Favor de leer la nota del final.
Samantha:
Llevaba casi dos semanas desde que había dejado de darle tutorías a Raúl, y, la verdad, se sentía raro. No iba a decir que lo extrañaba... bueno, tal vez un poco. Las horas que pasábamos estudiando siempre eran agradables, entre sus bromas torpes y sus intentos de hacerme reír cuando notaba que estaba estresada. Y, a decir verdad, Natalia también lo estaba ayudando bien; sus calificaciones incluso habían subido.
Estaba en la cafetería con Tania y Pablo, pero mi cabeza no dejaba de vagar. Cada vez que alguien entraba, giraba la mirada con la esperanza de verlo. Qué ilusa, ¿verdad? Aunque era raro, no habíamos hablado más que un par de veces desde que terminamos las tutorías. Quizá para él no significaba nada, pero para mí... me hacía falta esa compañía.
-Tierra llamando a Sam -bromeó Pablo, chasqueando los dedos frente a mí.
-¿Eh? Perdón, me distraje -dije, sintiéndome algo tonta.
Tania me miró con esa sonrisa que significaba que me había leído la mente.
-Ay, Sam, ¿tú crees que no sabemos en quién estás pensando? -soltó Tania, arqueando una ceja.
-Ay, no empiecen -me reí, tratando de quitarle importancia, pero sabía que ellos ya no me creían. Y justo en ese momento, como si mis pensamientos lo hubieran invocado, Raúl entró a la cafetería. Nos cruzamos la mirada, y por un segundo, el mundo se quedó en pausa.
Después de que Raúl entró a la cafetería, Tania y Pablo seguían hablando de cualquier cosa, pero yo apenas podía concentrarme. Raúl se quedó en una mesa al otro lado, sacó su laptop y comenzó a teclear, como si nada, como si nuestra última conversación no hubiera pasado.
Tania, claro, lo notó enseguida.
-Ay, Sam, ni disimules... sigues viéndolo -me dijo, bajando la voz para que solo yo la escuchara.
-¿Qué? Para nada -respondí, cruzándome de brazos, tratando de sonar convincente.
Ella puso los ojos en blanco y se inclinó hacia mí.
-Sam, se nota que los dos están igual de incómodos. ¿Por qué no hablas con él? Está clarísimo que no ha dejado de verte desde que llegó.
La verdad es que me costaba admitirlo, pero tenía razón. Desde que terminamos con las tutorías, apenas cruzábamos un saludo. Y, aunque intentaba ignorarlo, algo en mí extrañaba mucho nuestras tardes juntos. Raúl siempre tenía algo que decir, una broma que soltar, o ese gesto despreocupado que hacía parecer que el mundo era un poco más sencillo.
Decidí que, por ahora, lo mejor era mantenerme en mi lugar. Si él quería hablar, que lo hiciera él, ¿no? Pero una parte de mí sabía que me estaba autoengañando y que, probablemente, me costaría aún más no voltear a verlo cada vez que él levantara la mirada.
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𝗟𝗼𝗰𝗼𝘀- 𝑹𝒂𝒖𝒍 "𝒕𝒂𝒍𝒂" 𝑹𝒂𝒏𝒈𝒆𝒍-
Fiksi Penggemar⋅˚₊‧ ୨୧ ‧₊˚ ⋅ A Samantha le toca ayudar a su compañero Raul a subir sus calificaciones en la universidad, pero ¿quién diría que terminaría enamorándose de él? Lo que comenzó como una simple tutoría se convierte en noches de estudio llenas de risas. ...