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Bethany caminó con determinación por los pasillos del palacio, dirigiéndose a su cuarto para recoger el maletín. Su mente estaba fija en una sola idea: rescatar a Gideon, sin importar los obstáculos que tuviera que enfrentar. Agarró su maletín y, después de asegurarse de no ser vista, salió discretamente de los terrenos del palacio, internándose en un área más apartada del jardín. Una vez fuera del alcance de las miradas indiscretas, sacó su comunicador y llamó a Merlin.

—Merlin, necesito que me teletransportes —ordenó Bethany, con su tono de voz habitual, firme y sin lugar a debate.

Del otro lado, Merlin pareció confundida por la súbita solicitud. —¿Qué? ¿Para qué?

Bethany suspiró, exasperada. —¡Merlin, no tengo tiempo para explicarte! Solo hazlo, ¿sí?

Finalmente, Merlin cedió, y con un destello de luz, Bethany se desvaneció y reapareció en un rincón familiar y reconfortante: la guarida de los Siete Pecados Capitales.

La guarida era tan discreta como recordaba. Oculta en las profundidades de un bosque denso y cercano a una montaña y un río, la pequeña choza se mimetizaba con el entorno natural, cubierta de musgo y rodeada de árboles altos que bloqueaban la vista desde arriba. El sonido del río cercano creaba un ambiente de calma, aunque Bethany sabía bien que nada era calmado aquí. Este lugar, una extraña mezcla de paz y peligro, era el escondite perfecto para los Pecados Capitales.

Al acercarse al porche, se encontró con una figura alta y corpulenta, esperándola con los brazos cruzados y una sonrisa burlona en el rostro. Apolo, el Zorro de la Avaricia, la miraba desde sus dos metros de altura, con sus ojos escarlata brillando de una manera inquietante y su cabello azul pálido en puntas que parecían desafiantes. Su chaqueta abierta dejaba ver su torso musculoso y una cicatriz que le cruzaba el cuello, una marca de las batallas que había librado y que llevaba como un trofeo.

—Bueno, bueno... ¿quién ha vuelto? —canturreó Apolo, haciendo que las palabras fluyeran con un tono musical que parecía burlón—. La Leona regresa a la guarida. ¿Vienes a que te echemos en cara lo que hiciste? —Bethany apenas había puesto un pie en la choza y ya sentía su mirada acusadora.

Bethany frunció el ceño y le devolvió una mirada desafiante. —Si también vienes a culparme, Apolo, eres más idiota de lo que creía.

Apolo alzó una ceja, claramente no satisfecho con la respuesta. Su sonrisa desapareció, reemplazada por una expresión de desdén.

—No me importa lo que pienses, Leona. Solo sé que esto ha sido un completo desastre —respondió, su tono ahora mucho más seco.

Ignorando a Apolo, Bethany se adentró en la guarida, donde la esperaba Merlin. La hechicera, con su aura de sabiduría y poder, la observó con una mezcla de preocupación y curiosidad. No era común que Bethany regresara a la guarida después de haberse convertido en princesa.

—¿Tienes un plan, Bethany? —preguntó Merlin, cruzando los brazos mientras la miraba expectante.

Bethany asintió con determinación. —Voy a rescatar a Gideon. Y sé exactamente dónde lo tienen.

Merlin la miró con una mezcla de sorpresa y desconfianza. —¿De verdad? ¿Y cómo lo sabes?

Bethany esbozó una sonrisa sarcástica. —Es gracias a que soy una "asquerosa princesa" ahora. He escuchado cosas que ustedes nunca podrían saber. —Lanzó una mirada de disgusto hacia Vanessa, quien, recostada en una esquina, evitó mirarla.

—¿Y sabes a lo que te enfrentas? —preguntó Merlin, observándola con seriedad—. Podrías encontrarte con una Virtud. No estamos hablando de simples guardias, Bethany. Son Virtudes. Esas criaturas no se detienen ante nada.

Intento de PrincesaWhere stories live. Discover now