37

429 62 8
                                    

Enzo llegó a la casa de Julián esa tarde con el corazón acelerado. Aunque su rostro intentaba mostrar una calma que no sentía, había algo en su postura, en cómo se rascaba la nuca nerviosamente, que delataba que tenía algo importante que decir. Julián lo esperaba en el living, sentado en el sofá con una mezcla de impaciencia y cautela. Las palabras que iban a intercambiar esa tarde podían cambiarlo todo, y ambos lo sabían.

—Gracias por aceptarme en tu casa —dijo Enzo, sentándose frente a él. Julián asintió, pero no respondió de inmediato, esperando que fuera Enzo quien comenzara.

Después de unos segundos de silencio incómodo, el morocho habló.

—Sé que te debo muchas explicaciones. Y sé que probablemente pensás que soy el peor por lo que te hice. —Hizo una pausa, juntando las manos frente a él—. Pero quiero que sepas por qué actué así. Por qué terminé con vos ese día.

Julián lo miró fijamente, cruzándose de brazos. No tenía intención de hacerle las cosas fáciles a Enzo, pero tampoco iba a detenerlo.

—Adelante, te escucho —respondió con voz neutra.

Enzo tomó aire profundamente antes de continuar.

—Terminé con vos porque tenía miedo, Julián. No de nosotros, no de lo que sentía por vos… sino de mi papá. —Al decir esto, bajó la mirada, como si fuera difícil incluso admitirlo en voz alta—. Mi viejo siempre fue muy estricto, muy conservador. Crecí escuchando sus comentarios homofóbicos, sus burlas hacia los demás. Y aunque nunca me dijo nada directamente a mí, siempre supe que si alguna vez le confesaba algo como esto… las cosas no iban a terminar bien.

Julián lo miraba en silencio, su expresión suavizándose un poco, aunque todavía había una barrera de distancia emocional entre ellos.

—¿Y qué pasó? —preguntó finalmente, su voz más baja.

Enzo levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación.

—Pasó que me cansé de tener miedo. Después de todo lo que hablamos esa noche en tu casa, después de ver cómo te lastimé, me di cuenta de que no podía seguir así. No podía dejar que el miedo me controlara. Así que fui a hablar con él.

Las palabras de Enzo hicieron que Julián se tensara. Había una seriedad en su tono que le puso los nervios de punta.

—¿Qué le dijiste? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Le dije que me gustaba alguien. Que ese alguien eras vos. —Enzo tragó saliva, su voz temblando ligeramente—. Y su reacción… fue peor de lo que esperaba.

El silencio que siguió fue pesado. Julián lo miró, tratando de leer en su rostro lo que no decía.

—¿Qué hizo? —preguntó finalmente, casi en un susurro.

Enzo apartó la mirada, sus manos apretadas en puños sobre sus rodillas.

—Se enfureció. Gritó, insultó… me dijo que no tenía un hijo, que era una vergüenza para la familia. —Su voz se quebró, y cerró los ojos por un momento para contener las lágrimas—. Me echó de la casa, Julián. Me dijo que no volviera hasta que "recapacitara" y dejara de "andar con esas ideas".

Julián sintió que el pecho se le apretaba al escuchar eso. Por más enojado que estuviera con Enzo, no podía evitar sentirse conmovido por lo que había pasado.

—Enzo… —empezó, pero el morocho lo interrumpió.

—No te lo estoy contando para que me tengas lástima, Julián. —Enzo lo miró directamente a los ojos, su expresión llena de determinación—. Te lo estoy diciendo porque quería que supieras que hice lo que debía haber hecho desde el principio. Porque, a pesar de todo, valés la pena. Nosotros valemos la pena. Y sé que te fallé, sé que tengo que ganarme tu confianza otra vez, pero estoy dispuesto a hacerlo. No importa cuánto me cueste.

El silencio que siguió fue largo. Julián bajó la mirada, luchando con sus propios pensamientos y emociones. Finalmente, habló, con la voz cargada de sinceridad.

—Lo que hiciste fue valiente, Enzo. No te voy a mentir, me duele todo lo que pasó. Pero… también sé lo difícil que fue para vos dar ese paso. Y aunque no sé si estoy listo para volver a confiar plenamente en vos… estoy dispuesto a intentarlo.

Enzo sintió un peso enorme levantarse de sus hombros al escuchar esas palabras. Asintió, con los ojos brillando de alivio y emoción.

—Gracias, Julián. Prometo no volver a fallarte.

Ambos se quedaron en silencio por unos momentos, mirándose a los ojos. Aunque sabían que el camino no iba a ser fácil, en ese instante, compartieron la misma esperanza. Era un nuevo comienzo, uno que ninguno de los dos iba a tomar a la ligera.








































































 Era un nuevo comienzo, uno que ninguno de los dos iba a tomar a la ligera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.











































































_____________________________

Los amo tantoooo

Queda muy poco y termina la historia chicuss, pero ya saben que va a ver otra. Bayy los kiero mucho!!
_____________________________

cruzando líneas // enzulian AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora