desvanecía.
Los Jóvenes Titanes también enfrentaban una situación desgarradora. Beast Boy fue uno de los primeros en caer, atacado en un instante de distracción. Starfire y Raven trataron de proteger a los más jóvenes, pero pronto se vieron superadas. Cyborg, aunque perteneciente tanto a la Liga como a los Titanes, se esforzaba por mantener a ambos equipos conectados y en comunicación, pero fue desgarrador cuando finalmente sucumbió a la infección. Robin se vio obligado a ver cómo sus amigos y mentores caían uno tras otro, siendo de los últimos en mantenerse en pie. La Hermandad de los Titanes se estaba rompiendo, cada pérdida llenando de culpa y desesperación a los que aún luchaban.
En otro continente, héroes de distintas naciones intentaban proteger sus hogares, pero la infección no respetaba fronteras. Japón, por ejemplo, vio a muchos de sus héroes caer rápidamente. Los poderosos defensores de Tokio, héroes que una vez lucharon contra monstruos y amenazas sobrenaturales, se convirtieron en zombis, sumando sus propias habilidades al caos. En Europa, equipos de héroes que protegían sus ciudades y países sucumbían uno a uno. Los que quedaban en pie solo podían observar cómo el mundo, tan lleno de luchadores valientes, era devorado lentamente por la infección.