Capítulo 5: Elecciones

245 42 27
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



—¿Ya vas a quitar esa cara? —le pregunto a Camila.

—No, porque estoy de muy mal humor y no quiero hablar con vos ahora.

Suspiro, resignado a aguantar su inquietante silencio como ley de hielo hacia mí. Llegué tarde al voluntariado, una hora después del horario que debía llegar, no sólo se enojó mi mamá, también Camila, y por si fuera poco no dormí nada, entonces todas las actividades las hice como pude, no recuerdo nada de lo que nos explicó la chica que estuvo con nosotros, sólo recuerdo su hermosa sonrisa y los ojos de Cami sobre nosotros dos taladrando mi frente. Estoy muy seguro que en su mente me estaba matando de veinte formas diferentes.

Que insoportable.

Pero no me gusta este silencio incomodo, cuando ella evita mirarme y prefiere enfocar su atención en cualquier cosa menos en mí, ni siquiera responde a mis chistes.

—Dale Camila, no podes enojarte tanto por eso.

—Claro que puedo, mira cómo puedo enojarme todo el día si quiero.

Su mirada fría se posa en mí sólo un segundo para luego evitarme mientras caminamos hasta el centro.

Que carácter.

—Ya me disculpé veinte veces, no me voy a disculpar una vez más.

—¿Acaso te pedí que te disculpes, Gian Ignacio?

—Es Gianfranco.

—No me corrijas, porque estoy demasiado enojada con vos —sus pies hacen ruido al caminar unos pasos delante de mí, dándome la espalda, hasta que se detiene— pero, ¿sabes qué me molesta más? La falta de responsabilidad.

Acá vamos otra vez...

—¿Qué era más importante que llegar temprano? Qué vergüenza lo tuyo.

—Ya te dije que ayer salí de fiesta y...

—¡Encima por salir de fiesta! —ella vuelve a caminar mientras suelta todo el enojo que lleva atragantado, por no decir otra cosa— No le das importancia a nada, sólo tenías una responsabilidad, Gian.

—Ir a la fiesta también era importante, era trabajo, ya te lo expliqué.

—Pasó el tipo que trabaja en una construcción desde temprano y se te cagó de risa en la cara por esa declaración—dice ella, burlándose— Salir de fiesta es ir de joda a bailar toda la noche, no es un trabajo real.

—Es un trabajo porque me contrató una marca y me pagan por ir, no te hagas la viva, Camila.

Ella se detiene y me voltea a ver con enojo, hasta sus mejillas se tiñen del color rojo de sus labios, si no quisiera pelearle, le diría que se ve tierna.

—Igualmente tu trabajo es bailar y tomar alcohol mientras coqueteas con chicas, ¿y el voluntariado qué? Que a Camila le parta un rayo, ¿no? —dramatiza, cruzándose de brazos— Y, por si fuera poco, te pasas toda la mañana con esa chica Luciana, sonriéndole, diciéndole ay que bien que enseñas, Luciana. —pone la voz más gruesa fingiendo ser yo— Pervertido.

Razones que odio de vos [Giamila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora