Eternamente [Fred Weasley] [ETQME#2]

T R E I N T A Y T R E S

"LA MANSIÓN MALFOY"

Mi cabeza da vueltas y necesito un par de segundos para reponerme del golpe que me di cuando caí al piso. Escucho cómo la puerta se cierra y siento la ausencia de Fred a mi lado.

Así que comienzo a gritar.

Lo llamo, pero no contesta.

No sé a dónde lo han llevado.

No escucho nada.

Me pongo de pie y observo a mi alrededor. El gris de las paredes, lo frío y solitario que se siente me dice que estoy en el calabozo. Papá y mamá nunca nos dejaban acercarnos a este lugar y de cierta forma, Draco y yo crecimos temiéndole.

Uno de los recuerdos más antiguos que tengo en mi memoria, es de un día jugando a las escondidas con papá, me perdí por la casa y terminé en este lugar. Tenía probablemente cuatro años y la puerta se cerró. Se había atorado con algo, impidiendo que pudiera regresar. Recuerdo haber sentido mucho miedo. Grité por mi papá lo que yo sentí que habían sido horas, pero una vez que crecí, me dijo que habían sido menos de cinco minutos.

Recuerdo haber sentido alivio cuando papá abrió la puerta y me cargó. Recuerdo haberme sentido a salvo cuando escondí mi cara en su cuello mientras él repetía una y otra vez:

—Aquí estoy, no pasa nada —dijo saliendo del lugar—. Ey, no pasó nada... mira.

Levanté mi cabeza, pero cerré mis ojos porque no quería ver ni siquiera la puerta.

—No pasa nada, mira —insistió—. Hay que hacer un trato, ¿de acuerdo? Pero tienes que abrir los ojos, no hay que temerle a nada...

Volví a abrazarlo.

—Gemma, cariño... papá está aquí y no va permitir que algo te pase. Lo prometo.

Abrí los ojos y papá sonrió mientras limpiaba mis mejillas con su mano.

—Vamos a cerrar aquí, ¿sí? —Dijo, sacando su varita y apuntando hacia la reja—. Lo vamos a cerrar para siempre, pero tienes que ayudarme.

Asentí.

Lo vi mover el cerrojo y luego, un muro de concreto apareció detrás de la reja, impidiendo que se pudiera ver hacia el lúgubre interior. Papá volteó hacia mí una vez que terminó.

—Vamos a contarle a mamá... va a ser la más feliz porque cerramos esto.

—¿No se abrirá? —Pregunté mientras subíamos las escaleras. Él todavía me llevaba en brazos.

—Nunca.

Mintió.

El calabozo se había abierto de nuevo. El muro había desaparecido y estoy adentro otra vez.

En medio de la oscuridad me siento tan pequeña y el miedo me inunda porque sé que mi papá no vendrá a salvarme como aquella vez. No importa cuánto grite, así sean cinco minutos o dos horas.

Él no va a venir.

Un ruido me hace brincar. Agudizo mi oído para identificar de dónde proviene y giró a mi derecha cuando escucho algo como un lamento. Entre la oscuridad, alcanzo a percibir una silueta en el suelo.

—¿Quién es? —Pregunto con voz temblorosa, pero no obtengo respuesta.

Doy unos cuantos pasos y es cuando veo con más claridad. La silueta ahora es una persona y cuando escucho mi nombre en un murmullo, doy unos pasos más.