Capítulo 10: Opuestos complementarios

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Camila camina delante de mí por los pasillos del ateneo, parece buscar unos libros en específico, porque va directo al segundo piso

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Camila camina delante de mí por los pasillos del ateneo, parece buscar unos libros en específico, porque va directo al segundo piso.

Cuando me preguntó si quería venir me estaba por negar, algo dentro de mí me dice que me tengo que alejar de ella por mi bien, pero la otra parte la persigue como una fuerza magnética, queriendo hablar con ella, reír con ella, pelear con ella. Ahora nos encontramos acá, a un lugar que realmente me chupa un huevo, persiguiéndola por los pasillos alborotados de turistas molestos y con la paciencia en un diez por ciento, todo por acompañarla a buscar su maldito libro.

Observo a Camila sacar uno de los libros del estante y leer la sinopsis, no tengo idea de qué es, pero se ve tan concentrada y perdida de la realidad que me tomo el atrevimiento de sacar mi celular del bolsillo y tomarle una fotografía.

Todo para molestarla luego, claro, no porque quiera guardar fotos de ellas en mi celular.

Como si leyera mi mente, ella levanta la vista hacia mí y sus ojos se iluminan.

—¿Encontraste el libro? —le pregunto.

—No, estoy viendo algunos que me recomendó mi mejor amiga, pero no me gustan tanto, seguiré viendo otros. ¿No queres ir a esperar en la cafetería mejor?

—No te preocupes, te acompaño.

—Es que tenes una cara, pupi. —sonríe, divertida— ¿Ver tantos libros te abruma un poco? Te prometo que no te lastimarán.

—Que graciosa que estás —ironizo— Mejor te ayudo a encontrar algo asi nos vamos rápido, me da dolor de cabeza los turistas. —me acerco hasta ella y levanto un libro que me llama la atención, en su portada se lee cómo saber que estoy loca— Mira Cami, tu libro.

Camila agarra el libro para después golpearme con el en el brazo. Me alejo unos pasos riéndome.

—Que infantil que sos, Gian Ignacio.

—Es Gianfranco.

—Yo te llamo como se me canta el quinto forro del cu...

—Cuidado esa boca, hay menores presentes. —interrumpo, tapándole la boca con la mano cuando pasa una familia detrás nuestro que nos mira mal, especialmente a ella. Camila me mira con el ceño fruncido y se aleja de mí rápidamente— Cada día más loca.

—Y vos cada día más imbécil. —deja el libro en el estante y seguimos caminando unos pasos hacia la siguiente sección, hasta donde estamos nos llega el olor a café— Ya me arrepentí de traerte.

—Y qué queres que haga, aguántate.

Camila rueda los ojos y yo sonrío. Se ve muy linda enojada.

Alguien me toca el hombro llamando mi atención y cuando volteo me encuentro a una señora rubia bastante mayor y que parece extranjera, lo cual lo termina de confirmar cuando habla, con ese acento australiano bastante marcado.

Razones que odio de vos [Giamila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora