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La academia descansaba en una atmósfera tranquila mientras la noche caía suavemente sobre los tejados y pasillos de piedra. Las antorchas encendidas en las paredes arrojaban una luz anaranjada y parpadeante, creando sombras danzantes que se movían al ritmo de la brisa nocturna. Desde las ventanas abiertas, el sonido del viento susurraba entre las hojas de los árboles cercanos, una melodía natural que aportaba un raro momento de calma en un lugar usualmente vibrante.

Bethany recogía sus libros en la biblioteca, moviéndose entre los estantes con un gesto cansado pero resuelto. Sus dedos rozaban los lomos de los volúmenes antiguos y nuevos, sintiendo la textura rugosa de las cubiertas de cuero y los bordes dorados de los textos mágicos. En su mente, las imágenes de la última semana danzaban inquietas: la tensión creciente con James, sus preguntas no dichas y la persistente sombra de Hugo, con su sonrisa arrogante y su porte confiado.

Dejó escapar un suspiro, ajustando los libros en su brazo. Hugo... Solo de pensarlo, sus ojos violetas se entornaron con un leve toque de desdén. Siempre tan seguro de sí mismo, rodeado por Amber y su séquito: Hildegard, Clio y Hanako. Era casi risible cómo el grupo popular se movía como si el mundo entero orbitara a su alrededor, con Hugo en el centro, disfrutando de la atención como un león presidiendo su reino. La sola idea de que esas chicas pudieran estar riendo de algo trivial con Hugo mientras ella lidiaba con sus propios pensamientos la hizo apretar los labios, sintiendo una punzada de frustración.

"Debe de estar ahora mismo con ellas, jactándose de su última hazaña o contando alguna historia que lo haga parecer un héroe," pensó Bethany mientras colocaba un libro grueso en su bolso de cuero. Un héroe... Hugo, un héroe. La idea era tan absurda que se permitió una sonrisa irónica. A su parecer, no era más que un fanfarrón, y aunque sus habilidades eran innegables, su ego lo superaba en tamaño.

La brisa nocturna acarició su rostro a través de las ventanas de la biblioteca, despeinando un mechón suelto de su cabello castaño rojizo. Se detuvo un instante, cerrando los ojos para dejar que el aire fresco calmara la maraña de emociones en su pecho. El eco de risas en la distancia, probablemente provenientes del jardín donde solía reunirse el grupo de Amber, la sacó de su breve momento de tranquilidad.

—Seguro están riéndose de algún chiste insulso de Hugo... —murmuró, más para sí misma que para nadie, mientras una sonrisa amarga cruzaba sus labios.

Bethany se giró y comenzó a caminar hacia la salida de la biblioteca, sintiendo cómo la tensión en sus hombros se aligeraba con cada paso. El sonido de las hojas afuera y el crujir de la madera de los estantes acompañaron sus pasos, mientras la luz de las antorchas proyectaba su sombra, alta y decidida, contra las viejas paredes de piedra.

La tarde en la academia brillaba con un sol perezoso que proyectaba sombras largas en los corredores. James caminaba al frente del grupo, con su expresión seria y su mirada verde fija en el camino. El joven mantenía una postura relajada, pero había una tensión sutil en sus hombros, la misma que había estado allí desde que notó las mentiras de Bethany.

Hugo caminaba a su lado, su cabello negro desordenado moviéndose con el viento. Llevaba su habitual blazer azul hielo y su sonrisa burlona, esa que hacía que los estudiantes a su alrededor le temieran y admiraran al mismo tiempo. Hugo nunca desperdiciaba una oportunidad para recordarles a todos su estatus, y aunque era grosero y egoísta, la confianza que emanaba era innegable.

—Entonces, James, ¿vas a quedarte en casa como un niño bueno el día del concierto? —preguntó Hugo con un tono sarcástico, dándole un codazo ligero. La burla tenía un filo familiar; no era una pregunta, sino un desafío.

James no respondió de inmediato. Sus ojos verdes buscaron a Zandar, quien caminaba detrás de ellos con una sonrisa abierta y despreocupada. Zandar llevaba su turbante blanco con ribetes rojos y una camisa suelta que se balanceaba mientras caminaba, reflejando la luz con destellos tenues.

Intento de PrincesaWhere stories live. Discover now