La semana transcurrió con un ritmo insoportablemente lento para ambos. Julián había intentado distraerse con la universidad y reuniones familiares, pero cada momento de soledad traía de vuelta los recuerdos de esa noche y las palabras que intercambió con Enzo. Por su parte, Enzo estaba hecho un desastre. Apenas respondía en el grupo y el brillo característico de su sonrisa parecía haber desaparecido.Julián no quería admitirlo, pero Joaquín había plantado una semilla de duda en su mente. Aunque intentaba convencerse de que todo estaba bien tal y como estaba, el peso de lo no resuelto con Enzo lo seguía aplastando. Fue precisamente Joaquín quien decidió tomar cartas en el asunto una tarde, apareciendo en la casa de Julián con una bolsa de facturas y su típica actitud relajada.
—¿Qué hacés acá? —preguntó Julián, abriendo la puerta con una expresión de cansancio.
—Venir a rescatarte de vos mismo —Rió el tucumano, Joaquín entró como si estuviera en su propia casa, dejando la bolsa sobre la mesa del comedor—. Mirá, traje medialunas. No hay problema que no se pueda resolver con café y algo dulce.
Julián resopló, pero no tenía fuerzas para discutir. Cerró la puerta y se sentó frente a Joaquín, mientras este servía café y comenzaba a hablar.
—Te veo mal, Ju. Sé que no querés hablar de esto, pero me preocupa que te estés encerrando en vos mismo.
Julián lo miró de reojo, pero no respondió. En su lugar, tomó una medialuna y se concentró en arrancarle pedacitos, evitando la mirada inquisitiva de su amigo.
—Es por Enzo, ¿no? —insistió Joaquín, directo como siempre.
El castaño suspiró y dejó el pedazo de medialuna sobre la mesa.
—Joaco, ya te lo dije. Lo que pasó fue un error. No sé por qué lo hice, pero sé que no debería haber pasado.
—¿De verdad? —Joaquín levantó una ceja, mirándolo con atención—. Porque yo creo que sabés perfectamente por qué pasó. Lo que no querés admitir es que todavía te importa.
Julián apretó los labios, pero no negó nada. Joaquín aprovechó el silencio para continuar.
—Mirá, Ju, yo sé que lo que te hizo Enzo estuvo mal. Nadie te va a decir lo contrario. Pero, loco, también hay que ver las cosas como son. El tipo se mandó una cagada, sí, pero está haciendo todo lo posible por arreglarlo. ¿No te das cuenta de cómo está? Es como si le hubieran sacado el alma.
Julián bufó, cruzándose de brazos.
—Eso no cambia nada, Joaquín. ¿Qué querés que haga? ¿Que lo perdone y haga como si nada hubiera pasado?
—No, Ju. No te estoy diciendo que olvides lo que pasó, pero sí que lo pienses bien. ¿De verdad querés seguir así, con esta tensión entre los dos? Porque, seamos sinceros, vos tampoco estás bien.
Julián miró hacia la televisión que estaba transmitiendo un canal nada importante, tratando de evitar el peso de las palabras de su amigo. Joaquín suspiró y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.
—Escuchame, Ju. Perdonar no significa que todo vuelva a ser como antes, pero sí es el primer paso para sanar. Vos lo querés, y él te quiere. ¿Por qué no darle una chance? ¿Qué tenés que perder?
El silencio que siguió fue abrumador. Julián se frotó las sienes, luchando contra la maraña de emociones que se agitaban en su interior.
—Y si vuelve a lastimarme… —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro.
Joaquín lo miró con empatía, pero sin perder la firmeza en su tono.
—Eso es un riesgo, Ju. Pero, si no lo intentás, nunca vas a saberlo. A veces vale la pena arriesgarse por lo que realmente importa.
Julián dejó escapar un largo suspiro, sabiendo que Joaquín tenía razón. Por más que quisiera negarlo, no podía ignorar lo que sentía. Esa misma noche, después de mucho pensarlo, tomó su celular y escribió un mensaje corto:
La respuesta de Enzo llegó casi de inmediato. Un simple "Voy" bastó para que Julián sintiera una mezcla de alivio y ansiedad. No sabía cómo iba a salir esa conversación, pero estaba decidido a enfrentarla. Enzo, por su parte, pasó la noche en vela, repasando una y otra vez lo que iba a decir. Sabía que esta era su última oportunidad, y no pensaba desaprovecharla.
A la mañana siguiente, cuando Enzo llegó a la puerta de Julián, su corazón latía con fuerza. Tocó el timbre, y cuando Julián abrió, ambos se quedaron mirándose en silencio por un momento. Finalmente, el castaño hizo un gesto para que entrara.
—Gracias por venir. —dijo Julián, rompiendo el silencio.
—Gracias por darme una chance. —respondió Enzo, con sinceridad en su voz.
Ambos se sentaron en el sofá, y, por primera vez en semanas, comenzaron a hablar de todo lo que había pasado, sin filtros, sin excusas. Aunque la conversación fue difícil, también fue un paso importante hacia la reconciliación.
Y, aunque el camino para sanar no sería fácil, ambos sabían que valía la pena intentarlo.
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Porfin Julián razona!!!
Te amo tucu
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cruzando líneas // enzulian AU
Fanficdonde ambos descubren lo que es el amor a través de su odio