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El cielo estaba teñido de colores vibrantes y sonidos de trompetas y tambores llenaban el aire mientras la familia real tomaba sus asientos en el palco especial para la carrera de dragones. Bethany no podía evitar mirar con ojos llenos de emoción; había visto estas carreras desde la distancia en su pueblo, pero nunca imaginó tener un asiento de primera fila. Frente a ellos, los imponentes dragones se preparaban en la línea de partida, cada uno de ellos tan majestuoso como peligroso, con escamas que brillaban como metales preciosos y alas tan vastas que oscurecían el cielo al desplegarse.

James, sentado a su lado, le sonrió con entusiasmo. —¿Sabías que la Academia Real tiene su propio equipo de carrera de dragones? —le dijo en voz baja, inclinándose un poco para que solo ella pudiera oírlo—. Y... —agregó con un toque de misterio— la carrera de prueba es la próxima semana.

Los ojos de Bethany brillaron de inmediato. —¿En serio? —susurró, sin poder ocultar su emoción. Ya podía imaginarse montada en un dragón, sintiendo el viento en su rostro y el poder de la criatura bajo sus manos.

Miranda, que los escuchaba, sonrió con una mezcla de orgullo y nostalgia. —Oh, Bethany, siempre te encantaban estas carreras. No sé cuántas veces te vi escabulléndote a la taberna para verlas con los demás. —Miranda hizo una pausa, dándole a Bethany una mirada divertida.

Bethany soltó una risa traviesa. —¿Escabulléndome? Mamá, no me daba ni cuenta de que me veías.

Antes de que pudiera seguir soñando despierta con la idea de participar en la carrera de prueba, el rey Roland intervino, aclarando su garganta con un tono serio.

—Las carreras de dragones son un deporte noble y tradicional, pero también peligroso. Son... más apropiadas para los varones. Bethany, tú... —Roland la miró con una sonrisa paternal, intentando suavizar sus palabras—. No deberías intentar algo tan riesgoso. Hay otros eventos que pueden ser más adecuados para una princesa.

Bethany sintió cómo algo dentro de ella comenzaba a arder. Su mandíbula se tensó, y aunque trató de mantener la compostura, no pudo evitar responder con un tono sarcástico.

—Ah, claro. Porque una princesa debe quedarse sentada y mirar mientras los chicos hacen todas las cosas divertidas. Perfecto.

Roland frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, James intervino, sonriendo para calmar el ambiente. —Vamos, Beth, sabes que papá solo está intentando protegerte. Estas carreras pueden ser... bueno, mortales —dijo, con una expresión divertida.

Bethany se cruzó de brazos, mirando los dragones con la mirada desafiante. —Mortales o no, eso lo decidiría yo. Además... no sé si ustedes saben, pero puedo ser bastante buena en cosas peligrosas.

James y Miranda rieron, aunque Roland aún la miraba con preocupación.

—Bethany, cariño, es solo que... bueno, en esta familia cuidamos a los nuestros —explicó Roland, aunque su tono serio no lograba convencerla del todo.

Bethany no pudo evitar resoplar. —Por supuesto, me cuidan tanto que apenas puedo respirar. —Luego le lanzó una mirada a James, sin perder su tono de desafío—. Te apuesto que yo podría hacer esa carrera y, además, ganar.

James alzó las cejas, divertido. —Oh, Beth, me encantaría verte intentarlo. Pero ya sabes... si papá lo permite.

Miranda, que veía el brillo de desafío en los ojos de su hija, le dio una sonrisa alentadora. —Bethany, quizás sería bueno probar con algo que no sea tan extremo... al menos por ahora.

Bethany rodó los ojos, aunque una sonrisa comenzaba a formarse en sus labios. —Veremos.

La carrera comenzó con un estallido de sonidos y movimiento. Los dragones despegaron en una explosión de fuerza, sus alas agitando el aire y levantando polvo. Bethany los observaba con una mezcla de admiración y envidia, sus manos apretando la barandilla con fuerza. En su mente, ya se veía a sí misma volando junto a ellos, desafiando la velocidad y sintiendo la adrenalina recorrerle las venas. Aunque sus padres parecían querer encasillarla en la imagen de una princesa tradicional, Bethany ya había decidido en su interior: iba a intentarlo, con o sin su permiso.

Intento de PrincesaWhere stories live. Discover now