𝑳𝒐𝒃𝒂 𝑺𝒐𝒍𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂 || 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏 (𝒈𝒙𝒈) [1]

Capítulo 31

Sentí la vibración en mi pecho y el dolor cuando Carlisle se acercó. Mis ojos se entrecerraron y vi cómo se detenía, levantando las manos en un gesto de calma. La mano fría que se posó en mi hombro desvió mi atención y giré la cabeza para encontrarme con los ojos oscuros y preocupados de Alice.

—Cachorrita, solo quiere ayudarte.

Tosí un poco para detener el gruñido, y un rubor cubrió mis mejillas. Bajé la cabeza, mirando el suelo mientras esperaba. Sus pasos eran suaves; un humano no los habría escuchado.

—Necesito quitarte ese abrigo, pero sospecho que reabrirá algunas heridas —dijo en voz baja, y empecé a ver al médico en él.

Se me hacía extraño que fuera doctor, pero hablaba con delicadeza y empezaba a entenderlo, pese a lo que era. Levanté la vista y miré a Alice, preocupada por cómo respondería al olor de sangre fresca si él tenía razón.

—Debería haber sanado ya —murmuré, ignorando el dolor mientras miraba la chaqueta manchada que llevaba puesta. Una brisa desde la puerta trajo otro aroma, y al girarme vi a Esme mirándome con las manos entrelazadas, nerviosa. Le di una pequeña sonrisa. —Pero estaré bien —le dije con voz suave, intentando tranquilizarla mientras fruncía el ceño mirando las manchas de sangre.

—Si tienes suficiente fuerza, quizá podamos ponerte en la ducha para aflojar la sangre antes de intentar quitar la chaqueta —sugirió Carlisle, y asentí.

Mis ojos volvieron a buscar a Alice. Vi cómo ella tragaba con dificultad y tensaba los hombros con determinación.

—Vamos, el baño está justo al otro lado del pasillo —dijo.

Comencé a incorporarme, pero ella simplemente volvió a alzarme.

—Puedo caminar —le dije en voz baja, pero ella solo me dio una tensa sonrisa y me llevó al baño.

La habitación era amplia, lujosa, y me quedé parpadeando, como una tonta, cuando me dejó en el suelo dentro de la ducha.

—Puedo hacerlo, Alice —Esme intervino suavemente, y miré alrededor de la espalda de Alice para ver a Esme observándonos.

Sentí cómo Alice se tensaba por un momento antes de apartarse y mirar a Esme, luego volvió su mirada hacia mí. Casi podía sentir su lucha interna.

—¿Estarás bien, Alice? —preguntó Carlisle desde el umbral, detrás de Esme.

No sabía realmente qué decir; confiaba en ella y no sentía peligro, pero tampoco quería ponerla en una situación que la hiciera sufrir. Sus grandes ojos se clavaron en los míos, su cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda.

—¿Lo estaré? —preguntó en un susurro, y podía sentir su inseguridad en cada palabra.

Me sentí impotente mientras asentía. No había peligro para mí, eso lo sabía, pero me sentía mal al ver que estaba tan tentada y, aun así, quería quedarse. Sonrió, aunque de forma un poco tensa, y miró a Carlisle y Esme con esa misma sonrisa.

—Estaré bien. Saldremos en unos minutos.

—Podría ayudar —ofreció Esme en voz baja.

Le devolví una sonrisa pequeña, pero Alice negó lentamente con la cabeza.

—Yo puedo encargarme —dijo Alice con suavidad, y sentí que necesitaba probarse algo a sí misma. Quizás eso explicaba su comportamiento desde que llegué, así que agradecí a Esme y le dije que estaríamos bien.

Esme dudó un momento antes de cerrar la puerta del baño, dejándonos solas. Yo también tragué con fuerza y extendí una mano para tocar suavemente la de Alice. Seguía sin moverse.