Remember Me- Au Kookmin

Final Chapter

Pov Jimin

Han pasado unos meses desde el parto, y aunque todavía recuerdo el dolor, no puedo evitar sonreír al recordar la escena en la sala de partos. Jungkook, quien siempre se muestra tan seguro y fuerte, estaba pálido, como si fuera él quien estuviera a punto de dar a luz. Mientras yo intentaba respirar y soportar las contracciones, él me apretaba la mano con más fuerza de la que pensé que tendría. Hubo un momento en que lo miré y vi su expresión de absoluto pánico, sus ojos abiertos como platos.

—¡Lo logramos, Jimin! —exclamó cuando escuchamos el primer llanto, como si él hubiera hecho todo el trabajo.

—Sí, tú lo lograste, héroe —le respondí entre risas y lágrimas de alegría.

Luego, cuando los enfermeros trajeron a los bebés para que los viéramos por primera vez, ambos estábamos emocionados, con lágrimas corriendo por nuestras mejillas. Pero al verlos, mi emoción se mezcló con una ligera sensación de disgusto.

— ¿No es increíble? Son idénticos a mí —dijo Jungkook, con una sonrisa orgullosa mientras los observaba.

—¿En serio? ¿Después de nueve meses cargándolos, todo el dolor y las náuseas... y se parecen a ti?—respondí fingiendo indignación.

Jungkook soltó una carcajada. —Bueno, no te pongas celoso. Quizás tengan tu personalidad.

—¡Más les vale! —bufé mientras acariciaba la cabecita de uno de los gemelos, con una mezcla de amor y resignación.

Jungkook los miraba con tanta ternura que no pude seguir fingiendo mi disgusto. A fin de cuentas, verlo tan enamorado de nuestros hijos hacía que cualquier pequeña queja se disipara al instante. Desde ese momento, supe que esta nueva etapa sería tan caótica como maravillosa.

Los primeros meses han sido un torbellino de emociones, desvelos y aprendizaje constante. Mis días comienzan temprano, con el primer llanto del amanecer. Y mientras los atiendo, no puedo evitar sentirme abrumado de amor y felicidad, incluso en medio del cansancio.

Hoy, como cada día, Jungkook llega del trabajo con una sonrisa agotada, pero sus ojos brillan al vernos. Desde la puerta, ya se le escucha decir:

—¡Papá está en casa! ¿Dónde están mis pequeños clones?

Los gemelos, como si entendieran sus palabras, se retuercen emocionados en sus cunas. Yo les sonrío, tratando de no reírme mientras los observo, porque es cierto: ambos tienen el mismo cabello oscuro y los ojos brillantes de Jungkook. Cada vez que los miro, es como ver dos mini versiones de él.

Jungkook los levanta en brazos, uno en cada lado, y les da besos en la frente.

— ¿Qué tal se portaron hoy? ¿Molestaron mucho a papá Jimin? —me pregunta divertido.

—No más de lo usual. Aunque me patearon todo el día desde adentro por nueve meses, ahora siguen igual de inquietos —respondo con una sonrisa.

Jungkook ríe y me besa en la frente. —Son unos guerreros como su papá —añade guiñándome un ojo.

En la tarde, cuando el sol comienza a ponerse, nos acomodamos en el sofá. Los cuatro juntos, viendo cómo el cielo se tiñe de tonos naranjas y rosas. Es nuestro momento especial, una pausa en el caos del día para disfrutar de la compañía del otro. Los gemelos se acurrucan en nuestros brazos, y aunque el cansancio a veces nos supera, nada se compara con esa paz.

Después de cenar, iniciamos nuestro ritual de baño. Jungkook es el encargado de preparar el agua y buscar los juguetes. Ver a los bebés chapoteando y riendo es lo mejor de nuestro día. Me encanta cómo Jungkook se inclina sobre la bañera, hablando con ellos como si entendieran cada palabra.