𝑳𝒐𝒃𝒂 𝑺𝒐𝒍𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂 || 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏 (𝒈𝒙𝒈) [1]

Capítulo 45

Era el jueves antes de las vacaciones de Navidad y, como era de esperar, la mayoría de los estudiantes, incluyéndome a mí, no teníamos mucho interés en las clases. Me encontraba pensando en los regalos que ya había comprado o que planeaba comprar, más que en cualquier cosa de la que intentábamos hablar en clase. Hoy era el día en que recogería algo para Alice. Esme había accedido a llevarme después de hacer sus propios mandados, que aparentemente yo también la acompañaría a hacer.

—Esme necesita salir del estacionamiento rápido, así que probablemente deberías apresurarte y encontrarte con ella antes de que los demás estudiantes empiecen a dirigirse a sus autos —me dijo Alice, después de revisar su teléfono en la clase de Historia. Intenté mirar la pantalla también, pero Alice sonrió y la alejó para que no pudiera ver—. Yo me encargo de tus libros y los dejo en mi casillero —añadió en voz baja, para que el profesor no se diera cuenta de que estábamos más interesados en hablar sobre cómo salir antes de que acabara la clase que en su conferencia.

Sentí una suave presión en mi espalda justo antes de que sonara el timbre y el profesor hiciera un gesto con la mano, como si se diera por vencido por hoy. Miré a Alice, quien me estaba haciendo señas para que me fuera ya. Me levanté y me sentí un poco extraña dejando mis cosas con ella mientras pasaba entre los estudiantes que recogían sus cosas y me dirigía a la puerta. Le lancé una última mirada a Alice antes de correr a velocidad humana por los pasillos, confiando en que no me atraparían. No fui la primera en salir, pero el ruido detrás de mí me decía que iba entre los primeros. Encontré a Esme y su auto esperándome y bajé las escaleras de cuatro en cuatro, recordando que probablemente eso era algo un poco fuera del rango humano, aunque había quienes podrían hacerlo. Podría haber saltado los dos tramos de doce escalones sin esfuerzo si hubiera sido necesario. Sabía que estaba arriesgándome, pero Alice había sido insistente en que debíamos ganarle al tráfico.

Abrí la puerta y me senté rápidamente antes de mirar al frente.

—¡Arranca! —le dije con una sonrisa, y escuché a Esme reír.

—¿Soy la conductora de la huida ahora? —preguntó mientras arrancaba, adelantando al primer grupo de autos del estacionamiento.

—Exacto —murmuré mientras me recostaba y la observaba.

Me quedé mirándola un rato, conteniéndome de preguntar cómo era posible que los humanos creyeran que estaba criando adolescentes. Esme no parecía lo suficientemente mayor, pero bueno, yo misma me veía mayor de lo que era, y había visto personas que parecían mucho más jóvenes. Hollywood estaba lleno de gente que no aparentaba su edad.

Esme se detuvo en la calle principal de Forks y apagó el auto.

—Tengo que asistir a una orientación —me explicó, y me di cuenta de que nos dirigíamos al pequeño campus de la zona—. Podrías acompañarme —su voz se elevó un poco al final de la frase, y pude ver un destello de esperanza en sus ojos.

Pensé en cómo los demás iban juntos a la escuela y me pregunté si Esme se sentía sola durante el día, cuando todos los demás vampiros se iban a hacer cosas y ella se quedaba en casa. Asentí en silencio y salí del auto para acompañarla.

Después de la orientación y de nuestras compras, ya estaba oscuro y parecía incluso más tarde de lo que era. Regresamos a casa y, al abrir la puerta de la casa principal, me quedé asombrada al ver a todos los vampiros en la sala, decorando el árbol de Navidad. El árbol era magnífico, enorme, y encajaba perfectamente al lado de las escaleras. Lo observé sorprendida mientras entrábamos en la casa y vi a Emmett sosteniendo a Alice con una mano para que ella pudiera poner la estrella en la cima del árbol. Incluso estaba teniendo que estirarse un poco para llegar. Las luces brillaban suavemente sobre su piel, y me quedé boquiabierta, maravillada por lo hermosa que se veía junto a ese árbol digno de una revista. Podía oler que el árbol era real y había sido traído recientemente a la casa.