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La noche en casa de Lisandro continuó y, entre tragos y risas, la atmósfera se fue relajando más de lo que Julian imaginaba. La música estaba alta, las luces tenues, y a medida que el alcohol hacía efecto, las conversaciones y las barreras entre todos se iban diluyendo. En un momento, sin darse cuenta, Julian se encontró junto a Enzo en el sofá. Al principio, solo cruzaron un par de miradas y risas, pero a medida que avanzaban las copas, las miradas se hicieron más largas, las palabras más cercanas y las bromas más íntimas.

—¿Pensaste que te ibas a librar de mí? —le dijo Enzo en un susurro, sus ojos fijos en los de Julian con esa intensidad que siempre le hacía temblar.

Julian, con la cabeza ya algo nublada, sonrió apenas, sintiendo cómo se le escapaba la dureza de los últimos días.

—Todavía no sé si es buena idea dejarte acercarte tanto… —respondió, casi en un susurro, mirando de reojo a los otros.

Pero Enzo no parecía interesado en que las miradas ajenas los frenaran. Cuando el ruido de la música y las risas del resto aumentaron, sintió el impulso de inclinarse hacia Julian, hasta que apenas hubo distancia entre ellos.

—A ver, ¿qué tenés que perder, chetito? —le susurró, una mezcla de provocación y ternura en su voz.

Julian lo miró, sorprendido y tentado. Y entonces, sin pensarlo más, se dejó llevar por la cercanía, el alcohol y la confusión de emociones que venía sintiendo hace semanas. Se inclinó y lo besó.

El beso fue lento al principio, como probando hasta dónde podían llegar, pero rápidamente se fue llenando de una intensidad que dejó a ambos sin aire. Julian sintió las manos de Enzo bajando hacia sus gluteos y tambien sentia como este lo amazaba, atrayéndolo más cerca. Durante esos segundos, el mundo se desvaneció a su alrededor, y todo lo que había intentado contener, las dudas, el enojo, la atracción, explotaron.

Después de un rato, se apartaron ligeramente, respirando agitadamente y mirándose a los ojos.

—Vámonos de acá —murmuró Julian con la respiración entrecortada, sin pensarlo mucho. Estaba en un estado en el que las decisiones pasaban más por el impulso que por la razón, y en ese momento, solo quería seguir lo que sentía.

—Vamos —respondió Enzo, sin dudar.

De alguna forma, lograron salir de la casa de Lisandro sin que el grupo los notara demasiado. En el camino, ambos rieron por lo bajo, tropezando un poco mientras subían al auto de Enzo. La tensión entre ellos era palpable, y el corto trayecto hasta la casa de Julian fue suficiente para que ambos se sintieran completamente atrapados en la emoción del momento.

Cuando llegaron, Julian apenas cerró la puerta de su casa antes de acercarse a Enzo de nuevo. Lo besó de forma más intensa, mientras caminaban torpemente hacia su habitación, dejando atrás cualquier duda, cualquier rastro de resentimiento.

Cuando llegaron a la habitación del cordobés, Enzo tiró a Julian a la cama mientras lo seguía besando desaforadamente, julian metía sus manos por la camiseta de river qué Enzo tenía, llevando sus manos a los omóplatos del morocho y de ahí sacar aquella molestia.

Enzo fue bajando sus besos, por la mejilla, después por el cuello, hasta llegar a la clavícula, donde se encargo de dejar bastantes marcas que al despertar ya serían notorias.

— para Enzo...— dijo suspirando agitado mientras tiraba de los pelo que estaban en la nuca del morocho

Este hizo oídos sordos y comenzó a desvestir al castaño, quien jadeaba bajito ante cada toque del tatuado.

Cuando ambos ya estaban sin ropa, enzo alineó su falo en la entrada de Julian, quien lo miraba con los ojitos brillando, al sentir la intensa mirada del morocho, se sintió incomodo y lo besó, ambos sentían el sabor a fernet de la boca del otro

— para juli..— dijo Enzo agitado, alejándose de la boca del castaño para juntar sus frentes, quería ver la reacción de Julian cuando entre en el.

Cuando Enzo volvió a alinear su falo en la entrada de Julian, pensó en prepararlo antes, pero estaba tan exitado que no aguantaba más, ya le dolía su pene. Miró a julian a los ojos y de apoco empezó a entrar en el, viendo como Julian cerraba sus ojitos con fuerza por el dolor, Enzo no se movió una vez que metió todo, empezó a besar los cachetes de Julian con delicadeza.

Cuando Julian ya se sentía mejor, miró a Enzo y movió sus caderas para hacerle saber que ya se podía mover.

— ya...— dijo entrecortado. Soltando suspiros.

Enzo empezó a dar estocadas de apoco, conteniendo sus gemidos solo para poder escuchar los de Julian.

El castaño estaba con los ojos cerrados disfrutando demasiado, con la cabeza hacia atras y su pelo moviendose con el cuerpo de Julian ante las estocadas, que cada vez eran más rápidas y fuertes.

— mírame Julian— hablo ronco Enzo, mientras disminuia la velocidad de sus caderas.

Julian abrió apenas los ojos mirando aquellos que lo tenían loco, pero también lo habían lastimado demasiado.












Después de unos minutos así, Julian empezó a sentir el pequeño calor cito en el vientre qué eso le avisaba que se estaba por venir

—en... me vengo— dijo con la voz perdida entre gemidos.

Enzo ante la declaración de Julian, empezó con movimientos más rápidos y duros, haciendo que en cinco estocadas Julian acabé.

El castaño suspiraba con los ojos cerrados tras su liberación, para luego abrirlos y ver al morocho encima suyo buscando su propia liberación, una vez que lo hizo, se quedaron unos minutos más así, que Enzo salió del interior del cordobés para ir al baño a buscar papel y limpiarlos.

Luego de eso ambos se acostaron a dormir, sabiendo que al otro día iban a tener una charla de todo lo que paso.
















































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Hola otra vez, dejo este y me voy, por hoy nada más, bayy
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Los quiero!!_____________________________

*no soy buena escribiendo este tipo de contenido, así que si algo esta mal no me recriminen*






cruzando líneas // enzulian AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora