Apenas recordaba haber corrido de vuelta a la cabaña, tampoco me importó si alguien me vio. No presté atención a si un lobo enorme corriendo por el bosque levantaba sospechas. Parte de mí sabía que no había peligro en ser vista, esa sensación instintiva de advertencia no apareció. Cuando llegué, me transformé en la entrada y caminé hacia el rincón donde dormía, dejándome caer en el colchón improvisado que usaba como cama.
Me dolía todo, pero más que el cuerpo, era el alma lo que sufría. El peso del cansancio me aplastaba, y mis ojos ardían por el llanto retenido. Me desplomé, acurrucándome en el colchón, completamente humana. Mis brazos se envolvieron alrededor de mi cuerpo en un intento desesperado por consolarme. El balanceo que me daba sobre el suelo no ayudaba; mis sollozos se hicieron audibles, pero no podía detenerlos.
Sentía como si lo hubiera perdido todo: mi manada, mi familia, y ahora, la mitad de mi alma. La vampira que había llenado cada rincón de mi corazón jamás podría ser mía. No podía soportarlo, no podía soportar el dolor. Me sumergí en la tristeza más profunda, sola en mi miseria, sin nadie a quien recurrir.
El sonido de la puerta abriéndose me hizo levantar la cabeza, gruñendo antes de siquiera ver quién era. El olor a vampiro penetró mis sentidos, pero me negaba a ceder. Gruñí, mostrando los dientes, hasta que vi esos ojos castaños llenos de tristeza. Esme.
—Diana —su voz fue suave mientras entraba lentamente a mi cabaña. Sus ojos barrieron el lugar, tomando en cuenta mi pequeño y miserable refugio. Luego se volvieron más tristes aun cuando captaron la pobreza del espacio. Apenas lo susurró—. Vives aquí...
Su compasión me golpeó con más fuerza que cualquier golpe físico. Me estremecí, y en un acto de pura obstinación, gruñí más fuerte cuando se acercó. Pero Esme no se detuvo. Me abrazó sin miedo, ignorando cada señal de advertencia que emitía. Sentí su cuerpo frío, sus brazos envolviéndome en una calidez que no era física, pero sí emocional. Me resistí un segundo, pero luego me dejé caer en su hombro, temblando.
—Shh, querida —Esme acarició mi cabello, y finalmente solté todo. El dolor, las lágrimas que contenía, todo lo que había reprimido salió en un torrente. Su aroma me quemaba la nariz, pero no me importó. No pude evitarlo más.
—¿Por qué? —mi voz era apenas un susurro quebrado, lleno de lágrimas. No estaba segura de lo que preguntaba exactamente: ¿Por qué me enamoré de alguien que nunca podría tener? ¿Por qué el universo me hacía esto? Me costaba incluso respirar a través del dolor que me invadía.
—Oh, Diana —Esme susurró, su voz suave, llena de compasión—. Nunca me esperé esto —seguía acariciando mi cabello, su tono reconfortante me recordaba a mi madre, lo que solo intensificaba mis sollozos—. Te enamoraste de Alice, ¿verdad?
La pregunta me dejó sin aliento. Mis sollozos cesaron por un momento, pero el dolor seguía ahí, latente, esperando salir de nuevo. Esme me envolvió en una manta y me di cuenta de que estaba desnuda. Me sonrojé al recordar que la transformación rasgaba mi ropa y pasaba tanto tiempo sin ella que lo olvidaba. Me alejé ligeramente, agarrando la manta con fuerza, como si fuera mi única defensa.
No respondí a su pregunta. No sabía cómo, no quería tener que explicarlo todo. No había palabras suficientes para hacerle entender lo que sentía. Aun así, ella esperaba. Sus ojos seguían fijos en mí, llenos de paciencia y comprensión. Me sonrojé aún más y finalmente susurré:
—Voy a vestirme...
Tomé mi bolsa de ropa, sintiéndome expuesta y vulnerable, mostrándole mi pobreza de manera tan obvia. Me deslicé a la otra habitación, lejos de su vista, y me puse unos jeans y una camiseta, mis manos temblaban mientras lo hacía. Sabía que mi cabaña era un desastre comparado con su hermosa casa, pero no había otra opción para mí. Esto era todo lo que tenía.

ESTÁS LEYENDO
𝑳𝒐𝒃𝒂 𝑺𝒐𝒍𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂 || 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏 (𝒈𝒙𝒈) [1]
FanfictionUna loba establece un profundo vínculo con Alice, pero esta conexión provoca que sea rechazada por su propia manada. Atrapada por la presión de su entorno, decide mudarse a Forks para asistir a la escuela secundaria. Una vez allí, el deseo de acerc...