Después de un mes en su papel de princesa, lidiando con clases interminables de etiqueta, historia de la realeza y encantamientos, Bethany se sentía más desbordada que nunca. Los días de acción y combate se habían reducido a paseos controlados por los jardines y prácticas de magia que, en realidad, ni siquiera hacía. Era como si estuviera atrapada en una jaula dorada, y aunque a veces intentaba tomarse en serio sus responsabilidades, la vida palaciega seguía sintiéndose como un traje demasiado apretado.
Una tarde, tras otra sesión de encantamientos fallida, su madre la llamó con un tono de preocupación que Bethany no pudo ignorar. La reina Miranda la miraba con ese gesto mezcla de ternura y frustración que Bethany conocía tan bien.
—Querida, he notado que tus progresos en encantamientos son... bueno, lentos. Tal vez sería buena idea recibir ayuda de un experto. Podrías tomar clases adicionales con el hechicero real.
Bethany parpadeó, tratando de esconder el estremecimiento que le produjo la idea. Pensar en recibir clases extra de magia solo lograba que su ánimo cayera más. El problema era mucho más complicado de lo que su madre imaginaba. En secreto, Bethany temía que si realmente lograba canalizar su poder mágico, la transformación de su apariencia —aquella que sucedía cuando portaba la armadura y liberaba toda su fuerza— pudiera desatarse. ¿Qué pasaría si un simple hechizo de limpieza transformaba su cabello en dorado brillante o la hacía crecer frente a sus compañeros? Solo de imaginarlo, su pecho se oprimía de ansiedad.
Sonrió, o al menos intentó parecer despreocupada, mientras respondía:
—Lo pensaré, madre. No quiero que el hechicero real se aburra de enseñarme.
Miranda soltó un suspiro, claramente no muy convencida, pero asintió, como si quisiera darle espacio para resolver sus propios asuntos. Mientras su madre salía de la habitación, Bethany se desplomó en su asiento, cruzando los brazos sobre el escritorio. Leo, su pequeño dragón taza de té, se acercó y miró a su dueña con una mezcla de preocupación y curiosidad. Con una sonrisa, Bethany le dio un suave toque en la cabeza.
—¿Qué crees, Leo? ¿Debería empezar a hacer la tarea en encantamientos o debería seguir dejando las cosas como están?
Leo inclinó la cabeza, y aunque no podía hablar, sus grandes ojos azules parecían juzgarla.
Bethany suspiró, mirando el celular en su mano como si quisiera hacer desaparecer sus miedos con solo apretar un botón. Decidida, marcó el número de Merlin. Esperó el tono, uno tras otro, hasta que la llamada fue a buzón de voz. Frunció el ceño, frustrada.
—Claro, justo cuando necesito a la hechicera misteriosa y poderosa... —murmuró para sí misma, y luego miró a Leo, quien, siempre atento, alzó la cabeza desde su bolsillo. Le sonrió—. ¿Qué dices, Leo? ¿Te apetece un paseo?
El pequeño dragón taza de té lanzó un suave gruñido y se escabulló con agilidad en uno de los bolsillos internos de la chaqueta de Bethany, su lugar seguro y cálido. Con su compañero listo, Bethany salió al patio y llamó a Darius, quien bajó con un rugido, sacudiendo las alas con una mezcla de elegancia y fiereza. Montó a su dragón con soltura, y en cuestión de segundos estaban en el aire, el viento despeinando su cabello castaño rojizo.
Tras un corto vuelo, llegaron a la guarida, ese lugar escondido entre montañas y árboles altos, lejos de cualquier curiosidad indeseada. Al aterrizar, Darius se quedó vigilando, mientras Bethany corría hacia la habitación de Merlin, impaciente por obtener respuestas. Cuando la encontró, Merlin estaba sentada en una esquina, rodeada de pergaminos antiguos, examinando con calma una poción que burbujeaba en su mano.
—¿Por qué no respondiste al teléfono? —Bethany cruzó los brazos, mirándola con una mezcla de reproche y determinación.
Merlin le lanzó una mirada divertida, inclinando la cabeza, sin intención de responder a esa pregunta directamente.
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Intento de Princesa
Fantasy¿Qué pasaría si mezclamos la Princesita Sofía con los Siete Pecados Capitales y un toque de aventura? Bethany Wilde, recién cumplidos quince años, vive una doble vida en el tranquilo reino de Polaris. En apariencia, es una chica sencilla y alegre, g...