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A Samantha le toca ayudar a su compañero Raul a subir sus calificaciones en la universidad, pero ¿quién diría que terminaría enamorándose de él? Lo que comenzó como una simple tutoría se convierte en noches de estudio llenas de risas.
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Raúl:
Miércoles
9:00 p.m.
Al dejar la casa de Sam, sentí una mezcla de enojo y decepción tan fuerte que me costaba respirar. Apreté el volante, tratando de ordenar mis pensamientos, pero solo una pregunta me venía a la mente: ¿por qué había querido olvidar lo que para mí había sido tan importante?
Intenté hablar, ser claro, hacerle entender que ese beso había significado algo. Pero Sam... ella simplemente quería que lo olvidara, como si todo pudiera borrarse así, sin más. Me dolía más de lo que esperaba.
Conforme avanzaba por las calles, me di cuenta de que no podía seguir así. No podía tenerla como tutora, porque ahora sentía que cada vez que la viera, ese recuerdo estaría entre nosotros, recordándome que para ella no había sido lo mismo. No podía soportar verla todas las semanas, como si nada hubiera pasado.
Mientras estacionaba frente a mi casa, una idea empezó a tomar forma: tal vez lo más sensato sería pedirle a Natalia que me apoyara en su lugar. Natalia se ofreció a ayudarme el otro día, y aunque no era lo mismo que trabajar con Sam, al menos así podría enfocarme sin estar recordando lo que pasó entre nosotros.
Suspiré, sintiéndome un poco más tranquilo al tomar esa decisión, aunque doliera. Quizá con el tiempo podría volver a verla sin que el enojo o la decepción me ganaran. Pero, por ahora, necesitaba esa distancia.
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Raúl:
9:00 a.m.
Al llegar a la universidad al día siguiente, me sentía un poco más decidido, aunque la desilusión seguía pesando en mi pecho. La conversación de ayer con Sam había dejado una marca, y sabía que tenía que hacer algo al respecto. Mientras caminaba hacia el despacho del profesor, me repetía que era lo mejor. Claramente, no lo era, pero era necesario.
Al tocar la puerta del despacho, el corazón me latía con fuerza.
-Buenos días, Raúl. ¿Todo bien? -preguntó el profesor, mirando los papeles en su escritorio.
Asentí, aunque sabía que no todo estaba bien. -Sí, profe, bueno... en realidad, quería hablar con usted sobre las tutorías.
-Claro -su expresión cambió a una seria- dime. ¿Algún problema con el material o con Samantha?
Tomé aire, sintiendo que debía ser directo. -De hecho, es justo sobre eso... Samantha y yo... tuvimos un malentendido, por decirlo así -respondí, intentando sonar neutral, aunque las palabras se sentían pesadas en mi boca- Creo que, para evitar complicaciones, sería mejor que otra persona me ayudara en su lugar. Alguien como… Natalia.
El profesor me miró con sorpresa, como si no esperara esa respuesta. -¿Estás seguro de esto, Raúl? Ustedes dos parecían hacer un buen equipo, y Sam ha sido una excelente tutora.
-Lo sé, profe, y agradezco mucho el apoyo de Sam hasta ahora -dije, tratando de mantenerme firme en mi decisión-. Pero creo que, por ahora, es lo mejor. No quiero que un malentendido personal afecte el trabajo.
El profesor se quedó en silencio, reflexionando sobre mis palabras. Sentí que estaba evaluando la situación sin hacer más preguntas. Finalmente, asintió lentamente. -Entiendo, Raúl. No quiero presionarte, así que si estás seguro, hablaré con Natalia para ver si puede hacer el cambio.
Mi corazón se alivió un poco al escuchar eso. -Gracias, profe. De verdad, se lo agradezco mucho.
Salí de su despacho sintiéndome un poco más ligero, como si hubiera dado un paso hacia adelante. Aun así, sabía que esta decisión no borraría el malestar que había creado entre Sam y yo. Aún había un vacío en mi pecho, pero era un cambio necesario. Si quería seguir adelante, tenía que dejar atrás lo que había sido y concentrarme en lo que vendría.
Mientras caminaba hacia mi primera clase, la vi a ella, con sus libros en la mano. Al pasar a su lado, sentí su mirada y vi cómo se detenía, queriendo hablarme, pero yo pasé de largo, ignorándola. Se veía que le dolía, pero me dolía más a mí.
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Más tarde, busqué a Natalia para comentarle mi idea.
-¡Hola, Raúl! -exclamó, con un tono de voz que sonaba excesivamente entusiasta-. ¿Todo bien?
-Hola, Natalia. Sí, todo bien. Quería hablar contigo sobre las tutorías -dije, sintiéndome un poco nervioso.
-¿Sobre las tutorías? -repitió, como si estuviera saboreando la noticia-. Claro, ¿qué pasa?
Le expliqué que había tenido algunos problemas con Sam y que sería mejor que ella me ayudara a partir de ahora. Al mencionar a Sam, vi cómo la sonrisa de Natalia se ensanchaba, como si le diera cierto placer.
-¿De verdad? -preguntó, con una chispa de diversión en los ojos. No pude evitar notar la satisfacción que le daba la situación-. Eso suena... interesante. Nunca pensé que llegarías a esto.
-Sí, creo que es lo mejor. No quiero que un malentendido personal afecte nuestro trabajo -respondí, tratando de mantener la calma.
-Entiendo -dijo Natalia, acercándose un poco, su tono se tornó más insinuante-. Aunque no entiendo por qué ayer me dijeron que me alejara de ustedes por "mal vibrosa". ¿Por qué se enojaron? Aparentemente, se caían bien -alzando una ceja con intención.
La forma en que lo decía me molestó. No estaba seguro de si estaba intentando provocarme o simplemente disfrutaba de la tensión. -No se trata de eso. Solo quiero centrarme en mis estudios sin complicaciones.
Natalia se echó hacia atrás, cruzando los brazos y sonriendo con satisfacción. -Claro, claro. Está bien, si eso es lo que quieres. Pero debo admitir que esto es un poco... divertido. Al menos ahora puedo disfrutar del espectáculo de ver cómo se desmorona tu relación con Sam.
Sentí cómo una mezcla de frustración y enojo empezaba a crecer en mí. -No es un espectáculo, Natalia. Esto es serio.
-Oh, lo sé -dijo, su tono casi burlón- Pero, ¿no es un poco divertido ver cómo las cosas cambian? Yo podría ayudarte, pero solo si estás seguro de que no te arrepentirás. No quiero ser la responsable de que termines deseando haber seguido con Sam.
Mientras hablábamos, me di cuenta de que su actitud era más de lo que esperaba. Tal vez Natalia no solo estaba interesada en ayudarme, sino que también disfrutaba del drama. Tenía que ser cuidadoso. Si iba a aceptar su ayuda, tendría que estar preparado para manejar su actitud sisañosa.
La conversación continuó, pero cada vez que mencionaba a Sam, veía cómo Natalia se iluminaba con una satisfacción casi maliciosa. Me quedé pensando que, aunque necesitaba su ayuda, también tendría que mantenerme alerta. Esta nueva dinámica podría complicar más las cosas de lo que ya estaban.
Nomás por tremendo juego que están haciendo las chivas les traigo un capítulo 🫦