El calor de noviembre se encuentra insoportable el día de hoy. Venir a la escuela un sábado no era de mis planes favoritos, pensé que estaria tomando un helado con Valentina en la comodidad de mi casa, pero, en cambio, la arrastré hasta la escuela para ayudar a preparar las decoraciones de la obra de teatro.Valentina se vuelve a quejar a mi lado, sentada al lado de la ventana del colectivo, con los lentes de sol puestos y su cara de frente al exterior, esperando que entre un poco de aire.
—No puedo creer que nos estamos perdiendo del nuevo capítulo de nuestra serie por el taller de teatro. —se queja mi mejor amiga— Mi plan era sentarme en el sillón de tu casa con el aire acondicionado a veinte.
—Lo haremos cuando terminemos con los adornos.
—Me quiero matar, me chiva hasta el orto, boluda. —lloriquea Valen— Que vuelva el invierno o me tiro de este colectivo ahora mismo.
Le paso mi abanico para que deje de quejarse.
—No podíamos faltar de todas formas, nuestra nota depende de esto. —suspiro, acomodando mi mochila sobre mis piernas, tengo tan transpirado el ojete que seguro deja marca en el asiento, además de que me traje pollera— Sólo nos queda terminar todo temprano.
—Vos estás demasiado tranquila con esto. —dice ella, sospechando— En otro momento te estarías quejando, ¿qué te pasa últimamente?
—No me pasa nada. —respondo, encogiéndome de hombros, pero cuando ella me sigue mirando como si ocultara algo mientras se abanica el rostro, continúo diciendo— Tal vez puede ser porque Max viene también para ayudarme.
—Mira como cambia la cosa cuando hay un varón presente.
—Mira quién habla, la que llora si no le habla a su casi novio por dos minutos.
—Ni me recuerdes a Matías, que viajó a la casa de sus abuelos por todo el finde semana. —se lamenta, dramática— Mejor háblame de tus dos hombres.
—¿Mis dos hombres? ¿quiénes?
—Uno es Max y el otro este chiquito Odoguardi, el que te tiene quejándote todo el día con ese humor de mierda.
—Ni me lo recuerdes, todavía no nos hablamos.
Ella me pasa el abanico cuando comienza a darme mucho calor, y escucha mis quejas mientras nos queda todavía una cuadra para llegar.
—Ese idiota presumido, la única neurona que le queda la usa para discutirme.
—Eso es porque le gustas, y está celoso.
—No digas tonterías, sólo es un niño inmaduro.
—Está celoso, yo sé lo que te digo amiga, se puso así después de saber que estás saliendo con Max. —apunta ella, volviéndome a sacar el abanico de las manos— Es un hombre herido.
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Razones que odio de vos [Giamila]
أدب الهواةCamila y Gian se odian, no pueden convivir en la misma habitación o trabajar juntos. Cuando el profesor les asigna un proyecto de investigación, deben aprender a llevarse bien para poder ganarse una beca para estudiar en el exterior. Camila tiene bu...