Mentiras y Más mentira

9 1 0
                                    

La misión parecía tan sencilla: dirigirnos a un almacén cercano en busca de repuestos. Pero la imprudencia de Aiden cambió todo.

—Tenemos que ser cuidadosos —dije, mientras avanzábamos—. No sabemos qué podemos encontrar.

Aiden se rió.

—No te preocupes, Kat. Esto es fácil.

Pero no lo fue. Al intentar aniquilar a un soldado zombificado, la granada explotó, poniéndonos en peligro a todos. La onda expansiva me lanzó hacia atrás y sentí un dolor agudo en mi pierna izquierda.

—¡Ahh! —grité, cayendo al suelo.

Mi pierna estaba sangrando, una pedazo de madera había penetrado en mi piel.

Aiden quedó empalado en la pared, gritando de dolor.

Noah y Glenn corrieron a ayudarlo, pero Nicholas entró en pánico.

—Tenemos que irnos —dijo, huyendo.

—¡No! —gritó Glenn—. ¡Ayuda!

Pero Nicholas ya había desaparecido. Noah y Glenn intentaron socorrer a Aiden, pero era demasiado tarde, Yo ayudaba matando a los caminantes pero eran demasiados.

Lo abandonamos, sabiendo que no podríamos salvarlo.

Después, perseguimos a Nicholas hasta la entrada principal. Pero al llegar, nos encontramos atrapados en una puerta giratoria, rodeados de caminantes. La posición de la puerta había separado a Glenn de nosotros, dejándome a mí con Nicholas en el mismo lado.

—Tenemos que encontrar una salida —dije, intentando mantener la calma.

Pero Nicholas no esperó. Insistió en abrir la puerta, a pesar de mi advertencia.

—¡No, Nicholas! ¡No lo hagas! —grité, intentando detenerlo.

Agarré su brazo, pero me empujó con fuerza.

—¡Suéltame! —dijo, abriendo la puerta.

La puerta se abrió y los caminantes nos rodearon. Noah fue arrastrado hacia ellos, gritando. Lo devoraron vivo frente a mis ojos.

—¡Noah! —grité

Después de la explosión, mi pierna estaba sangrando y me dolía mucho, pero mi ira me dio fuerzas para correr hacia Nicholas, quien estaba peleando con Eugene. No podía creer lo que veía: Nicholas le pegaba a Eugene sin piedad.

—¡Detente! —grité, corrí hacia ellos.

Con un golpe de adrenalina, llegué hasta Nicholas y le pegué por la espalda con todas mis fuerzas. Pero él se giró y me devolvió el golpe con más fuerza. Me sentí mareada por el dolor, pero no me rendí.

—¡No te vas a salir con la tuya! —dije, gruñendo.

Me lancé hacia él de nuevo, pero Nicholas era más fuerte. Me golpeó varias veces, y sentí que mi visión se oscurecía. Pero no me di por vencida.

Justo cuando pensé que todo estaba perdido, llegó Glenn y lo golpeó con un palo en la cabeza, dejándolo inconsciente.

—¡Kat! —dijo Glenn, preocupado—. ¿Estás bien?

—Sí... gracias, Glenn —dije, jadeando.

Eugene se levantó, sangrando por la nariz.

—Gracias, Kat —dijo—. Me salvaste la vida.

—No hay problema —dije—. Tenemos que sacar a Nicholas de aquí antes de que se despierte.

Glenn y Eugene asintieron, y juntos llevamos a Nicholas lejos de allí, asegurándonos de que no pudiera hacer más daño.

Hasta el fin/ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora