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La mañana de domingo era inusualmente soleada, lo que daba un aire brillante y sereno al castillo. Mientras Bethany terminaba su desayuno, con una sonrisa satisfecha recordando el éxito de la carrera, su madre, Miranda, la observaba con una expresión mezcla de preocupación y orgullo. La reina, aunque fascinada por el logro de su hija, seguía inquieta ante la idea de verla en competiciones de dragones, que eran, a su juicio, más peligrosas de lo que le gustaría admitir.

Bethany, ajena al nerviosismo de su madre, estaba sumergida en sus propios pensamientos de aventura y carreras cuando la voz del rey Roland la sacó de su ensueño.

—Bethany, he pensado que es hora de que elijas a tu propio compañero real —anunció Roland con su tono grave, como si estuviera hablando de una decisión de estado.

Bethany parpadeó, claramente confundida.

—¿Compañero... real? —preguntó con el ceño fruncido, lanzando una mirada de sospecha a su hermanastra Amber, quien le devolvió una sonrisa de superioridad.

—Claro —respondió Roland, acomodándose su corona con un gesto despreocupado—. Amber tiene a su pavorreal real, y James tiene su halcón. Es tradición en la familia que cada uno tenga un compañero animal que simbolice su vínculo con el reino.

Bethany arrugó la nariz, pensando en el concepto. Lo de "comprar" un compañero le sonaba un tanto extraño, y por un momento, casi estuvo a punto de protestar. Sin embargo, la idea de tener una mascota, algo que siempre había querido pero nunca pudo tener debido a su antigua vida modesta y sus constantes luchas, la hizo cambiar de opinión.

—Bueno... no suena tan mal —admitió, intentando mantener la compostura mientras una chispa de emoción se asomaba en sus ojos.

—Perfecto. Iremos hoy mismo —concluyó Roland, sin darle oportunidad de cambiar de opinión, lo que arrancó un suspiro de resignación a Bethany.

El viaje en el coche volador hacia "La Ciudad" fue... incómodo, por decirlo de alguna manera. Roland parecía demasiado concentrado en su rol de rey para entablar una conversación casual, Miranda seguía lanzando miradas preocupadas a Bethany, y Amber se encontraba entretenida observando su propio reflejo en una especie de espejo compacto. James, el único que podría haber hecho la situación menos tensa, estaba ocupado mirando distraídamente por la ventana, posiblemente intentando evitar la atmósfera de incomodidad que reinaba en el coche.

Finalmente, el vehículo aterrizó suavemente frente a una tienda modesta y encantadora llamada "Royal Pets". El interior de "Royal Pets" era una explosión de vida, y aunque el espacio era reducido, cada rincón parecía estar estratégicamente aprovechado para albergar peceras, jaulas, y hasta pequeños terrarios con criaturas que Bethany reconocía de sus escapadas al bosque o de los relatos de los mercaderes en las tabernas de su antiguo hogar. Peces de colores vibrantes, aves de plumaje iridiscente, y pequeños reptiles de escamas que brillaban a la luz de las lámparas creaban un ambiente exótico y misterioso. Sin embargo, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago al verlos confinados.

Al notar la incomodidad en el rostro de Bethany, una mujer de cabellos grises recogidos en un moño suelto y ojos bondadosos, llamada Willa, se le acercó con una sonrisa comprensiva.

—No te preocupes, querida. La mayoría de estos animales fueron rescatados de situaciones peligrosas o lugares de donde no podían sobrevivir por sí mismos —le explicó Willa, posando suavemente una mano en el hombro de Bethany.

Bethany relajó un poco la tensión en sus hombros, aunque aún mantenía una mirada escéptica.

—Así que, ¿crees que aquí pueda encontrar un... "compañero real"? —preguntó, aún procesando la idea de tener una mascota.

Intento de PrincesaWhere stories live. Discover now