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Hanni se sentía atrapada en un abismo de dolor y desolación. Las lágrimas corrían sin cesar por su rostro mientras se aferraba a Haerin, buscando un consuelo que parecía imposible de alcanzar.

-¿Cómo puedo pelear contra él, Rin? -susurró entre sollozos-. ¿Cómo podría ganarle? No hay nada que yo pueda hacer para competir...

Las palabras salían de sus labios en un susurro cargado de impotencia y desesperanza, y Haerin la abrazaba con firmeza, tratando de sostener a su amiga en esos momentos de quiebre. Pero Hanni sentía una punzada de amargura en su pecho, un déjà vu doloroso que parecía hablarle.

"Quizás el amor no es para ti," se repetía en su mente, como si esas palabras fueran una sentencia inevitable.

La tristeza de Hanni se transformó en una tormenta interna, una que la arrastraba y que la dejaba sin fuerzas para seguir adelante. Con el ánimo roto y un sentimiento de vergüenza que la consumía, decidió ir a terapia nuevamente. Pero sentarse frente a alguien e intentar explicar cómo el amor la había llevado a ese punto de dolor tan profundo era difícil, casi imposible. ¿Cómo podía admitir en voz alta que alguien la había hecho sentir así de pequeña, así de rota?

"Es simple, Hanni," se decía a sí misma con amargura. "Tú das todo. Siempre lo haces. Entregas tu corazón entero, y las personas a las que se lo das solo lo tiran al suelo y lo pisotean. Como si no tuviera valor." Esa era la verdad que se repetía en sus noches más oscuras, mientras se preguntaba una y otra vez qué había de malo en ella. ¿Por qué cada relación terminaba de la misma forma, dejándola sintiéndose incompleta, vacía?

Aun así, con un esfuerzo monumental, Hanni tomó una decisión que sabía que sería dolorosa pero necesaria. Se alejó de Minji, poco a poco, retirando los pedazos de su vida que la conectaban a ella. El esfuerzo era agotador, y cada paso hacia atrás la llenaba de un dolor intenso, como si cada hilo que cortaba le arrancara un pedazo de su propio ser.

Minji, al darse cuenta de que Hanni realmente se estaba alejando, comenzó a rogarle que se quedara, a prometerle que esta vez todo sería distinto, que dejaría a su chico y que estarían juntas. Pero Hanni, aunque la amaba con cada fibra de su ser, sabía que esas promesas eran solo palabras que volverían a perderse en el viento. Se sentía atrapada en un ciclo sin fin de esperanzas rotas y promesas incumplidas.

Por más que Hanni quisiera creer en Minji, por más que cada parte de su ser aún la amara y la deseara, estaba cansada. Exhausta. Cada lágrima derramada, cada espera sin respuesta la había vaciado hasta dejarla como un simple recipiente roto, incapaz de seguir amando de la misma forma.

Finalmente, comprendió que, aunque el amor por Minji seguía ahí, persistente y profundo, ya no era suficiente para seguir adelante. Hanni se miró al espejo una última vez, con los ojos enrojecidos y el corazón pesado, y tomó la decisión de elegir su paz por encima de cualquier otra cosa. Había amado intensamente, pero también sabía que había llegado el momento de amarse a sí misma.

ᶜᵒⁿ ᵉˡ ᵃᵐᵒʳ ᵉⁿ ˡᵃˢ ᵐᵃⁿᵒˢ  『ʙʙᴀɴɢꜱᴀᴢ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora