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La cena en el gran comedor del palacio se sentía como un espectáculo al que Bethany preferiría no haber asistido. La mesa era inmensa, cubierta de candelabros dorados, jarrones con flores exóticas y platos de porcelana que reflejaban la luz de las lámparas. Sentada frente a Roland, su nuevo "padre", y con su madre a su lado, Bethany intentaba no rodar los ojos cada vez que alguien mencionaba el tema de su "debut real".

El rey Roland, con su expresión solemne y su voz grave, habló de nuevo, y Bethany notó cómo todos se detenían a escucharlo.

—Bethany, en honor a tu llegada y a tu nuevo título, celebraremos un baile real al final de la semana —anunció Roland, con una sonrisa orgullosa que hizo que Bethany sintiera un leve escalofrío. —Será el debut perfecto para que todos los nobles del reino conozcan a la princesa Bethany.

Bethany tragó saliva, tratando de no mostrar su horror ante la idea. Nada en su vida la había preparado para un "baile real", y mucho menos para ser la protagonista de uno. La última vez que había estado en algo remotamente parecido fue en una fiesta en el bar de Springter, donde las luces de neón y la música fuerte eran los protagonistas, y no había reglas de protocolo.

—Y, claro, como es tradición —continuó Roland, sin notar el pánico que se apoderaba de Bethany—, tú y yo bailaremos el primer vals. Es la mejor manera de anunciarte oficialmente.

¿Yo? ¿Bailar un vals? Bethany apenas podía creer lo que escuchaba. La idea de dar vueltas al ritmo de una música formal y estructurada le parecía un verdadero castigo. Pero, antes de que pudiera expresar su desagrado, la voz cortante de Amber interrumpió.

—Padre, ¿seguro que no deberíamos reconsiderarlo? —dijo Amber, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos verdes—. Creo que es más lógico que yo, la verdadera princesa de Polaris, tenga el honor del primer baile contigo. Digo, soy quien conoce estas costumbres.

Bethany sintió cómo la temperatura de la habitación bajaba un par de grados. Sabía que Amber no estaba exactamente encantada con su llegada, y esta era la confirmación que necesitaba. Pero, sorprendentemente, Roland mantuvo su postura.

—Amber, no es algo que esté en discusión —respondió Roland, con un tono firme que no dejaba lugar a objeciones—. Este baile es en honor a Bethany, y ella y yo bailaremos el primer vals. Es algo que ella tiene que hacer.

El comentario fue la gota que derramó el vaso. Es algo que tienes que hacer. Bethany sentía que todos esperaban que se adaptara, que siguiera las reglas y que se convirtiera en algo que no era, todo mientras trataba de lidiar con la reciente partida de Gideon. Cada palabra de Roland sonaba como una imposición, una sentencia. Todo en ella quería rebelarse contra la situación.

Sin pensarlo dos veces, Bethany apretó los dientes, y antes de darse cuenta, su mano ya había lanzado el tenedor con fuerza. Este cruzó el comedor y se estrelló contra un candelabro de cristal, haciéndolo tambalear hasta que finalmente cayó con un estruendo, llenando el aire de pequeños cristales y un par de risas ahogadas de los sirvientes que observaban con sorpresa.

—¡Bethany! —exclamó Miranda, su voz sorprendida y algo horrorizada.

Pero Bethany ya se había levantado de la mesa, la rabia burbujeando en su interior. Sin decir una palabra más, se dirigió hacia la puerta, sin importarle las miradas que la seguían. Ni siquiera le importaba el silencio incómodo que dejaba atrás. Salió del comedor y se encaminó a su habitación, sintiendo cómo la furia y la tristeza se mezclaban dentro de ella.

Al llegar a su cuarto, cerró la puerta con fuerza y se dejó caer sobre la enorme cama redonda, mirando al techo mientras intentaba calmarse. La realidad de su situación era aplastante. Había perdido todo lo que le importaba: su libertad, sus amigos en Springter, y ahora, incluso la última conexión con su vida pasada, Gideon, parecía haber desaparecido.

Intento de PrincesaWhere stories live. Discover now