15.Buscandote

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Raúl:

Había salido agotado de la universidad. Cuatro horas seguidas de estudio con Natalia no solo eran un reto mental, sino emocional. Todo era tan rígido con ella, sin espacio para bromas ni distracciones. Con Samantha, al menos había momentos para respirar, reír, o hablar de cosas más ligeras, pero Natalia era otra historia.

Llegando a Verde Valle, vi a Matías corriendo hacia mí con su energía inagotable. Su cabello despeinado se movía al ritmo de sus pequeños pasos, y no pude evitar sonreír.

-¿Y tus papás? -le pregunté, agachándome a su altura.
Él señaló hacia un grupo de personas a lo lejos, donde reconocí a Dani y Alan.

-Vente, vamos con ellos -lo levanté en brazos mientras él reía. Su entusiasmo era contagioso-. Con estos recibimientos, sí da gusto llegar -bromeé, echando un vistazo hacia Dani, quien sonreía divertida.

-Insistió en ir a encontrarte, y no pude negarme -dijo ella entre risas.

-Deja que insista más seguido -respondí, acomodando a Matías mejor en mi brazo mientras él jugaba con los cordones de mi sudadera.

-¿Cómo vas con la universidad? -preguntó Marin mientras le daba un sorbo a su botella de agua.

-Eh... bien, sí, todo bien -respondí, tratando de sonar convincente.

-¿Y Samantha? -intervino Dani con curiosidad.

-Ah... ella… no, ya no me ayuda.

-¿Qué? -preguntó, con el ceño fruncido.

-Sí, tuvimos un problema y valió -dije, tratando de evitar el tema. Ya estaba cansado de explicarlo cada vez que alguien preguntaba.

-¿Problema? ¿Qué tipo de problema? -insistió Marin.

Nada más de recordarlo sentía esa mezcla de enojo y frustración. Estuve a punto de responder cuando Alan apareció con un balón bajo el brazo, interrumpiendo la conversación.

-¡Oigan! Vamos a armar la reta -dijo con una sonrisa, mirando hacia Matías-. ¿Te apuntas, campeón?

Matías asintió emocionado y saltó de mis brazos directo al suelo.

-¡Voy a meter gol, papá! -gritó mientras corría hacia la cancha improvisada.

-Este niño tiene tu competitividad, Alan -bromeó Dani, cruzándose de brazos.

-Y la energía también. ¿Tú qué onda? ¿Te unes? -me preguntó Alan.

Miré a Marin y Dani, quienes parecían esperar que continuara mi historia, pero jugar fútbol me parecía una salida perfecta para dejar de hablar de Natalia, Sam y la universidad.

-¡Va, me apunto! Pero que conste, no me hago responsable si Matías nos gana a todos -bromeé.

Ya en la cancha, mientras corríamos detrás del balón y las risas llenaban el aire, por un rato me olvidé de todo lo demás. Verde Valle siempre tenía ese efecto, como si fuera un refugio para desconectar del caos.

𝗟𝗼𝗰𝗼𝘀- 𝑹𝒂𝒖𝒍 "𝒕𝒂𝒍𝒂" 𝑹𝒂𝒏𝒈𝒆𝒍-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora