El helicóptero del equipo Bravo de S.T.A.R.S. perdió estabilidad en medio del denso bosque. La caída fue brutal, con ramas y fragmentos de metal salpicando el interior de la cabina. Al final, todo quedó en un silencio estremecedor, apenas interrumpido por el eco de algunos destrozos. Rebecca Chambers sintió la vibración de sus propios latidos en los oídos cuando abrió los ojos, adaptándose a la penumbra. Desorientada y con dolor en cada parte de su cuerpo, se tomó unos segundos para recuperar la respiración. Afuera, el bosque parecía imperturbable, pero algo en el aire se sentía denso, casi amenazante.
Apenas se dio cuenta de que tenía algo de tiempo para pensar, los recuerdos comenzaron a arremolinarse en su mente, arrastrándola de nuevo hacia Ethan. La última vez que lo había visto, él le había pedido que cuidara de sí misma y de su equipo, y, con un toque cálido en su mejilla, le había dicho que siempre estaría a su lado, incluso si no físicamente. Para Rebecca, esa promesa de amor incondicional era una chispa de luz en medio de la oscuridad creciente de la ciudad. Habían pasado por tanto juntos, compartiendo momentos que iban desde los más rutinarios hasta los de un peligro extremo, cada uno sellando un lazo que se hacía más profundo y sólido. Ethan era su fuerza y su ancla, y en aquel instante de vulnerabilidad, en el frío y lúgubre interior del helicóptero, lo extrañaba con toda su alma.
Pero Rebecca sabía que no podía permitirse más tiempo en sus pensamientos. Respiró hondo, llenándose de la calma que él le había enseñado, y empezó a moverse, revisando su equipo y asegurándose de que no tenía heridas graves. No podía quedarse quieta; su misión continuaba, y los otros miembros del equipo Bravo contaban con ella.
Al salir del helicóptero, se encontró con Forest Speyer, quien la ayudó a estabilizarse mientras ambos observaban la situación. Poco después, el resto del equipo se les unió: Richard Aiken, Enrico Marini, Kenneth J. Sullivan y Edward Dewey. Todos estaban tensos, pero listos para enfrentar lo que fuera que estuviera esperándolos en el bosque.
Mientras avanzaban con cautela, Rebecca trataba de mantenerse enfocada, pero las sombras y el silencio del bosque parecían esconder amenazas invisibles. Uno por uno, sus compañeros comenzaron a caer, víctimas de ataques que no podían ver ni prever. Forest fue el primero, arrastrado a las sombras por algo que ni siquiera tuvieron tiempo de identificar. Después, Kenneth, quien apenas alcanzó a disparar antes de que un ser siniestro acabara con su vida. La impotencia se apoderó de Rebecca, que solo podía mirar cómo sus compañeros, sus amigos, caían en una emboscada de horror sin que ella pudiera hacer nada para ayudarlos.
Cuando finalmente quedó sola, Rebecca se tambaleó, sus piernas debilitadas por la adrenalina y el miedo. El bosque parecía asfixiante, y la única opción era seguir avanzando. No había vuelta atrás, y el único refugio cercano era un tren detenido en las vías abandonadas. Tropezando entre las sombras, alcanzó la puerta del vagón y entró, cerrándola tras de sí y respirando con dificultad, mientras trataba de calmar el temblor que la recorría.
El silencio dentro del tren era sofocante. Rebecca avanzaba con cuidado, cada paso resonando en el piso de metal mientras sus ojos recorrían el lugar. No había tiempo para lamentarse o quedarse quieta, pero el peso de la culpa y la desesperación la invadían. Sabía que su misión había sido un fracaso, que el equipo Bravo se había sacrificado en vano. Era la única sobreviviente, y eso era algo que cargaría en su conciencia para siempre.
De repente, un sonido detrás de ella la hizo girarse con rapidez. Un disparo resonó en el pasillo, y Rebecca sintió que el tiempo se ralentizaba. Al darse la vuelta, vio a Ethan, con su arma aún apuntando hacia el suelo. A sus pies, un cadáver yacía inmóvil, un zombie que había seguido a Rebecca sin que ella lo notara. Ethan le había salvado la vida.
La sorpresa y el alivio de verla a salvo se reflejaron en los ojos de Ethan. Sin pensarlo, Rebecca corrió hacia él, con la adrenalina y la emoción todavía en su piel. Cuando llegó a su lado, lo abrazó con fuerza, sintiendo la solidez de su cuerpo contra el suyo. Todo el miedo, la soledad, y la tensión del momento se desvanecieron en ese abrazo.
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Viaje Multiversal Apocaliptico.
Fantasyesto es un yo reencarnando no habrá poderes op ni un sistema ni nada de eso trataré que se lo más realista posible